Colaboración de: Mónica Chávez González

En el año 2016 se presentó la mini serie Juana Inés, transmitida por Canal Once y producida por Bravo Films, cuya creación, dirección y guion estuvo a cargo de Patricia Arriaga Jordán; aunque, muy extrañamente, jamás se menciona en los créditos en dónde se basaron los “hechos reales” que presume tener dicho proyecto audiovisual y lo anuncia al inicio de cada uno de los siete capítulos que lo conforman.

Juana Inés, la serie sin fuentes claras

Un trabajo que se lo esperó con mucha expectativa, terminó siendo más una telenovela con tintes melodramáticos; su título, a criterio de Arriaga, se debe a que pretendió mostrar más a la mujer que a la poeta. Como si fuera fácil separar a la mujer, a la monja y a la poeta que revolucionó las letras hispanas; la cosa es que no solo fracasó en su idea de lo que quería transmitir sino que tampoco se logró transmitir nada, más allá de la pirotecnia desplegada por el canal televisivo y el indiscutible trabajo del equipo de la producción.

Además de una puesta en escena muy bien hecha, con gran despliegue de vestuario y escenario, lo que aportó para una buena caracterización psicológica de la época; aunque, más allá de lo visual, la serie responde bastante a esa conciencia novohispana de la segunda parte del siglo XVII, con espacios cerrados, planos medios, ayudados de movimientos de cámara para crear escenas muy intimistas.

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Hay un guion que no sabemos en qué se basó ni de dónde se tomó las libertades para mostrar los “romances” de sor Juana Inés de la Cruz con las dos virreinas, además de la obvia aseveración con respecto a su orientación sexual; estos dos actos sensacionalistas, más allá de mostrar a la Juana mujer, resultó un morbo televisivo. Y es que Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santalliana, se muestra a través de sus poemas, de su relación con los hombres, de las cartas a las virreinas, de sus múltiples lecturas desde la física a la filosofía, de su Respuesta a sor Filotea, en fin… Juana Inés es un todo y como todo no se presenta por partes, no la pueden mutilar con insinuaciones sobre su vida y separándola de su obra.

Y es que la actualidad de sor Juana se debe a su obra, todo el tiempo hay nuevos estudios sobre ella, sí, pero desde su obra; nadie, por más mexicano o más sorjuanista que se precie, es propietario ni único intérprete de la vida de nuestra monja jerónima. Si, antes, con gente mucho más allegada a ella y con grandes biógrafos, nadie pudo saber –de verdad– qué pensó y cómo vivió, menos ahora. Y es que aunque aparezcan nuevos hallazgos, solo nos irán aclarando para vislumbrarla mejor, mas no para apropiarnos ni dar una versión única de su vida.

En cuanto a lo conceptual, es una serie muy mal trabajada, le dedica largos tramos y termina enfocándose en un lado –más que sexual– hasta cierto punto libidinoso y obsesivo (por parte de las virreinas); a veces es exagerado, otras se queda corto; es un desnivel desconcertante, mal logrado. Radicaliza algunos aspectos como el catolicismo, el pensamiento social de la época; en cuanto a lo histórico, ya ni qué decir, lo han confundido todo. Y, ¡ojo!, no se trata de que no se pueda hablar acerca de la vida amorosa de sor Juana sino del desconocimiento y desatino por parte de sus creadores; ni Octavio Paz ni José Pascual Buxó ni Darío Puccini, destacados estudiosos de su vida y obra, se atrevieron a matizar tan drásticamente su deseo carnal. ¡Un verdadero despropósito!

Algo positivo es el gran trabajo de los actores, sobre todo el de la protagonista, Arcelia Ramírez; deslumbra la pantalla con su virtuosismo, esa facilidad de pasar de la alegría al llanto; de ser una sumisa altanera, a la vez. ¡Buena elección! Punto para Arriaga…
Pero, juzguen (ahora sí la palabra es literal), ustedes mismos. La serie la pueden encontrar en Netflix.

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Foto principal: Canal Once | Bravo Films.

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