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Si pensabas que los fantasmas de verdad son como los que aparecen en las malas películas de terror, esos que se aparecen frente a la cámara y tienen un maquillaje bastante pobre, estás equivocado. Los de verdad a penas podrías reconocerlos a menos que ellos quieran que así sea. Ellos pasan rápido y se aseguran de que te quedes con la duda de su existencia, solo así se divierten. Algo así es lo que deja la lectura del libro ‘Temporada de fantasmas’ de la argentina y maestra del microcuento, Ana María Shúa.
Con ella te aseguro que volver a creer en fantasmas es fácil, me pasó a mí. Los microcuentos de Shúa se dividen en secciones que poco a poco te van envolviendo en ese manto evanescente. Por eso, aquí te dejo algunas observaciones que prepararán tu mente para volver a creer en esas cosas de la vida que parecen desaparecer, tal y como los fantasmas que crees ver bajo tu cama cuando duermes.
1. Para entender aquellos misterios de la ficción como: «Para detener a la bruja que lo persigue, arroja un peine y el peine se convierte en bosque». Tienes que saber que la ficción no es para todos, ve entendiendo que hay mundos fantásticos desconocidos.
2. En temas de parejas y amor Shúa recomienda: «Para hacerse querer, machacar en un mortero de plomo diez ojos de murciélago y una cabeza de mamba fresca hasta reducirlas a una pasta».
3. Las enfermedades también tienen esa característica melancólica y solitaria: «Su tobillo se había transformado en un sacerdote budista mendicante que ya no quería ni podía cumplir las funciones de una articulación ósea».
4. Claro, también es importante saber que hay cosas del mundo real que asustan: «Este hombre, que era actor, tuvo el valor de luchar por su propia muerte, pero no el de matarse sin espectadores».
5. Los fantasmas te enseñarán que puedes encontrarlos en los momentos más cotidianos de la vida: «Como Greta Garbo desvistiéndose detrás de un biombo, la Muerte asoma su pierna flaca tras la cabecera de la cama».
6. Ana María Shúa también te habla de esos mundos que se deslizan entre lo onírico y lo real: «Me han prestado su casa y yo la he perdido, qué vergüenza, qué vergüenza, cómo presentarme otra vez ante esta gente, me van a querer matar».
Creer en fantasmas no es para todos
Foto producción: Gabriela Logacho