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¿Recuerdan que la semana pasada iniciamos un experimento en la redacción de Makía? Nos referimos a la libreta abierta de quejas. Este proyecto nos permitió a nosotros, Mishell y José Vicente -y a ustedes-, quejarnos a conciencia. Pero… ¿para qué?
Es que las quejas contienen una gama muy amplia de sensaciones y un nexo que las enlaza: la carga negativa, o sea la mala vibra, el fastidio. Esta carga nos lleva a un lado oscuro donde ocultamos problemas mal planteados. Y, como creemos no tener control de la causa del problema, solo lanzamos reclamos.
Entonces qué… ¿no sirvió de nada quejarse?
Mishell y su experiencia con la libreta abierta:
Para empezar… ni yo me creía que una actividad deprimente o paralizante -anotar quejas- pueda tener una utilidad ¡pero sí la tiene!
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1. La queja conlleva una preocupación o malestar. Al dejarla en la libreta podía sentir que apartaba ese problema por un momento. Regresaba a leerlo y hacía algo por ello -en el caso que se pudiera solucionar-.
2. También está el hecho de que otorga un pequeño beneficio momentáneo: el alivio. Sientes que gritaste tu malestar y este quedó plasmado en un lugar. Funciona para aquellas quejas por las que realmente no puedes hacer mayor cosa. Les pongo el ejemplo de la queja de mi compañera Valentina:
¡Odio estas tonteras esotéricas!
Simplemente no le agrada eso y no le van a agradar nunca. Pero pudo dejar su disgusto anotado y sentir que lo había expresado.
3. El punto anterior genera otro beneficio ¡No molestas a tus compañeros! En nuestra sala de redacción a veces se gritan las molestias. ¡Sí, gritan! Ahora las guardamos en la libretita jaja.
En todo caso creo que hacer anotaciones de lo que les aqueja, les servirá para darse cuenta que pueden hacer algo para no andar disgustados todo el día, y por lo demás: NO NOS QUEJEMOS.
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¿Qué dice José de todo esto?
Tres cosas me llamaron la atención al momento de llevar esta libreta abierta:
1. Mis quejas fueron escritas dentro de la oficina en su gran mayoría. Quiero pensar que es parte del estrés laboral, porque paso gran parte del día allí. O quizás sea que fuera de la ofi construyo una vida súper feliz (lo cual creo que aplica).
Lo que me deja pensando este proyecto es que quizás deba sonreír más durante mi día laboral.
2. Llegó un punto en que mis amigas de la Redacción pedían la libreta para «gritar» por escrito su queja. Es bueno saber que podemos canalizar en alguna forma nuestra histeria. Quizás no lo arregla, pero bien dice la canción de Jarabe de Palo: Si salgo corriendo, tú me agarras por el cuello y si no te escucho, ¡grita!
3. La libreta es bonita, había olvidado lo que es llevar apuntes de mi vida. Pretendo seguir haciendo apuntes espontáneos. Además me gustó mucho compartir esta actividad con Mishell, en cierta forma somos parecidos pese a la diferencia de edad. Saben, en cierto modo todo el mundo es parecido pese a los pesares.
¿Ya eres fan de la libreta de quejas?
¡Ahora querrás llevarla a todas partes!