Compartir
La autenticidad con la vive a diario Millán Ludeña ha generado un personaje inspirador que es posible conocer a fondo en la película From Core To Sun (Del Núcleo al Sol) que se estrena el 1 de junio en las principales salas de cine de Ecuador. Allí veremos cómo Millán ha conseguido llevar a la práctica su sueño de alcanzar cuanto se proponga, en su caso hazañas deportivas extremas, donde el hecho de fijarse un propósito lo conecta todo. Tanto que ahora brinda conferencias, donde además de relatar sus hechos (con mucho trabajo de equipo), también está empeñado en impulsar los sueños de las personas a las que logre llegar.
«Mira algunas razones de por qué ver esta semana From Core To Sun»
Los límites nos condenan
Conversamos con Millán en su estadía en Guayaquil, su ciudad natal. Vive los 38 años y no solo tiene sueños por cumplir creándose o renovándose, también tenía un poco de sueño porque no había dormido mucho en los últimos tres días, pero feliz porque fue debido a ocupaciones relacionadas con el estreno y otras tareas de su faceta de conferencista motivador. Ya habrá oportunidad para descansar, ahorita está enfocado. Milán es dueño de sus horarios y de sus responsabilidades y eso -afirma convencido- es la mejor sensación.
Su vida no siempre fue así, tenía un trabajo convencional y horarios poco flexibles, pero un día, poco después de mudarse a la serranía llena de montañas, no muchos años atrás, sintió la inquietud por en una de ellas. Cuando supo que había una carrera fue a inscribirse. Pensó en una distancia que consideraba alcanzable, los 10 km, pero ya no había cupo para esa carrera, tampoco para la de 20 km… solo la de 50 km. Hombre práctico, se registró, aunque en su mente rondaba la idea a abandonar en los diez kilómetros. Al correr, quiso dejarlo a los 9 kilómetros, pero no contó con que en la montaña no se puede hacer esa gracia de salir de la carrera en cualquier punto, sino que hay un punto establecido para recoger a quienes abandonan. Y eso era en el kilómetro quince.
Llegó pues al quince y algo ocurrió en él, sintió que si había llegado allí para qué detenerse, que lo haría luego. Y en cada nuevo límite que se imponía sentía un nuevo impulso de no detenerse. Así cumplió los 50 km, bastante agotado pero con una nueva perspectiva de la vida, que lo llevaría a correr en la Patagonia y más lugares extremos.
¿Qué habría pasado si decidía no inscribirse porque no había cupo en los 10 km?
Al reflexionar sobre ello ahora siente que hay un par de palabras que le causan algo de fastidio. Una es los límites. Considera que los límites nos condenan. Incluso cuando encuadran una meta positiva, limitarla corta el vuelo.
La otra expresión que le resbala es aquel concepto de ‘ser realistas’. Lo atribuye a personas que nunca se atrevieron a soñar o que en la vida han ganado experiencias pero han perdido motivación. Y ser realista termina siendo «una palabra bonita para no intentar nada».
«Para qué entrar a la vida a perder el tiempo»
Millán tiene claro que soñar implica activarlos de forma constante: hay que maquinar los sueños, ir viendo el camino, vivir el sueño, estar alertas a oportunidades, trabajar el presente. Para qué entrar a la vida a perder el tiempo, señala, si en la vida siempre nos están pasando cosas, están allí, el asunto es tener en la mente algo puntual, un propósito que nos haga conectar hacia lo importante, hacia lo que queremos. Al final todos los puntos que te han llevado hasta aquí están conectados, enfatiza Millán, y de eso te das cuenta cuando miras atrás. Estar atento te permite desarrollar una mejor intuición que te guíe en el camino.
Cuando tenemos una propósito en mente las cosas empiezan a asomar.
Millán Ludeña
«Mira lo que ocurrió en el evento Inspira Ecuador»
Los millenials están acertando en sus prioridades
A medida que se hila la conversación, Millán topa con uno de los obstáculos más usuales que tienen las personas, especialmente en Latinoamérica, y esa es la noción del éxito. Hay una distorsión en la que se tiende a caer que él resume así: círculo vicioso del éxito = cosas por tener = deudas. Y por perseguir esto casi todos sabemos, e incluso defendemos la presión social y financiera de vivir endeudándose. Considera entonces que falta más pensamiento crítico que cuestione dicha actitud.
Afortunadamente hay nuevas generaciones que están rompiendo con ese círculo, comenta. Pensamos en los millenials, muchas veces maltratados en memes por su aparente falta de productividad. Pero lejos de achacarlos, Millán desglosa el pensamiento de dichas generaciones:
Punto 1: Vivir mi vida.
Punto 2: Trabajar, pero para vivir mi vida.
Lo cual contradice -para bien- a un sistema donde se cae en la trampa de vivir llenos de clichés que se resumen en voy a vivir mi sueño pero cuando tenga tiempo. Otra vez, todo se conecta.
Ser una antorcha
Ludeña siente que aún le quedan al menos un par de hazañas como las de From Core to Sun, pero encaminadas a revitalizar sus experiencias donde luego como conferencista podrás trasmitir, ser una suerte de antorcha humana, cuya misión es traspasar el fuego a otras antorchas, ser fuente de luz. En ese sentido siente que su mayor pago espiritual han sido aquellos mensajes o testimonios de personas que tras haberlo escuchado o conocido, le comentan cómo se atrevieron a romper con aquellos clichés, sin importar el tamaño de la proeza. Desde una señora viuda que había desistido de viajar por miedo a abordar un avión sola, algo que nunca había hecho, y que al comprender que es imposible predecir la muerte, tomó valor y un día le escribió Millán desde Panamá diciéndole ¨Lo hice, viajé sola¨.
O aquella chica, hija de un albañil, que se iba a inscribir en una universidad estatal local, pero cuya verdadera y secreta ilusión era estudiar Literatura en La Sorbona. La sentía inalcanzable, algo que solo pasa en películas, y se quiso conformar, pero justo en esos días había hecho clic con una de las historias de Millán y se arriesgó a aplicar en la laureada universidad francesa el día en que iba a inscribirse en la local. Y sí, la aceptaron.
Esas cosas ocurren y Millán Ludeña puede convencerte de que sin duda ocurren.