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Los bebés recién nacidos pueden ser adorables, exigentes e indefensos, pero tendemos a no pensar en ellos como criaturas particularmente sociales. Pero un estudio sugiere que no sólo los recién nacidos tienen experiencias «sociales», sino que aprenden de estas casi tan pronto nacen.
El equipo de la Dra. Emese Nagy, de la Universidad de Dundee, introdujo bebés recién nacidos, algunos de tan sólo dos horas de edad, a una situación llamada «still face» (todavía rostro). Nos comprometimos a atraer a los bebés durante tres minutos y entonces les mostramos una cara inmóvil, como si estuviera congelada en medio de una conversación, durante otros tres minutos antes de volver a atraer a los recién nacidos.
El efecto de una ruptura de la comunicación como este, se sabe que es dramático con los bebés mayores, quienes evitan su mirada, sonreír menos y empezar a llorar durante el período de ruptura. También muestran un «efecto de traspaso», lo que significa que, incluso después de que el experimentador los vuelva a atraer, continúan evitando su mirada y generalmente no se vuelven a enganchar por un tiempo.
El equipo encontró que incluso los recién nacidos que no tienen experiencia previa con la comunicación cara a cara muestran una respuesta robusta a esta ruptura de comunicación. Dejaron de mirar al experimentador, mostraron una angustia visible y finalmente empezaron a llorar. Sus respuestas de socorro continuaron mucho más allá de la interrupción de la comunicación. Las respuestas de los recién nacidos sin experiencia previa de comunicación social cara a cara, eran indistinguibles de las de los niños mayores con una exposición de meses de duración a tales experiencias.
Aprendiendo de la experiencia
Las reacciones relatadas de los recién nacidos no fueron respuestas aleatorias o únicas a un evento desconocido. Cuando la doctora Nagy repetió el procedimiento un día después, los bebés mostraron el mismo patrón de angustia, aversión a la mirada y llanto. La situación era claramente estresante para ellos en ambas ocasiones.
Hubo una diferencia significativa. La segunda vez que estaban en la misma situación, los recién nacidos aumentaron su mirada en el investigador después del período de «cara inmóvil». Su comportamiento fue estudiado examinando los videos marco por cuadro, y los patrones apuntaron a una respuesta activa, significativa por los recién nacidos, no sólo fatiga, aclimatación o indiferencia a la situación.
Los recién nacidos son socialmente sensibles y proactivos
La investigación de la Dra. Nagy sugiere que los recién nacidos están particularmente motivados para comprometerse con nosotros. Los recién nacidos no sólo son capaces de copiar los gestos mostrados a ellos sino también de usar sus tendencias imitativas para comunicarse e incluso iniciar encuentros interpersonales poco después del nacimiento.
Sin embargo, las interacciones cotidianas son «impredecibles», llenas de errores y reparaciones posteriores. La situación de la cara inmóvil proporciona un modelo de laboratorio de estas rupturas y reparaciones no verbales de la comunicación. Hasta el 70% del tiempo, los pares madre-bebé están en un estado de incompatibilidad, rompiendo las expectativas del otro. Ahora se ha demostrado que desde el nacimiento, los bebés pueden contribuir proactivamente a una comunicación exitosa y activamente capacitar a sus cuidadores para ayudarlos en momentos de estrés.
La forma en que los recién nacidos sin experiencia previa entienden las rupturas sociales, y cómo son capaces de modificar sus comportamientos de manera significativa después de una sola exposición a este estrés social, aún no se ha explorado. Sin embargo, estos resultados sugieren que la participación activa de los recién nacidos en la regulación de sus propios entornos sociales y el desarrollo ha sido ampliamente subestimada.
¿Te parece revelador el presente estudio del desarrollo del bebé? Cuéntanos en los comentarios
Fuente: The Confidence