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No es ningún secreto que mucha gente ve porno en Internet sin conocer los beneficios de ver pornografía. Esta acción sucede, por lo general a puerta cerrada. Sin embargo, Siobhann Tighe de la BBC decidió descubrir qué pasaría si te encontraras a alguien que está viendo pornografía en público.
Beneficios de ver pornografía y la etiqueta en lugares públicos
Los beneficios de ver películas para adultos se resumen en poco puntos: te permiten conocer tu cuerpo, tus gustos y fantasías. No son clases de sexualidad, pero sí te ayudan a explorar tu imaginación y aprender nuevas formas de obtener placer. También ayudará a mejorar tu vida sexual si logras recrear lo que imaginaste.
Un viaje en bus viendo porno
Siobhann Tighe entró en un bus londinense en su camino a casa después de un largo día de trabajo. Los pasajeros estaban envueltos en gruesos abrigos, capuchas y sombreros. Encontró un asiento y mientras el automóvil avanzaba se encontró desviando la mirada hacia el smartphone del desconocido a su lado. Tighe asegura en su relato que el artefacto no estaba haciendo ruido, pero que pronto se dio cuenta que su compañero de viaje estaba viendo porno…en un lugar muy público. El hombre llevaba una capucha, que cree bloqueaba su visión periférica y tal vez por ello no notó las miradas del periodista hacia su móvil.
Tighe comenta que se sintió » incómodo y molesto», pero que no hizo nada al respecto. No le dijo nada antes de que abandonara transporte, tampoco informó al conductor del bus. Al llegar a su parada comenzó a indagar sobre lo que acababa de ocurrir. Se preguntó sobre la existencia de leyes sobre mirar pornografía en espacios públicos y, en caso de que esas leyes existieran, qué tan fáciles serían de hacerlas. Sobre todo quería saber el por qué este pasajero sentía que el transporte público era un lugar apropiado para ver el porno, y si debería estar preocupado desde el punto de vista de la seguridad.
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«Como periodista, también lo miré desde su punto de vista, a pesar de que me hizo sentir incómodo. Me pregunté: ¿está dentro de sus derechos de ver el porno en su dispositivo privado donde quiera que esté? ¿Las libertades civiles en nuestra sociedad le conceden esa libertad?», dice Tighe en su relato.
Un debate abierto sobre dónde esta bien y dónde mal
Siobhann Tighe llevó sus dudas a su círculo de amigos. Todos parecían tener una historia propia o una opinión. «Me pasó cuando estaba con mi hijo tomando un café en un aeropuerto suizo», le dijo uno. «Dos chicos italianos estaban sentados a mi lado, dije algo porque me sentía seguro y sentí que habría apoyo si se produjera una discusión». Funcionó, y ellos cortésmente apagaron el portátil.
Todos comentaban algo, pero ninguno estaba seguro de dónde estaba la ley, la norma, la etiqueta a seguir. Al fin y al cabo es un debate abierto porque mientras unos se sentirán incómodos a otros no les importará en lo más mínimo.
Según la profesora Clare McGlynn de la Universidad de Durham, especializada en la ley del porno, hay poco para impedir que alguien vea material pornográfico en público, por ejemplo en transporte público, en una biblioteca, en un parque o en un café. «Es como leer un libro», dijo a la BBC.
«Ellos están viendo material legal que está libremente disponible, y restringir el acceso de la gente a él presenta otros desafíos», comenta McGlynn.
En opinión de la profesora McGlynn, la ley sólo lo impediría si el espectador pornográfico está acosando a alguien o causando una perturbación. Y en esas circunstancias se plantea un dilema. «Es como si alguien te gritase, llamándote a ‘¡Anímate, amor!'», dijo McGlynn. «¿Lo enfrentas, o te bajas la cabeza y andas a lo largo?», añadió.
En Transport for London Tighe encontró otra respuesta, pues los responsables de la empresa parecían tomar el caso muy en serio. «Si alguien le ha hecho sentir incómodo, por ejemplo viendo material pornográfico, por favor avise a la policía o a un miembro de nuestro personal», le informaron. Un miembro del personal incluso le dijo que este tipo de incidentes deben reportarse al conductor del autobús, quien informaría al centro de control, y la información sería luego pasada a la policía para que investiguen. Aunque, en opinión de la profesora McGlynn, no hay mucho que la policía pueda hacer.
James Turner QC se puso en contacto con la BBC para decir que sí existe una ley en Londres que podría constituir la base de una acusación. Ésta sería la ley de Indecent Displays de 1981.
Hace cinco años, en Estados Unidos, el director ejecutivo de un grupo llamado Morality in the Media tuvo una experiencia similar a la de este periodista de la BBC, pero la suya fue en un avión. Como resultado, el grupo ahora llamado National Center On Sexual Exploitation (NCOSE), hizo una campaña para que las principales aerolíneas estadounidenses detengan a los pasajeros que estén viendo porno.
«Todos ellos, a excepción de uno, acordaron mejorar sus políticas para prohibir que los pasajeros vean este material durante los vuelos y acordaron entrenar mejor a sus auxiliares de vuelo en lo que deben hacer», dijo Haley Halverson de la NCOSE.
Los autobuses no tienen asistentes de vuelo y tampoco los trenes.La policía puede querer investigar estos incidentes en el transporte público, pero cuentan con una desventaja: los pasajeros pueden bajarse cuando quieran. ¿Cómo atraparlos para indagar sobre el caso?
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