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Colaboración de: Mario Xavier Larrea
Dirigir a grandes actrices en roles camaleónicos ha sido una característica sobresaliente del cineasta británico Stephen Frears, cuyo momento máximo de gloria llegó en 1988 con la polémica Las Amistades Peligrosas. La adaptación de la novela francesa de Pierre Choderlos de Laclos protagonizada por Michelle Pfeiffer le dio un éxito que no volvería a alcanzar hasta que decide incursionar en los biopics. La Reina (2005) representó para Helen Mirren su primer y, hasta ahora, único Óscar y Philomena (2013) que casi acerca a Judi Dench a un segundo premio de la Academia. A finales de 2016, Frears retornó con Florence Foster Jenkins, una película que dejó a todos atónitos.
Florence Foster Jenkins, la película que va más allá del biopic
La comedia dramática sobre la vida de la socialité recordada como la peor cantante de ópera de la historia. El cuidadoso apego a los hechos reales de Frears y la presentación de personajes de comprobable veracidad histórica ha conseguido que Hollywood lo reciba una vez más por la puerta grande. Sus argumentos sólidos y memorables motivan a los espectadores a continuar informándose.
La cinta nos transportó al Nueva York de 1944, algo alejado de la contemporaneidad de sus últimos biopics, pero con Meryl Streep como protagonista. El film le valió a la actriz su nominación #20 al premio Óscar y la posibilidad de un cuarto triunfo. También una en los Globos de Oro, el Sindicato de Actores y BAFTA. Habiendo perdido estos tres últimos, no sorprendería que aunque compita con dos colegas fenomenales como Emma Stone e Isabelle Huppert, a última hora la eterna favorita de la Academia vuelva a levantar el galardón.
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7. Una diva sin gracia
Al ver el filme por primera vez y desconociendo sus antecedentes, resulta difícil creer que la historia realmente haya sucedido. Se basa en los últimos años de la millonaria Florence Foster Jenkins, única heredera de Charles Dorrance Foster, un exitoso abogado y propietario de tierras en Pennsylvania. Pese a poseer una vasta fortuna ‘Madame Florence’ fue siempre excéntrica y desde la niñez aprendió a tocar piano, obsesionándose así con tener una carrera musical.
Sin temor al ridículo y rodeada de los aduladores que solo el dinero puede “comprar”, la protagonista decide incursionar en la ópera. Llega a creer la versión femenina de Enrico Caruso, sin reconocer que desafina cada vez que está frente a un micrófono. Sorpresivamente logra llenar auditorios, grabar discos y ganarse el cariño de la gente que la ve más bien como un ícono cómico. Por su parte, los críticos la ven como una diva sin gracia, una adinerada caprichosa sin una pizca de talento.
6. El ‘showbusiness’ no es un fenómeno actual
En pleno siglo XXI se piensa que los fenómenos mediáticos que convierten a un individuo no talentoso en una celebridad de la noche a la mañana son responsabilidad completa de las redes sociales, pero parece que no siempre es así. Florence Foster Jenkins lo demostró. Ella solo puede ser comparada con Ed Wood, el peor cineasta de la historia, cuya vida llegó al cine gracias a la dupla Burton-Depp. Sin embargo, Madam Florence es más que horrendas voces en concursos de televisión o participantes de reality shows. Ella no necesitó de eso porque tuvo el dinero suficiente para silenciar a sus más acérrimos detractores. Pero, ¿cómo siendo tan mala logró éxito? Varios secretos y estos se exploran en la cinta (no decimos más porque spoilers).
5. Estéticamente correcta
Cinematográficamente la producción no escatimó en gastos, logrando una cinta visualmente agradable.La escenografía que recrea el Nueva York de los 40 y el clásico tráfico de las ‘horas pico’ de forma excepcional. La fotografía, el diseño de vestuario, así como el maquillaje y peinado (que ganó un BAFTA en esta categoría) son impecables. Aparte de contar con la destacada musicalización de Alexandre Desplat.
La verdadera Florence no solo era una mujer que cantó mal, sino que también vistió mal. Sus atuendos coloridos, accesorios y extravagantes disfraces fueron motivo de burlas y críticas en intensidad similar. La película discretamente muestra todos esos detalles y por ello es quizá la única narración histórica con estilo de este año.
4. Simon Helberg. Sí, Howard Wolowitz de The Big Bang Theory
A Helberg no le va para nada mal cuando hace cine y gracias a su interpretación de Cosmé McMoon, fiel pianista de Madame Florence, recibió la primera nominación al Globo de Oro a Mejor Actor Secundario de su carrera. El personaje de Simon es sutil y encantador. Llega a la vida de Florence por un casting, ignorando por completo la nulidad de talento de su jefa. Tratará de separarse profesionalmente de ella en más de una ocasión. Pese a las ansias de Cosmé por alcanzar la fama y fortuna, nunca lograría el éxito que anhelaba, ya que sería recordado tan solo por su trabajo junto a Jenkins.
3. Hugh Grant, un digno retorno
Quien fuese el playboy británico de los 90, no impactaba con fuerza en un rol protagonista desde hace más de diez años y menos aún en recientes filmes taquilleros. Su presencia en la nueva producción de Stephen Frears lo llevó de regreso al éxito, logrando nuevamente ser nominado al Globo de Oro a Mejor Actor Cómico y BAFTA a Mejor Actor.
En el filme encarna a St. Clair Bayfield, un actor de poca monta, esposo de Madame Florence y su representante artístico. Consciente del casi nulo talento de su mujer, hace todo lo posible para “comprar” el silencio de la prensa y el público, evitándole así disgustos y decepción. Estará siempre como su soporte y mano derecha, procurándole una vida feliz y complaciéndola con sus más absurdos disparates.
2. Perfecta para el mes del amor
Pese al humor es también, a su manera, una historia de amor por lo que resulta una película ideal para verse este febrero junto a pareja. Lo más destacado del guion son aquellos detalles íntimos de los personajes en esta crónica de una mujer que buscó el estrellato, pese a no tener talento. Y a su vez la de su esposo, el actor cuya carrera no prosperó, pero que es amor puro, dedicación y agradecimiento (además de ser el único al que no le importa el dinero de Florence). La química entre Streep y Grant en cada escena que comparten juntos es genial.
1. Meryl Streep, una maestra de la actuación, jamás sobrevalorada
A sus 67 años todavía es la diva de Hollywood. Siendo la excelencia en persona, como Foster Jenkins interpreta todo aquello que ella no será jamás. El papel nació para Streep, dejando a Grant y Helberg muy inferiores ante su presencia. Todos los honores recibidos son bien merecidos y lo demuestra con creces, para disgusto de quiénes preferían ver a Amy Adams (Arrival; Nocturnal Animals) o Taraji P. Henson (Hidden Figures) en la lid del Oscar.
¡Meryl lo logra de nuevo! Aunque su nombre y rostro están más que consagrados, aporta una vez más con humor, gestualidad y drama al mismo tiempo. No sabemos cómo lo hace y eso es precisamente parte de su encanto.
¿Verás Florence Foster Jenkins, la película?
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