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Todos conocen al menos una persona hipócrita y falsa en su vida. Alguien así normalmente no inspira buenos sentimientos, de plano no te cae bien. El porqué de esta reacción ha sido explicada por un reciente estudio. Los científicos hallaron que la oposición a los hipócritas se da porque al negar su mal comportamiento, ellos envían una señal falsa que engaña, que hace que los demás los vean como personas virtuosas cuando no lo son.
La persona hipócrita y falsa cae mal porque engaña
La investigación, publicada en la revista Psychological Science, muestra que a la gente le desagradan más hipócritas que a aquellas personas que abiertamente admiten tener alguna conducta que ellos desaprueban. Jillian Jordan, de la Universidad de Yale y primera autora de la investigación lo explica que los hipócritas suelen ganar buena reputación usando a otras personas y que esa reputación que se crean es inmerecida.
«A la gente le desagradan los hipócritas porque ellos usan injustamente la condena para obtener beneficios reputacionales y parecen virtuosos a expensas de aquellos a quienes condenan», dice Jordan.
Intuitivamente, parece que los hipócritas no gustan a los demás porque su palabra es inconsistente con su comportamiento, carecen del autocontrol suficiente para comportarse de acuerdo a su propia moral o deliberadamente participan en comportamientos que saben que son moralmente erróneos. Todas estas explicaciones parecen plausibles, pero los nuevos hallazgos sugieren que es la tergiversación de su carácter moral lo que realmente levanta ira de quienes se topan con una persona hipócrita y falsa.
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¿Cómo se hizo el estudio?
El estudio se hizo en línea con 619 participantes. A cada uno se le presentaron cuatro escenarios sobre personajes involucrados en posibles transgresiones morales: atleta que usa drogas que aumentan el rendimiento, un estudiante que comete fraude en un examen tomado en casa, un empleado que no cumple con el plazo de un proyecto en equipo y un senderista infiel.
En cada escenario, los participantes leyeron una conversación que implicaba la condena moral de una transgresión. Los investigadores variaron las conversaciones, algunas condenas provenían de un «personaje objetivo» – uno que se evaluaría más tarde- o de otra persona. También se evaluó si el escenario proporcionaba información directa sobre el comportamiento moral propio del personaje objetivo. A continuación, los participantes evaluaron la fidelidad y simpatía del personaje objetivo, así como la probabilidad de que el personaje objetivo se involucrara en la transgresión.
Los resultados mostraron que los participantes vieron al personaje objetivo de manera más positiva cuando condenaron el mal comportamiento, pero solamente cuando no tenían más información acerca de cómo este se comportaba. Esto sugiere que tendemos a interpretar la condena como una señal de comportamiento moral en ausencia de información directa.
La condena como señal de rectitud moral
Un segundo estudio online demostró que condenar el mal comportamiento transmitió un mayor impulso reputacional para el personaje que declaró directamente que él o ella no se involucraba en el comportamiento que mencionaba.
«La condena puede actuar como una señal más fuerte de la propia bondad moral que una declaración directa de comportamiento moral», escriben los investigadores.
Datos adicionales sugieren que a la gente le desagradan más hipócritas que los mentirosos. En un tercer estudio en línea, los participantes tenían una opinión inferior de un personaje que descargó ilegalmente música cuando condenó ese comportamiento del que él participaba.
Quizás la evidencia más crítica de la teoría de la hipocresía como falsa señalización es que a la gente le desagradaban los hipócritas más que los llamados «hipócritas honestos». En un cuarto estudio en línea, los investigadores probaron las percepciones de «hipócritas honestos», que -como los hipócritas tradicionales- condenan comportamientos en los que participan, pero que también admiten que, a veces, sí cometen esos comportamientos.
«La medida en que la gente perdona a los ‘hipócritas honestos’ fue impactante para nosotros», dice Jordan.
«Estos ‘hipócritas honestos’ no son vistos como peores que las personas que cometen las mismas transgresiones, sino que mantienen sus bocas cerradas y se abstienen de juzgar a otros por hacer lo mismo, lo que sugiere que la totalidad de nuestra aversión hacia los hipócritas se puede atribuir al hecho de que falsamente señalan su virtud».
Un estudio final mostró que si un individuo condena una transgresión en la que él o ella se involucra, y luego admite una transgresión no relacionada, pero igualmente grave, los participantes no perdonan la hipocresía.
«La única razón por la que se confiesa a la mala conducta refleja positivamente a los hipócritas es que niega las falsas señales implícitas en su condena – no se ve como moralmente mitigando cuando no sirve esta función», explica Jordan.
Juntos estos hallazgos indican que no nos gustan los hipócritas porque nos sentimos engañados. Ellos se benefician de la señal que la condena moral envía, al mismo tiempo que participan de ese mismo comportamiento inmoral.
¿Qué has hecho cuando te has topado con una persona hipócrita y falsa?
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