Compartir
Febrero no solo es el mes del amor y la amistad, sino también una época de premios que motiva a ver películas por días y noches, sin parar. Lion forma parte del selecto grupo de crónicas sociales y de la vida real que llaman la atención del público y los críticos. A diferencia de la violenta Hacksaw Ridge de Mel Gibson, es un filme bastante enternecedor, donde a simple vista puede notarse que sus creadores jamás buscaron ostentosas distinciones. Sin haberlo previsto, parecen haber logrado el “gran salto”.
https://youtu.be/FD5SyJVsWKs
Un difícil primer experimento que salió bien
El guionista australiano Luke Davies adaptó el libro Un largo camino a casa de Saroo Brierley para largometraje, sin lograr el interés de ningún director y optando por confiar en su entusiasta compatriota Garth Davis como último recurso. Luego de presionar a diversos estudios como See-Saw Films y Screen Australia, el proyecto recibió luz verde en 2015, logrando comercializarlo con mayor éxito y consiguiendo también que las actrices Nicole Kidman y Rooney Mara acepten pequeños papeles en la cinta y The Weinstein Company se interese en aportar con el financiamiento y distribución.
Dos mediometrajes unidos
Al igual que otros dramas de histórica ambientación, Lion parece estar contada en dos partes; dividirse marcadamente entre los hechos duros y la resolución del conflicto. Por un lado está la vida de Saroo, un niño de cinco años olvidado por su hermano mayor en una estación, que aborda por error un tren nocturno y es trasladado a otra ciudad en la que hablan un idioma extraño, conociendo así tempranamente los riesgos y el sufrimiento. En la segunda parte se nos muestra la edad adulta del personaje y cómo ha logrado sobrevivir a su desgracia luego de veinticinco años, aunque pronto decida revolver su pasado.
De mayor a menor
Honestamente hablando, entre las aclamadas de 2017 Lion podría considerarse como la “menos mejor”, precisamente porque su temática de desaparición y pérdida de un niño inocente no es ni sorprendente, menos aún una novedad argumentativa. Pese a esto, tiene su encanto y el hecho de basarse en una historia real la hace en digna de ser contada ante los ojos del mundo, aunque no gane ningún premio.
«Mira también las razones para ver Manchester by the Sea»
Cinematográficamente, al igual que Manchester frente al mar, es un deleite visual a pesar de su bajo presupuesto. Aunque casi todo el filme conserva una iluminación tenue por las desgarradoras experiencias de su protagonista, somos testigos de la pobreza extrema en los suburbios de Calcuta y una brillante primera parte; por el otro Melbourne, Australia es la ciudad que representa el progreso material de Saroo, aunque esto no significa que haya ocultado sus frustraciones en el armario; quizá esta es la razón porque la película flaquea en su segunda hora, ya que el impulso del retorno a los orígenes nace de la nada y se hace predecible e irregular, aunque sí cumple con responder al público todas las interrogantes que se plantean.
Sutileza
Uno de los riesgos más grandes en que habría podido incurrir la producción son el sensacionalismo y la sordidez, así como haberse convertido en un cuento de hadas barato. Aunque Lion sea una de esas películas para verse una sola vez, deja un buen sabor precisamente porque es respetuosa y narrada desde la visión inocente del protagonista, dejando implícitas ciertas situaciones más amargas o crueles que hubiese podido haber enfrentado.
Al desenlace lo descubrimos con facilidad desde los primeros minutos, pero lo que en realidad busca el filme es sensibilizar, antes que ser crudo o explícito y en eso sí se diferencia mucho de a otro clásico con el que las comparaciones no han parado de hacerse: Slumdog Millionaire.
Nicole Kidman, Rooney Mara y David Wenham. Participaciones cortas e intensas
Durante las vivencias del pequeño Saroo no logramos ver el destacado rol de otros actores, aunque en los escasos minutos que en pantalla tienen el hermano y madre biológicos del protagonista, logran transmitir sus emociones tan bien como cualquier consagrado intérprete.
En la segunda parte, un Saroo adulto y acostumbrado al acomodado estilo de vida de la familia australiana que por suerte o designios del destino decidió adoptarlo, vuelve a experimentar crisis existenciales y curiosidad por sus orígenes. El apoyo de sus padres adoptivos Sue (Kidman) y John (Wenham) es fundamental y no nos enfrentamos a la negación, sino más bien a otra dosis de melancolía y vínculos afectivos a los que también se suman los resentimientos de otro personaje menos importante.
Las emociones que comparte con su familia adoptiva y con su novia Lucy (Mara) resultan magníficos de ver en pantalla, especialmente cuando pese al crecimiento y evolución del protagonista, ciertas diferencias culturales empiezan a surgir y causar conflicto. Tanto Nicole (nominada al Oscar a Mejor Actriz Secundaria por su papel), Rooney y David se mantienen a la altura, brindando una interpretación de sufrimiento y empatía con Saroo; aunque internamente teman perderlo, brillan sin tanta parafernalia y sin la necesidad de aparecer mucho en pantalla.
Dev Patel
Lion es sobresaliente no solo por su narrativa sino por su elenco de primera y Dev Patel al igual que el personaje complejo y delicado que interpreta, demuestra evolución y crecimiento profesional; el adolescente enamoradizo y humorístico que vimos en Slumdog Millionaire y Skins ha quedado atrás de manera oficial.
Aunque ya tiene un BAFTA en sus manos, es fuerte la competencia que enfrenta para el Oscar, el cual merece ganar pese a encontrarse nominado en la categoría equivocada, siendo la lógica explicación a esto su primera toma en pantalla bien transcurridos los primeros 50 minutos en el filme, pero con una entrega de superior calidad a la de cualquier actor al que hayamos visto por tres horas o más.
Sunny Pawar
Pawar es el Giorgio Cantarini (La vita é bella) de los 2000s. Merecía más reconocimientos de los que obtuvo como protagonista infantil y eso ya es motivo de controversia durante los últimos años, al haber ignorado también a otras pequeñas promesas como el canadiense Jacob Tremblay, injustamente sin nominación al Oscar por su papel en La habitación.
Siendo escogido luego de un exhaustivo proceso de audiciones, Sunny al igual que sus experimentados colegas de reparto, es eficiente al transmitirnos tristeza, temores y audacia. Al igual que su personaje en la primera parte, en la vida real habla únicamente hindi y eso termina aportando con más coherencia a las barreras idiomáticas de su etapa infantil, quedando rezagadas las palabras y destacando los silencios y una desagradable realidad que no en todos los casos culmina con un final feliz.