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La literatura japonesa es muy poco conocida en occidente. ¿Conoces a otro escritor nipón además de Haruki Murakami? En la actualidad ese autor parece ser el único representante de su cultura debido a que se convirtió en un superventas. Sin embargo, la literatura literatura japonesa tiene a otros grandes autores como: Ryunosuke Akutagawa (1892-1927), Yasunari Kawabata (1899-1972) y Yukio Mishima (1925-1970).
Entre ellos quizás el más conocido dentro de la literatura universal es Yasunari Kawabata, quien fue el primer japonés en ganar el Premio Nobel de Literatura en 1968. Después de él solo Kenzaburo Oe en 1994 ha ganado el nombrado premio y desde allí nadie. Kawabata en sus novelas se encarga de plasmar la soledad con todas las aristas posibles, y es que él las conoció muy bien. Quedó huérfano a muy temprana edad por lo cual se convirtió en un lector insaciable y un incorregible solitario.
Sus novelas más populares son: «País de nieve», «El maestro de Go», «El sonido de la montaña» y «La bailarina de Izu». El siguiente fragmento es una muestra excelente de la obsesión del autor por la muerte. Aquí un poco de «El maestro de Go«:
Hace poco se editó «Correspondencia 1945-1970«, que es una recopilación de cartas que intercambiaron Kawabata y Yukio Mishima durante 25 años. Ambos eran grandes amigos, incluso se menciona a Mishima como su discípulo. Además, muchos atribuyen la deprimente muerte de Kawabata a la muerte ritual de su amigo Mishima.
Sin duda, Yasunari Kawabata representa una de las más grandes influencias de la literatura japonesa para el mundo. Celeste Avendaño y Alejandro Gamen de la Universidad Nacional de Rosario, se refieren al estilo del autor: “Su técnica narrativa ahonda en la tradición más arraigada, y de la influencia occidental sólo se perciben los destellos de un estilo descriptivo sofisticado y complejo». Con mucha razón el colombiano Gabriel García Márquez escribió «Memoria de mis putas tristes» como un guiño de ojo a la novela del japonés «La casa de las bellas durmientes«. García Márquez cita la novela de Kawabata: «No debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la mujer dormida ni intentar nada parecido».
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