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La identidad secreta siempre ha sido asociado a superhéroes de ficción, porque el anonimato además de tener cierto encanto, a veces puede ser muy útil. Sin embargo, usualmente los escritores quieren ser reconocidos, por eso el misterio de Elena Ferrante ha causado sensación y extrañeza. Se dice que tiene 43 años y solo la conocen sus editores italianos.
¿Quién es Elena Ferrante?
Nadie lo sabe y ese es el chiste, pero su historia es intrigante. Escritora de la tetralogía Dos Amigas, donde describe las vivencias de Lila y Lenú en Napolés. En Italia, ya suman millones de lectores por su manera de transmitir caracteres llenos de honestidad y realismo. Su intención de mostrar un pedazo de la historia de Italia, al ambientarla en un barrio popular napolitano es excelente.
Los títulos que forman esa saga son: La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida. Quienes la han leído han entrado a eso que se llama #FiebreFerrante o #FerranteFever (porque en EE.UU. tiene enorme acogida). Antes había escrito El amor molesto, Los días de abandono y La hija oscura.
Hay tantos, tantos párrafos de «Un mal nombre» que son susceptibles de análisis en esos talleres de escritura… #FiebreFerrante
— Miguel Antón (@herncastle) June 9, 2016
Que un libro de ficción tenga muy buenas ventas no significa que sea realmente de mucha calidad literaria, sin embargo Ferrante tiene más admiradores que críticos. Por eso es extraño que su autora haya decidido permanecer anónima.
«Los libros, una vez publicados, pueden y deben prescindir de la persona que los escribió». Elena Ferrante
Ella considera que no es necesario figurar entre un círculo de «gente que siente que son triunfadores», y de esa forma se rehúsa a caer en lo que llama «ansiedad por notoriedad». Por supuesto no faltan las especulaciones. Hay quienes dicen que Elena Ferrante es Marcella Marmo, una profesora de Historia. Otros dicen que son varias personas, otros que es en realidad el escritor Domenico Starnone o Goffredo Fofi.
Al saber que hay quienes dicen que es un hombre, Elena Ferrante contestó:
“¿Has oído hablar de que un libro firmado por un autor hombre es en realidad fruto del trabajo de un grupo de mujeres? Se tiende a encerrar a las escritoras en un gineceo -sitio solo de mujeres- literario (…) Es difícil encontrar un comentario que rastree la influencia de una mujer en la obra literaria de un hombre». Elena Ferrante para Vanity Fair
¿Cómo será Elena Ferrante? Es una incógnita, aunque ella parece complacerse en ser descubierta a través de sus letras, sin necesidad de un rostro o presencia en medios.
«El lector, competente o no, siempre es el único juez», dijo Ferrante.
¿Quiénes más han preferido el anonimato?
Hay autores como J.D. Salinger o Thomas Pynchon que han preferido ocultarse de la vida pública, cuando empezaron a tener reconocimiento.
« Los sentimientos de anonimato y oscuridad de un escritor constituyen la segunda propiedad más valiosa que le es concedida » J.D.Salinger
Por otra parte, la historia cuenta que el conflictuado Franz Kafka le entregó sus escritos a su amigo Max Brood con la orden de que los desaparezca, lo cual no hizo. Al parecer a Kafka le hubiera encantado permanecer en el anonimato.
De haber sabido la fama que tendría, hubiese gustoso hecho una metamorfosis a un insecto, para dejar de llamar la atención. Lamentablemente una idea tan poderosa, difícilmente hubiese pasado inadvertida, por eso su libro es tan popular.
Luego tenemos a la famosa J.K Rowling, que para evitar la presión tras el éxito multimillonario de Harry Potter, prefirió usar el seudónimo de Roberth Galbraith al escribir El canto del Cuco.
Y qué tal las hermanas Brönte, quienes ante la discriminación hacia las mujeres más que evidente del siglo XIX, prefirieron firmas como Currer, Ellis y Acton Bell (Charlotte, Emily y Anne).
La brillante Doris Lessing en cambio fue Jane Somers, que quiso jugarle una broma a sus editores, quienes rechazaron el libro firmado como Somers.
«Quería demostrarles que a veces ese rechazo no tiene nada que ver con la calidad del libro ni con el talento del autor, sino que responde a un mecanismo automático. Como no tienen un nombre conocido, nadie les hace caso». Doris Lessing
Agatha Christie es sinónimo de misterio, por eso prefirió ser Mary Westmacott al momento de escribir novelas románticas. También le fue bien en ese estilo.
En cambio Tristán e Isolda, Los Nibelungos, Las Mil y Una Noches, Gilgamesh, Sir Gawain y el Caballero Verde, Lazarillo de Tormes y otros, son libros que tienen en anónimo su autor.