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Dicen que se está dando un cambio en Guayaquil. El Funka Fest puede que sea una muestra clara de ello. Cada vez hay más espacios para las expresiones artísticas y culturales; y ese mundo un tanto under está tocando el asfalto de la Perla.
En el festival, además de excelente música -que fue el principal atractivo-, hubo exposiciones de artes visuales y escénicas que también tuvieron gran acogida. Las funciones de microteatro resaltaron por ser ese formato fácil de digerir y, además, súper entretenido. Sin embargo, las instalaciones, galerías de fotos, documentales, cortometrajes y obras de teatro más extensas le dieron un toque especial a un festival que llamaba más la atención por su line-up, que por cualquier otra cosa.
Y es que los guayaquileños no vamos a museos y cuando una muestra de arte se abre en la ciudad, usualmente tiene poca acogida; los teatros no es que se llenan (a menos que la obra sea con actores de televisión) y creo que usando la música -una dinámica más popular- como excusa, el festival fue un excelente espacio para inyectar un poco de arte en Guayaquil.
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Desde mi perspectiva de mera espectadora, sin ánimos de hacerme la curadora de arte, les quiero compartir esas obras que me gustaría volver a ver. Ahí les mando la indirecta, gestores culturales.
Arte en Guayaquil: Lo que nos mostró el Funka Fest
El salón de artes visuales tuvo un recorrido dinámico. Desde galerías de fotos hasta instalaciones que se experimentaban con los sentidos. Uno de los denominadores comunes de ciertas obras fue una especie de retrato de la ciudad, del «territorio que habitamos». Creo que de alguna manera se aviva la discusión de la apropiación del espacio público, algo que en Guayaquil no se lleva muy bien.
Vecindades
Hablamos con Vicente Gaibor del Pino sobre Vecindades, un proyecto fotográfico que comenzó en 2009. Desde esa fecha inició su curiosidad por la vida en las casas colectivas de Guayaquil. Su trabajo se fijó en los bloques de Gómez Rendón y Av. del Ejército.
El arquitecto y fotógrafo indica que su trabajo «tiene que ver con una mirada bastante arquitectónica de la ciudad como una construcción social». La mayoría de las 15 fotos mostradas en la galería de artes visuales del Funka Fest fueron tomadas en este año; pero aún piensa seguir fotografiando a las vecindades.
«También desde la arquitectura creo que hay cosas que se perdieron que sirven mucho», se refiere a los modelos arquitectónicos de las casas colectivas, con sus patios centrales que sirven para refrescar los apartamentos, pero también para alimentar el tejido social y la vida entre vecinos. «Se crea un asunto como de convivencia, como una familia ampliada».
«Es bien de memoria, bien de tratar de hablar -digamos- a través de las sombras, del calor, de la penumbra en la que nos gusta estar a los guayaquileños»
Y es que el calor está presente en las dinámicas sociales de Guayaquil. Desde el apego familiar hasta «chantarse a tomar una cerveza», explica Vicente.
Clavadistas del Salado
Mi madre me contó que cuando ella era niña, los fines de semana iban a bañarse al estero Salado. Actualmente, por la contaminación, esta maraña de agua que recorre la ciudad no es un lugar tan propicio para los chapuzones domingueros. Sin embargo, en algunos barrios de Guayaquil esta práctica no se ha perdido.
Una muestra fotográfica y documental retrata cómo aún en algunos sectores de Guayaquil, el estero Salado sigue siendo motivo de integración familiar y comunal.
Sinfonía 24
Esta es un instalación interactiva que te permite recorrer 24 lugares del mundo a través de sus sonidos. Es una burla al tiempo y el espacio, pues cada parlante recoge sonidos de un lugar representativo de cada huso horario mundial. Así, acercando tu oído vas de tiempo en tiempo recorriendo el mundo entero.
Disonancia
Este es un corto experimental de casi 10 minutos, que homenajea la música de Malí, país de África occidental. Durante la ocupación de grupos extremistas islámicos al país en 2012, la música tradicional fue prohibida. Esto causó un rompimiento del tejido social; sin embargo, después que los extremistas fueron desalojados de Malí, Salym Fayad registró la recuperación de las melodías.
El documental más que una denuncia, recoge imágenes del quehacer musical y la vida diaria en Malí. No hay mayores diálogos ni discursos, más que el que la música expone en cada toma.
Cómic
Obra de teatro apta para todo público, pero especialmente para quienes quieran reírse hasta que duela la pancita. Santiago Carcelén presenta una comedia en la que solamente se vale de sus expresiones para mostrar situaciones ridículamente graciosas. A lo Mr. Bean, sin diálogos, aunque acompañado de música y efectos de sonido que decían las palabras que él no pronunciaba.
Mía Bonita
Cerrar con broche de oro le viene corto al Funka Fest con Mía Bonita. La obra de teatro cabaret fue el último espectáculo de los tres días de festival. Con casa llena y ovaciones, el público conoció la historia de Mía Bonita, una transgénero que de niño caminaba por las calles polvorientas de un pueblo y era abucheado por parecer niña.
Ese trans de mirada orgásmica es Mario Suárez, quien escribió la obra basándose en su propia vida, pues «hay que ser muy hombre para haber soportado lo que viví yo». La obra, con dirección de Jorge Parra, es completa: visuales, vestuario, música, danza y una historia que desgarra y abraza a la vez.
Advertencia: Mía Bonita no es apta para mojigatos, pues hay una fuerte denuncia a la religión como arma de sometimiento al pensamiento. Pero, la historia central recae en la transformación, no solo física, sino interna, emocional, psicológica de Mía. Lo puedes ver cada que conversa con «Bebé».