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Sigue siendo una dura e incansable lucha porque el #NiUnaMenos se convierta en un lema de vida en toda la humanidad. Un nuevo feminicidio, el de Lucía Pérez, donde la crueldad se ha superado a sí misma, ha ocurrido. El ánimo, aunque caído porque esto es un cuento de nunca acabar, deberá seguir inquebrantable hasta que la sociedad comprenda de una vez por todas que ya basta de violencia contra la mujer por el mero hecho de ser mujer (o por cualquier motivo).
Este miércoles 19 en Argentina, país donde fue asesinada Lucía, muchísimas personas se vestirán de negro como acto de repudio a este feminicidio, y para continuar alertando a la gente del problema y exigir soluciones. La actividad se ha llamado #MiércolesNegro. Habrá un plantón de actividades de la mujeres convocado por el colectivo #NiUnaMenos. Luego marcharán por todo el centro de Buenos Aires. También se activará el hashtag #VivasNosQueremos.
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«Nosotras paramos. Vivas nos queremos. Basta de violencia machista”.
#NiUnaMenos
Juntas somos infinitas.Sumate!#ParoDeMujeres #MiercolesNegro #NiUnaMenos #VivasNosQueremos pic.twitter.com/l5P14RKwY1
— Ɲataℓia Lorena (@NattLoren) October 18, 2016
En Chile, donde hace poco también hubo un terrible caso de feminicidio, contra Florencia (niña de 10 años) por parte de su padrastro, la comunidad también se ha convocado en la popular Plaza Italia del centro de Santiago, para protestar contra la violencia hacia la mujer.
En redes sociales se está viralizando el hashtag #MiércolesNegro y pidiendo vestir de negro para esta fecha; de modo que quienes no puedan estar en las marchas, puedan demostrar su apoyo.
Mañana #MiércolesNegro las mujeres nos vestimos de luto para gritar que en Argentina y en el mundo no queremos #NiUnaMenos pic.twitter.com/z87eY9YmZ7
— Viviana Resistiendo (@viviresistiendo) October 18, 2016
Los feminicidios no son casos aislados
No quisiéramos relatarlos, pero es necesario darte a conocer la gravedad del asunto. Estos son solo dos casos de los múltiples que hay en tu país, en tu región y en el mundo. Porque la violencia mínima y extrema hacia la mujer es una realidad que estamos permitiendo como sociedad. No son casos aislados.
Violada, drogada y empalada
Su nombre era Lucía Pérez, pero podría haber sido toda mujer latinoamericana. De hecho ya han sido otras también. Según ONU Mujeres, de los 25 países del mundo con las tasas más altas de feminicidio, 14 son de América Latina y el Caribe.
Esta vez fue en Mar del Plata, ciudad balneario situada en la costa atlántica de la provincia de Buenos Aires. Lucía de 16 años, se topó con dos jóvenes a la salida del colegio, a quienes les habría querido comprar un poco de marihuana. A Matías Gabriel Farías, de 23 años, no lo conocía; pero hicieron una aparente amistad y quedaron en pasar la tarde en su casa al día siguiente. La fueron a recoger. Ella fue sola y se encontró con Farías, Juan Pablo Offidani (41 años, pareja de la madre de Farías) y otro hombre. La reunión habría sido para beber alcohol. Los hombres empezaron a inhalar cocaína. Lucía fue obligada a esnifar grandes cantidades, según consta en el expediente. Una vez afectada por el alto consumo, es cuando «fue sometida a una agresión sexual inhumana», según la fiscal María Isabel Sánchez.
Un palo fue introducido en su vagina -así como se lee, como las torturas medievales-, esto le produjo un shock cardíaco producto del terror de verse en una situación de horrenda tortura. Mientras seguía siendo violada, sus asesinos se dan cuenta de que está casi sin vida y tratan de limpiar el cuerpo y borrar huellas. La visten para dejarla en un centro de salud en una furgoneta. Ya había muerto.
Farías dice a los doctores que la llevó por una sobredosis y se queda para saber noticias. Offidani escapa antes. Luego ambos son detenidos mientras vendían drogas.
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Descuartizada, quemada y enterrada
Florencia llegó a tener 10 años. Su vida fue cruentamente mutilada por su padrastro, Christian Celestino Soto. Ellos vivían en Coyhaique, al sur de Chile.
Su cuerpo fue encontrado en la leñera de su casa, había sido carbonizada y enterrada en una fosa. Luego de ser interrogado, Soto finalmente asumió el crimen, sin tener claro por qué lo hizo: «Yo la tengo que haber matado, porque no creo que alguien más lo hiciera, estábamos solos. En varias ocasiones ocurre que tomo mucho y al otro día no me acuerdo de lo que hice».
Como antecedente que demostraría que se vivía un ambiente de violencia intrafamiliar, una de las hermanas de Florencia estaba bajo la tutela de la tía.
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Estos casos no debieran servir solo para escandalizarnos, y menos para alimentar el morbo de hasta qué extremo puede llegar la crueldad de las personas. Están ahí para ser firmes en la protesta, para cuestionar si las actitudes diarias que tenemos siguen fomentando el abuso de género. ¿Cuántas otras vidas deben terminar para darnos cuenta que la violencia hacia la mujer es real y debe acabar? La respuesta es #NiUnaMenos