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Irene Díaz Alonso publicó originalmente este texto sobre la Feria del Libro de Madrid en calidad de corresponsal para el blog La Última Matrioska. Ella no quizo dejar de asistir al evento para ponerse al día en cuanto a las novedades literarias.
La 74 edición de la Feria del Libro de Madrid echó el cierre el pasado domingo 14 de junio y lo hizo con un aumento del 6,1% en las ventas. El lema de esta edición ha sido «El amor está en lo que tendemos (puentes, palabras)», un verso del poeta José Ángel Valente.
Como siempre, El Retiro fue el emplazamiento elegido para esta celebración. Con intención de evitar el bullicio, decidí acudir tres días antes del cierre, pero me salió el tiro por la culata. Había tanta gente que casi no se podía caminar, y eso que la feria era realmente inmensa. Aquí va tan solo una muestra de las positivas cifras que ha dejado el evento: 7.904.000 euros en ventas que han supuesto la tercera subida anual consecutiva en el sector. Esta extraordinaria acogida es un rayo de esperanza para la castigada industria del libro, que lleva sufriendo pérdidas desde 2008.
Feria del Libro de Madrid
El evento en datos
La feria estuvo abierta al público desde el 29 de mayo hasta el 14 de junio y ha contado con 368 casetas, 472 expositores, 25 organismos oficiales, 9 distribuidores, 60 libreros especializados, 55 generales y 322 editores, de los cuales 185 eran madrileños.
Además, durante aquellas dos intensas semanas en las que los amantes de la literatura se dieron cita con los libros, se ha homenajeado al poeta José Ángel Valente, a Dámaso Alonso, Teresa de Ávila, Carmen Martín Gaite y, por último, a Ana Maía Matute.
En cuanto a los grandes protagonistas de este año, sin duda han sido la poesía y la literatura centroeuropea. De hecho, narradores y ensayistas como Adam Zagajewski, Andrezej Sapkowski y Olga Tokarczunk participaron activamente.
El ambiente
Caminar por la Feria del Libro de Madrid era caminar entre las masas, acceder a los stands con dificultad y observar con ternura los rostros de los visitantes, tanto ancianos como jóvenes, que hacían discretas muecas de felicidad al encontrar el libro que desde hacía tanto tiempo habían estado buscando.
Había perros que ladraban, bebés que lloraban, niños, mamis, papis, grupos de adolescentes, frikis solitarios (y no lo digo en tono despectivo, ojo) ávidos de nuevo material en las librerías especializadas (desde la novela negra hasta el cómic) y parejas de todas las edades. Tampoco faltaban instagramers haciéndose selfies con su último fichaje de Raquel Córcoles (autora de Moderna de Pueblo, Las Rayadas y El Cooltureta).
Caminar entre las diferentes librerías también era sentirse abrumada por la cantidad de portadas diferentes, desde las variadas coloridas infantiles y adolescentes hasta las similares e infinitas portadas de los superventas.
Caminar por allí era ver autores firmando libros con ristras de fans haciendo cola y, con un poco de suerte, encontrar alguna joya literaria escondida. Por ejemplo, yo encontré reediciones de cómics antiguos como Batman: El Caballero Oscuro Regresa de DC Comics o Las Guerras Secretas de Marvel. También recopilaciones de fotografías de moda, desde editoriales de VOGUE, hasta imágenes de modelos con creaciones de Dior.
Caminar por allí era dejar volar la imaginación y soñar entre las páginas hojeadas con prisa para dejar paso al otro.