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Cuando se habla de populismo, Latinoamérica suele levantar la mano, porque tiene muchísima experiencia en gobiernos de ese estilo. Eso no es novedad, basta decir nombres como Getulio Vargas (Brasil), Velasco Ibarra (Ecuador), Juan Domingo Perón (Argentina) y la lista sigue actualmente entre gobiernos socialistas del siglo XXI o gobernantes de derecha. En Africa los gobiernos también suelen tener el populismo entre ceja y ceja, con la añadidura de múltiples conflictos étnicos entre la población.
La característica principal de los gobiernos populistas es que además de atribuirse la representación popular señalando pertenecer al pueblo y no a una élite, sus gobiernos tienden a tomar medidas basadas en mantener la popularidad a toda costa. Victimizar a los sectores populares enfatizando que son grupos económicos de poder los que sostienen un estado de pobreza para explotarlos como trabajadores.
«El populismo no es una ideología política»
Las promesas del populista consistirán en a darle a las personas pobres oportunidades para llegar al poder. Una vez allí tenderá a mostrarse muy irritable ante cualquier duda sobre su gestión. Siempre repetirá que el pueblo lo llevó allí y que debe respetarse su decisión. Por ende gobernará como si fuera legítima cualquier acción que tome, incluso si implica hacer vista gorda de la corrupción de sus partidarios o romper una que otra ley. Como usualmente son personas carismáticas, se las arreglan para afrontar el temporal político que les hace la oposición.
¿Solo en Latinoamérica?
Pero esto no es un fenómeno latinoamericano. Por ejemplo, uno de los presidentes populistas más conocidos pertenece a EEUU, es Andrew Jackson (el de los billetes de 20 dólares). Él solía identificarse con el pueblo y despotricar contra las élites de su país. Hay quienes comparan a Donald Trump con Jackson.
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Y también hay quienes piden guardar las distancias, porque por ejemplo no se conoce que Jackson haya dado muestras de ser misógino. Pero más allá de que se parezcan o no, sin duda Donald Trump llena el perfil de presidente populista: habla mucho, se jacta de valores humanos que considera tener por montones. Se autodenomina defensor de las familias. Suele mostrarse paternalista o macho alfa. Es pintoresco, goza de que se difundan sus excentricidades. Y dará discursos preferiblemente largos (o tuiteará seguido y no tiene reparo en meterse en una pelea mediática online).
Populistas en Europa y Asia
Actualmente en Turquía y Hungría, hay unos gobiernos que se enmarcan como populistas. Antes Silvio Berlucconi en Italia con su vida de lujo y desenfreno era la figura del populismo europeo.
Recep Erdoğan gobierna en Turquía, y representa a lo conservador de su país, además de pertenecer a la mayoría étnica y religiosa. De allí que se le acuse de intimidar a las minorías, y una progresiva islamización de la sociedad, mediante medidas supuestamente destinadas a fomentar la moral de la sociedad.
Otro país con un líder fuertemente populista es Filipinas. Su presidente Rodrigo Duterte ha cautivado por mostrarse una persona severa contra la delincuencia, aunque eso implique violentar los derechos humanos. Pero como la gente se siente insegura piensa que es la persona indicada para quitar de raíz el problema delictivo. El problema es que la historia suele demostrar que siempre hay inocentes que terminan sufriendo las consecuencias.
«Mira cómo llegó el presidente de Filipinas al poder»
El discurso es la defensa de la libertad… pero a la fuerza. Según el informe de Human Rights Watch, hay líderes autocráticos en Rusia, Turquía, Filipinas y China que han impuesto su propia autoridad en vez de un gobierno donde prevalezcan la rendición de cuentas y el estado de derecho como garantía de prosperidad y seguridad», de allí que se tema que la ola expansiva globalmente afecta la dignidad, la tolerancia y la igualdad en el planeta.
Trump y varios políticos en Europa intentan llegar al poder apelando al racismo, la xenofobia, la misoginia y el nativismo.
– Dereck Roth, Director Ejecutivo de Human Rights
Por su parte, el organismo Transparencia Internacional señala que las naciones con gobiernos populistas son más tendientes a la corrupción.
«Transparencia Internacional adoptó un enfoque de espera hacia la presidencia de Donald Trump, pero tiene «serias preocupaciones».
-Finn Heinrich, director de investigación de la organización.
¿Será que llegó la hora del populismo global?
Foto principal: Tagesspiegel