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El duelo es un proceso de adaptación emocional que le sigue a cualquier pérdida. Si bien normalmente se agrupa en tres tipos de duelo tradicionalmente conocidos como bloquedo, complicado y patológico. El doctor Kenneth J. Doka, profesor de gerontología en la Graduate School of The College of New Rochelle y consultor senior de la Hospice Foundation of America. explica cómo algunas de las pérdidas más profundas pueden pasar sin ser reconocidas por los amigos, los familiares e incluso por nosotros mismos.
Diferentes tipos de duelos
Los duelos suelen ser agrupados de diferentes maneras, dependiendo del autor que este escribiendo sobre ellos y los aspectos y variables que este considerando para hacerlo. Así que no existe una única tipología. En su libro Grief Is a Journey, Doka hace una corta clasificación de dolores punzantes con los que resulta difícil iniciar un proceso de aceptación de pérdida.
1. La pérdida de una persona que una vez conociste
A veces las personas que amas cambian de maneras significativas. Todavía están en tu vida, pero no en la forma en que lo recuerdas o en una vez las conocías. Esto puede pasar cuando una persona se muda lejos, cuando hay el rompimiento de una pareja o cuando hay una enfermedad mental o demencia. Así, las personas pueden cambiar de manera sorpresivas. Aunque esta persona siga en tu vida, los lazos que los unían como los recuerdos compartidos y, en ocasiones hasta su personalidad, ya no son accesibles. Así también puede pasar cuando comienzas a echar de menos actividades compartidas y momentos amenos que no pueden replicarse.
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2. La pérdida de una persona que todavía no has perdido
El dolor anticipado suele darse en aquellos con enfermedades que limitan sus vidas y sus familiares. También les puede pasar a quienes tienen parientes cercanos que por su avanzada edad está más cerca del final de sus vidas. Así, la previsión de una eventual muerte suele crear este dolor por estas pérdidas significativas. Esto sucede porque se trastoca el futuro que hemos imaginado.
3. La pérdida de la persona que solías ser
A medida que crecemos y envejecemos hay cambios que aceptas sin problemas y otros que te afectan profundamente. El paso de la niñez a la adolescencia o de la adolescencia a la edad adulta pueden ser escenarios perfectos para tener que empezar un duelo por la persona que solías ser. El nacimiento de un hijo también puede crearlo, ya que a pesar de lo feliz que puedas estar y lo mucho que lo hayas planeado, sabes que tu vida será diferente. Por ejemplo, sabes que durante un periodo corto, pero significativo tus horas de sueño se verán comprometidas y eso puede activar una “añoranza del pasado”. Cada transición en nuestras vidas, por más positiva que sea, tiene una corriente subyacente. Con cada edad hay habilidades y convenciones que se puede usar y romper, se tiene una especie de licencia para hacer ciertas cosas y cuando esta se pierde se crea un dolor de por medio.
El dolor de una pérdida no se trata siempre de la muerte de alguien, sino sobre el apego y separación. A menudo, las personas soportan una intensa angustia sin haber enfrentado la muerte de un ser querido. En los casos mencionados antes, no hay muertes y sin embargo hay dolor. Un dolor que no es reconocido por las personas en nuestro entorno o que puede ser menos valorado. Si necesitas que tu pérdida sea reconocida busca confidentes o grupos de apoyo. ¡No eres el único pasando por esto y no tienes por qué pasarlo solo!
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