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La momificación del faraón Tutankamon ha dado pie a muchas historias y leyendas, por los misterios y sucesos extraños que rodeó su descubrimiento. Han pasado 95 años desde que se excavó la tumba de dicho gobernante, con una célebre maldición incluida.
Dicen que la maldición iniciada en la década de 1920 provocó la muerte prematura de varias personas conectadas con la expedición del Valle de los Reyes (Egipto) por parte del arqueólogo Howard Carter en 1922. Esa ola de muertes extrañas incluyó al rico donante financiero de la expedición, Lord Carnarvon, quien murió de un picor de mosquito infectado el mismo año. Curiosamente Carter vivió hasta 1939 (a los 65 años), siendo uno de los pocos que aparentemente habrían muerto de circunstancias más normales.
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Pero todos los hechos relacionados con la momia encontrada fueron miel para los cineastas de la época, que pese al temor de verse inmersos en la maldición, más pudo el deseo de contar una historia excitante y muy popular: ¡La Momia!
Hay que decir que para que los restos de Tutankamón sean embalsamados y convertidos en momia, tuvieron que eliminar sus vísceras de formas un poco escabrosas, como por ejemplo, absorber el cerebro a través de la nariz del cadáver. Las otras vísceras correrían suertes parecidas. Una vez libre de ellas, el cuerpo era lavado y cubierto de aceites.
La momia produce una fascinación enorme, por toda su simbología, un ser bruto y malvado vendado, sintiendo deseos de venganza por la profanación recibida y también siendo dotado de una historia romántica de amor prohibido. Es un monstruo que comparte destinos similares a las del mostruo de Frankenstein o de Drácula.
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Entonces en 1932 surgió la película dirigida por el cineasta alemán expresionista Karl Freund, que se impregna del mito de la momia y lo dispersa en la imaginación de millones de personas y sacude sus miedos más profundos. Boris Karloff interpretó magistralmente al sumo sacerdote momificado Imhotep, que es resucitado por la lectura de un pergamino mágico.
Posando como un egipcio moderno, Imhotep se convierte en su amor perdido Ankh-es-en-amon, (llamado así por Ankhesenamun, la media hermana y esposa del rey Tut), quien se ha reencarnado como una mujer que tiene una semejanza sorprendente a su princesa fallecida.
El guionista de la película John L Balderston había sido un corresponsal de noticias que había informado sobre la apertura de la tumba del rey Tut. Ocho años después siguió otra película que volvió a consolidar el espíritu turbio de la momia, esta fue The Mummy’s Hand (1940). Aquí ya aparece una momia móvil, idea que era ajena a los antiguos egipcios y en realidad va en contra de todo el concepto de la momificación, que trató de preservar a los muertos para una vida tranquila y pacífica.
Luego vinieron otras películas como La Madre de Terence Fisher en 1959 y The Mummy’s Shroud en 1967. Luego asoma otra película en 1971 Blood From The Mummy’s Tomb (1971), que parece tener una maldición propia. Cinco semanas después de la producción, el director Seth Holt murió repentinamente de un ataque al corazón. Además Peter Cushing fue echado como el padre de Leon pero fue substituido pronto después de la muerte inesperada de su esposa querida.
Después de eso, la Momia parece haber caducado, hasta que asoma en los ochenta Indiana Jones, Raiders of the Lost Ark (1981) que resucita una historia basada en Egipto y la búsqueda del Arca de la Alianza. Luego vendría Young Sherlock Holmes (1985), que se centró en el detective en ciernes descubriendo un culto subterráneo egipcio que momificaba los sacrificios humanos vivos como parte de su ritual sádico. Y ya en el siglo XXI la franquicia se rejuvenece con las cintas (1999-2008) protagonizadas por Brendan Fraser y Rachel Weisz, que retornan a la leyenda de Imhotep.
¿Te gustaría haber estado presente en el descubrimiento de la Momia?
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