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En sánscrito la palabra mandala significa cerco, es decir, superficie consagrada. Pero también hemos escuchado conceptos tales como círculo mágico, talismán, protector sagrado, etc.
Pero aunque hayan varios conceptos, lo que visualizamos es que es un círculo con mucha energía que está formado generalmente con diseños geométricos. Por lo tanto, en algunos países dependiendo de la cultura, lo usan como amuletos o para actos de meditación y yoga. Y es que literalmente los mandalas transmiten una especie de relajación y armonía.
Asimismo, la magia de los mandalas es emitir una protección e integridad a nuestro ser. También generan bienestar, y aparte estimulan el sistema inmunológico. Es por ello que hay tanta confianza en el momento de recibir a través de los mandalas concentración, calma y paciencia.
Intuitivamente al visualizar o pintar un mandala estamos preparándonos para renovar reiteradamente nuestro nivel mental, emocional y físico.
Todas las disciplinas artísticas generan en nosotros un efecto positivo que nos ayudan a sobrellevar (de la mejor manera) la cotidianidad, pero pintar mandalas es una forma completa y distinta para experimentar la paz interior.
¿Sabías qué?
• Las figuras de los mandalas aparecen de forma espontánea en los dibujos de los niños, y en personas en períodos de crisis. Esto propulsó el estudio de los mandalas desde la psicología, en especial las corrientes junguiana y gestáltica.
• Pintar mandalas es un ejercicio beneficioso para el cerebro, ya que activa los dos hemisferios y a su vez desarrolla la capacidad mental.
• Dibujar y pintar mandalas fortalece la conexión espiritual con tu ser superior.
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