Compartir
Los pesticidas de uso común en los cultivos, en particular los que se usan en las verduras de hojas verdes, pueden producir cambios genéticos en ratones de laboratorio. Estos animales son usados por ser muy similares a las personas. Las últimas investigaciones han encontrado una relación entre los plaguicidas y el autismo, y las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer o la enfermedad de Huntington, según los investigadores de la Universidad de Carolina del Norte. Los resultados, publicados en la revista Nature Communications, describen una nueva forma de consumo de químicos que tienen el potencial de afectar nuestras funciones cerebrales.
Pesticidas en alimentos y sus efectos
Marcos Zylka, autor principal del estudio y profesor asociado de Biología Celular y Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte, y su equipo, expusieron las neuronas de ratones a aproximadamente 300 sustancias químicas diferentes. Los investigadores secuenciaron el ARN de estas neuronas para averiguar qué había cambiado en comparación con las no expuestas a químicos. Los investigadores del equipo de Zylka introdujeron cientos de datos sobre expresión génica y utilizaron programas de computadora para deducir qué productos químicos causaron cambios similares entre sí.
«En base a la secuencia de ARN, se describen seis grupos de productos químicos», dice Zylka. «Hemos encontrado que los productos químicos dentro de cada grupo alteran la expresión génica de una manera común».
«Uno de estos grupos de productos químicos alteró los niveles de muchos de los mismos genes que están alterados en el cerebro de las personas con autismo o la enfermedad de Alzheimer».
« Lee también: ¿Podría la biotecnología revertir el envejecimiento biológico? »
Los productos químicos en este último grupo incluyen a los pesticidas: rotenona, piridaben y fenpiroximato; una nueva clase de fungicidas llamados piraclostrobina, trifloxistrobina, fenamidona y famoxadona; también azoxistrobina, fluoxastrobina y cresoxim-metilo.
Resultados de la investigación: más estudios son necesarios
El grupo encontró que estos productos químicos reducen la expresión de genes implicados en la transmisión sináptica, conexiones importantes para la comunicación entre neuronas. Si estos genes no se expresan correctamente, entonces nuestro cerebro no puede funcionar normalmente. Los productos químicos también provocaron una elevada expresión de genes asociados con la inflamación en el sistema nervioso (neuroinflamación) que se ve comúnmente en el autismo y las enfermedades neurodegenerativas.
«No podemos decir que estos productos químicos causan estas enfermedades en las personas», advierte Zylka. «Serán necesarios muchos estudios adicionales para determinar si alguno de estos productos químicos representan riesgos reales para el cerebro humano.»
« Lee también: ¿Cuál es la razón de que haya fumadores con pulmones sanos? »
Los investigadores también encontraron que estos pesticidas estimulan la producción de radicales libres (partículas que pueden dañar los componentes básicos de las células y que han sido implicados en una serie de enfermedades cerebrales). También se encontró que estos químicos interrumpieron los microtúbulos neuronales.
«La interrupción de los microtúbulos afecta a la función de las sinopsis en las neuronas maduras y puede poner en peligro el movimiento de las células durante el desarrollo del cerebro», dice Zylka.
«Sabemos que los déficits en la migración de las neuronas pueden conducir a anomalías del desarrollo neurológico. Todavía no hemos evaluado si estos productos químicos alteran el desarrollo del cerebro en modelos animales o personas», añade.
Estos pesticidas están en los alimentos que consumes
Los investigadores analizaron la información de la Encuesta Geológica de Estados Unidos, que supervisa el uso de pesticidas en alimentos en todo el país, así como los datos sobre los residuos de plaguicidas en productos alimenticios de la Administración de Alimentos y Drogas y el Departamento de Agricultura.
De los productos químicos que estudió el equipo de Zylka, solamente hay uno -piridaben- cuyo uso ha disminuido desde el año 2000. El de la rotenona se ha mantenido igual desde hace 16 años. Sin embargo, el uso de los demás pesticidas ha aumentado dramáticamente en la última década.
« Lee también: Saga Divergente: Leal una película para replantearte el mundo en el que vives »
El pesticida rotenona fue previamente implicado en la enfermedad de Parkinson a través de experimentos con animales y replicados a través de estudios epidemiológicos en humanos. Por su parte, un estudio de la Agencia de Protección Ambiental encontró que piraclostrobina se encuentra en los alimentos a niveles que podrían afectar a la biología humana, y que este pesticida también está relacionado con el colapso de colonias de abejas.
El trabajo previo ha demostrado también que una dosis única de la trifloxistrobina reduce la actividad motora durante varias horas en ratas hembra y por día en ratas macho. La función motora interrumpida es un síntoma común de la enfermedad de Parkinson y otros trastornos neurológicos. La picoxistrobina afectó la función motora de las ratas aún en las dosis más bajas usadas durante la investigación.
«La pregunta real es difícil: si usted come frutas, verduras o cereales que contienen estos químicos, ¿llegan al torrente sanguíneo? y en ese caso, ¿en qué concentración? Esa información no existe», dice Zylka.
« Lee también: 9 datos curiosos sobre los peces dorados que no conocías »
Zylka señala que convencionalmente los cultivos de verduras de hojas verdes como la lechuga, la espinaca y la col rizada tienen los niveles más altos pesticidas. Sin embargo, debido a la eficacia que tienen en la reducción de pestes como hongos y moho, los agricultores están ampliando su uso, llegando a incluirlos en el cultivo de otros productos alimentarios.
El equipo de Zylka espera que su investigación anime a otros científicos y agencias reguladoras a realizar más estudios y revisar más de cerca los efectos de pesticidas en alimentos.
«Prácticamente no se sabe nada acerca de cómo estos pesticidas afectan el desarrollo o cerebro adulto», dice Zylka. «Sin embargo, los niveles de estos químicos va en aumento en muchos de los alimentos que comemos».