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Hace algún tiempo a unas amigas, Sofía y Sarah, se les ocurrió que debíamos ir a la Reserva Ecológica Churute porque viviendo tan cerca «¿cómo no vamos a ir?». Mis amigas adoran viajar y para ellas cualquier traslado de la ciudad es «un viaje que debes hacer porque…» oh, la razón es que vas a ver otro lugar y punto. ¡Viven una vida vagabunda o una Vagabundavida!
Ellas organizaron todo para un grupo de nueve personas y el siguiente fin de semana estábamos todos en los manglares. Me animé ir porque había leído sobre los humedales y sentí curiosidad por visitar este sitio que contiene tres ecosistemas: humedales, manglares y bosque seco tropical.
En el kilómetro 49 de la vía Durán – Naranjal se encuentra el centro de interpretación de la Reserva Ecológica de Manglares Churute. Llegar allí desde Guayaquil puede tomar alrededor de 45 minutos. Una vez en el centro de interpretación, un guía da a los turistas una pequeña charla sobre la reserva y las medidas de prevención para que la visita resulte agradable.
Para los que no conozcan qué son los humedales, no se preocupen se los explico de forma breve: los humedales son zonas húmedas, mezcla de ambiente terrestre y acuático, pero este término agrupa ambientes muy diversos como manglares, estuarios, pantanos, lagos, lagunas, llanuras de inundación, costas abiertas e incluso arrecifes de coral. Estos contienen recursos bioacuáticos y vegetales, son refugios de aves marinas y pueden ser aprovechados para el ecoturismo y la agricultura.
La conservación de los humedales no siempre fue una prioridad. A nivel internacional se dio el Convenio Ramsar en 1971 para promover la preservación de estos ecosistemas y hasta se creó un día internacional de los humedales (que se celebra cada 2 de febrero desde 1977).
En nuestro país existen 18 humedales calificados como sitio Ramsar que están repartidos en todas las regiones.
La Reserva Ecológica Manglares Churute
Fue una de las primeras áreas protegidas en ser declarada sitio Ramsar en Ecuador, hecho que ocurrió en septiembre de 1990. Tiene unas 49.383 hectáreas (ha.) de extensión donde viven 300 especies de aves, 60 tipos de mamíferos, 1.500 especies de plantas y hay 36.000 ha. de manglar.
La entrada a la Reserva Ecológica Manglares Churute es gratuita, aunque los recorridos guiados tienen un costo aproximado de $25 por persona por unas dos horas de recorrido y $30 si agregas el paseo en canoa. Siendo nuestra primera vez en el lugar mis amigas y yo pagamos gustosas.
Decidimos empezar por el paseo en bote por el manglar en el cual vimos a cangrejos y algunas aves. Cuando nuestro guía, Jairo, le explicó a la hermanita de mi amiga Kathy por qué el manglar tiene ese olor característico y ella no entendió, yo le solté un «loca, son como pedos, pero de la tierra». Con ello quería simplificar la teoría para que lo comprendiera más rápido. No pasó. Eso es así, el suelo tiene poco oxígeno y está fermentado por lo que suelta gases de metano desde la tierra en el fondo hacia el agua de la superficie, lo que crea burbujas olorosas. Recordemos que las personas también sueltan metano en sus gases y deposiciones. Y sí, los gases del manglar huelen raro.
El señor Jairo también no dijo que el manglar funciona como una unidad, a pesar de estar formado por muchos árboles o mangles. En esta ocasión fue Sarah la que sacó una frase ingeniosa al respecto, «o sea que son árboles socialistas».
Si te hace falta algo para el viaje, en la entrada de la reserva hay un par de tiendas donde puedes -como nosotros- comprar agua, repelente de mosquitos y refrigerios. Así contribuyes con la economía de las casi 800 personas que viven en cinco comunidades dentro y en los alrededores de la reserva. Otras actividades económicas de la zona incluyen: el comercio, la pesca, el servicio de guías turísticos y el alquiler de las canoas.
La caza artesanal del cangrejo de manglar está permitida en el sector, pero es controlada y para ejercerla se debe adquirir una licencia especial. Esto busca mantener la población de cangrejos en la zona de forma sostenible, ya que ellos ayudan a la fermentación natural del suelo y controlan la superpoblación de mangles.
Los manglares Churute sufrieron un gran impacto ambiental cuando eran explotados por camaroneros que utilizaban métodos no adecuados para su cultivo o captura en la reserva y ocupaban unas 10.000 ha de la zona. Sin embargo, estas empresas fueron reguladas por el Ministerio del Ambiente y actualmente las camaroneras se redujeron a unas 2.500 ha.
De animales, insectos y plantas
La Reserva Ecológica de Churute es el hogar del pájaro Canclón, por ello esta ave es su símbolo. La especie estuvo en peligro de extinción hace unos años y a pesar de todo, hoy continúa apareciendo como especie amenazada en el «Libro rojo de las especies en peligro». El canclón vive en la la laguna El Canclón, que se extiende por 1.300 ha de la reserva.
Cuando terminamos el recorrido en bote, yo estaba lista para volver a casa. ¡Tenía hambre! Por suerte fui persuadida de quedarme y hacer el recorrido por el sendero de los monos aulladores dentro del bosque seco tropical. El área estaba llena de hojas secas y había mucha sombra. Lo que más me gustó de esta parte del bosque fue ver a una araña de color negra con amarillo a la que llaman Araña Tigre. Era muy llamativa y aparentemente su picadura es muy dolorosa. Todo se veía verde y el olor a tierra era estupendo. Lastimosamente solo oímos a los monos, pero nunca los vimos. Aprovecho para recordarles que si van a esta parte de la Reserva Ecológica Manglares Churute lleves ropa cómoda, preferiblemente que no sea negra, zapatos de caucho y repelente de mosquitos, mucho repelente de mosquitos.
En esta visita y dado que terminamos el recorrido del sendero muy rápido, el guía nos desvió del camino principal y nos llevó a otra parte del bosque. Vimos muchos árboles de Ficus y más arañas. También encontramos un árbol con lianas en las que jugamos a ser Tarzán. El señor Jairo nos dio una lección -o paliza- cuando llegó su turno de intentarlo. Fue increíblemente divertido.
Lo más llamativo de este recorrido improvisado vino de dos árboles, un Ficus y un Matapalo, que parecían un par de enamorados abrazados por lianas. Luego, nos enteramos la situación no era romántica, sino muy complicada. Verán el Matapalo es una planta normal durante su juventud, pero al crecer se apoya en otros árboles para obtener la luz solar (que suele ser escasa en los bosques). Después cuando crece y el árbol en el que se apoyó ya no le sirve -es más le molesta porque compite con él por los recursos naturales- el Matapalo lo «abraza» para estrangularlo y matarlo. ¡Violento!
Y esta es la crónica (falsa) de este crimen:
El Ficus se encontraba en un mejor sitio que el Matapalo, porque el Ficus obtenía más luz, más agua y más nutrientes del suelo. Así que esto llevo al Matapalo a planear cuidadosamente como deshacerse de su competidor. El Matapalo -no lo juzguen- no es un mal árbol, es solo que en aquella ocasión estaba movido por los intensos celos. Cegado por esa mala pasión se «lanzó a abrazar» al Ficus y poco a poco fue apretando su enlace. Así empezó esta lucha emplantizada que continuará durante muchos años. Lo que el Matapalo no sabe -chan, chan, chan, chaaaan- es que el Ficus tiene un arma secreta: debajo de su corteza hay una sustancia con olor a ajo que es tóxica para los insectos y otras plantas. ¡Planticidio por sol y agua, señores! Fin de la transmisión.