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De seguro hay millones de personas en el mundo con los efectos de un carnaval agitado. Otro de los signos de que terminó el carnaval es que probablemente hayas visto en las calles algunas personas marcadas en su frente. Miércoles de Ceniza se le llama.
Si Ecuador no fuese un país con cerca del 90% de personas que fueron criadas como católicas, ver gente con una cruz negra en plena frente podría ser algo intimidante. Es que marcarse algo en el rostro que no sea maquillaje es inusual. ¿Pero de dónde sale esa tradición?
Dicen los antiguos escritos religiosos que el miércoles de Ceniza expresa la idea de la penitencia, similar a la usada por los hebreos cubriéndose la cabeza de ceniza y vistiéndose de un paño áspero llamado cilicio, que segùn refiere el libro de Judit en su capítulo 9, versículo 1, antes de emprender la ardua empresa de liberar Betulia, “Judit se arrodilló con el rostro inclinado, puso ceniza sobre su cabeza y dejó ver el saco de cilicio que tenía puesto”. Luego en Mateo 11,21 se muestra a un Jesús más severo de lo común, deplorando la impenitencia de las ciudades de Corozaín y de Betsaida, señalando que merecerán el mismo fin que Tiro y Sidón, si no hacen penitencia con ceniza y cilicio, al responderle a los emisarios de Juan Bautista, respecto a si es el enviado de Dios.
Así, con ese aire penitencial, el Miércoles de Ceniza inaugura la Cuaresma es el ciclo de preparación a celebrar el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. El primer rito de bendición de cenizas (que provienen de la quema de ramos de olivo del Domingo de Ramos del año anterior) data del siglo XI.
Ahora bien, en Ecuador la cantidad de católicos que están prestos a compartir su fe cada vez va disminuyendo. Según un estudio de PEWResearch Center solo el 6% de los ecuatorianos católicos son propensos a compartirla, mientras que los evangélicos llegan al 27%. No obstante, Ecuador sigue manifestándose como fiel al Vaticano, pues un 79% se declara de dicha religión.