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Al entrar a la Feria Internacional del Libro de Guayaquil pensé que vería escritores, pero no que terminaría tomando café con mis escritoras favoritas. ¡Oh Zeus! Sí, porque aunque no lo crean y no tenga selfies para probarlo, eso ocurrió. ¿Cómo llegué a tener tan buena suerte? No lo sé, solo sé que estuve en el lugar adecuado y -tal vez por primera vez en la vida- en el momento correcto.
Encuentros en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil 2016
Mi experiencia de la Feria del Libro, que acogió a 25 000 personas durante 5 días, empezó con la inauguración del evento. En el stand de la librería más cercana a la puerta vi a Mónica Varea junto a María Fernanda Heredia. Los que me conocen saben que los libros de estas escritoras forman parte de mi biblioteca mental, que saco frases de sus libros y les doy un uso cotidiano.
Me acerqué a ellas y saludé sin palabras, con un gesto tímido de las manos. Esperé un poco y señalando mi carnet de periodista dije «¿Una foto?» Lo siguiente que pasó no me lo esperé, las dos escritoras me saludaron como amigas de toda la vida. Mi cerebro gritaba un AHHHHHH que condensaba alegría, terror y asombro.
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A Mónica Varea la conozco desde hace varios años porque soy cliente de su librería y soy su fan #1 (un título autoimpuesto). Sin embargo, a María Fernanda Heredia solo la había visto antes una vez. Fue el año pasado en un congreso de literatura infantil. ¿Por qué no esperaba sonrisas y abrazos de ella? Es fácil de explicar y difícil de escribir.
Debes saber que mi talento no-tan-oculto es ser una metepatas experta. Fue ese talento el que se hizo presente cuando vi a la escritora por primera vez:
-Hola, ¿usted es María Fernanda Heredia?
-Hola, sí soy yo.
Lo normal sería decir «Hola, soy Valentina». Lo normal sería que tu cerebro no asociara los colores blanco y negro y el cabello corto con un personaje de Disney. Lo normal nunca me ocurre a mí. No sé que pasó, mis labios solo soltaron las palabras: «¿Por qué está vestida como Cruella de Vil?» . Por eso no esperaba ningún tipo de intercambio amistoso en esta ocasión.
Después de la foto y una confirmación de sus charlas en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil nos despedimos. Recorrí el lugar. Me asombró sobre todo la sección infantil. Tenía un espacio grande con instalaciones de Roald Dahl y de Julio Verne. Después me fui a la sección de cómics. Ahí me topé con revistas de superhéroes tradicionales y con manga hecho en Ecuador.
Mi primer día concluyó con las charlas de Laura Restrepo y la de Coetzee, donde fui la peor persona de toda la sala, de toda la feria, de todo el mundo y tal vez de toda la Vía Láctea. Me sonó el celular. En la sección de periodistas. ¡Por suerte pude desarmarlo a tiempo! Puede que haya durado unos segundos, pero fueron mortales.
Los siguientes días transcurrieron sin peripecias y con compras de libros. Los días raros de María Fernanda Heredia es tal vez la historia más triste que he leído. Nadie muere, no hay corazones rotos, ni lágrimas, pero es muy triste. Las ilustraciones de Roger Ycaza te llevan hacia esas habitaciones, paisajes y situaciones si mucho esfuerzo.
Mi parte favorita de ir fue la sección infantil. Pude ver a Umpa Lumpas, a Willy Wonka, al Gigante bonachón y escuchar a Matilda contar historias. Hablando de historias, también pude oír una sobre MIA de Margarita Barriga Pino.
Las mesas temáticas estuvieron geniales. Asistí a algunas, otras me las perdí. No podía pasarme todo el día en la feria. La presentación de Abdón Ubidia me gustó muchísimo. El autor fue presentado por Cecilia Ansaldo. Sin prisas, Ubidia habló sobre su que hacer de escritor y mostraba los cuatro libros que conforman su «saga» de Divertinventos. La lectura de los textos nos mantuvo a todos pegados a nuestros asientos.
La charla «Escribir para niños» fue especial. Las escritoras estuvieron soltando anécdotas graciosas todo el tiempo. Ver a niños que se acercaban a preguntar sin miedo o aterrados sobre sus historias preferidas fue estupendo. Otra charla interesante fue «El valor de los premios literarios» donde Mónica Ojeda, Sandra Araya y Raúl Vallejo, moderados por Mónica Chávez, expusieron sus distintos puntos de vista. Después fui la presentación de «La última ceniza» de Montserrat Martorell donde la escritora habló de su proceso creativo.
La mesa «Ajuste de cuentos: literatura fantástica» sonaba más que genial. ¿Quién no quiere ver a Solange Rodríguez, Mariela Manrique y Abdón Ubidia hablar sobre lo fantástico? Me la perdí porque entré a la sala equivocada y porque al salir ocurrió lo más mágico de la vida. El último día de la feria me fui a tomar un café con dos grandes (Varea y Heredia) de la literatura infantil.
Si quieres saber de qué hablan las mujeres más graciosas del mundo cuando no están frente al público, no me puedes preguntar a mí. Estaba flotando tan arriba en las nubes que no recuerdo casi nada. Las risas, sonrisas y cansancio sí que los recuerdo. También recuerdo que el trayecto de 2 minutos desde el salón a la cafetería se volvió uno de casi 20 minutos. ¡Los fans de María Fernanda nos paraban a cada rato! Y ella sonreía, firmaba, hablaba un poquito y seguíamos!
¿Cuál fue tú experiencia en la Feria Internacional del libro de Guayaquil 2016?
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