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Hace ya un mes que me casé con quien fue mi enamorado por casi cinco años. Nunca antes habíamos convivido, por lo que aún estamos tratando de poner en orden este nuevo caos que decidimos crear (y creo que lo seguiremos haciendo por un buen rato). Y pues sí, estamos en ese tiempo de acoplamiento, desplazos y mestizaje; tiempo de conocimiento y también de quiebres. Nada de esto es malo, en realidad hemos descubierto lo ideal que es lograr la vulnerabilidad en una relación, aunque no es tan fácil como describiría WikiHow.
Lo interesante de esta nueva etapa es que, al mismo tiempo que conoces más de la otra persona, también puedes verte a ti mismo con mayor claridad. Estos son los nuevos aspectos de mi vida que he podido observar en este tiempo. No me juzguen, probablemente ustedes también tengan similitudes y no las hayan notado.
El primer mes de casados y sus revelaciones
1. Soy predecible
No había notado que soy una persona de rutinas, bueno sí me había dado cuenta, pero ahora creo que en serio tengo un problema. Mi cuerpo casi se levanta solo, siempre a la misma hora: 6:45am. No demoro en estirarme, en realidad salto de la cama como si tuviera un resorte en mi espalda. Tengo un sinnúmero de cosas anotadas en la agenda y no importa lo que pase, siempre me molesta el cambio de planes. Durante la noche me paso pensando qué me pondré de vestir al día siguiente y me incomoda la incertidumbre de no saber si amanecerá soleado o nublado. Mi esposo conoce mi rutina y me acompaña a cumplirla, en realidad es un alivio que sea diferente a mí.
2. Tengo rituales nocturnos ¡sagrados!
Quienes me conocen saben cuánto odio la noche y el hecho de que mi cuerpo requiera dormir. Hace poco hubiera afirmado rotundamente que lo más molestoso en la vida para mi, era eso: dormir. Sin embargo, ahora me doy cuenta que tengo ciertas exigencias, poco comprensibles para el resto, con el hecho de dormir. Por ejemplo: Detesto que haya luz en el cuarto, no soporto el sonido de las manecillas del reloj moviéndose; aunque para dormir mejor requiero el sonido del ventilador encendido. Me gusta dormir cerca de la pared y con mi propia sábana. Ante esto y más, comprenderán lo que ha significado para mi compartir cama y recibir inconscientes empujones que me despiertan y me hacen pensar: ¿Dónde estoy, qué hago aquí?
3. Mi adicción quedó desmentida
Hubo un tiempo en que realmente me perturbé pensando que era una adicta al celular. No lo dejaba en ningún momento, incluso mis compañeras de trabajo podían notarlo y por eso -perversamente- me retaron a dejar las redes sociales por una semana. Digamos que me fue bien. Pero ahora, en este primer mes he podido ver que el porcentaje de veces que tomo el celular se ha reducido drásticamente. Bueno, creo que entenderán por qué. Al parecer, el objeto de mi adicción no era Whatsapp ni una red social, era mi esposo. Uff!
4. Lo siento, pero soy una compradora compulsiva
Cuando nos estábamos cambiando de casa noté -extrañada- las tres maletas de ropa y zapatos que yo cargaba, obviamente se veía exagerado frente a la única maleta que él llevaba. Cuando ya fuimos ubicando la ropa en el closet, me di cuenta que solo con lo mío podía llenarlo todo y me faltaría espacio. Obviamente al notar el inconveniente dejé en las maletas lo que menos usaba. Paff! Resulta que fueron muchas cosas. ¡Compro ropa compulsivamente! fue lo que vino a mi mente. Por supuesto, antes de hacer un cambio radical, como deshacerme de mi ropa, medité: Quizás solo necesitamos un closet más grande.
5. Soy un poquito acaparadora
Este punto va de la mano con el 4. Como tengo tantas cosas, suelo apropiarme de todos los espacios «libres» de la casa (y de los pocos veladores del cuarto). Dado eso, mi esposo se ha visto obligado a mover sutilmente mis cosas y poner sus cinco cosillas: reloj, celular, cargador, esfero y libro. Este proceso de redistribución me ha costado un tanto, aún sigo poniendo mis collares, aretes, anillos, labiales y demás encima de sus cosas. Lo siento amor.
Con todo, este primer mes de casados ha sido genial. Hemos descubierto que nos gusta inventar recetas de comidas juntos, que soy capaz de intoxicar la casa con repelente si veo una cucaracha en la casa de al lado y que, creo necesitamos una cama más grande.