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¿Es la juventud una limitación para ejercer un importante cargo público? ¿Qué tal un papa de la Iglesia Católica electo a los 47 años de edad? Suena imposible, pero la ficción nos demuestra todo lo contrario.
Paolo Sorrentino quizá sea un desconocido para muchos, pero este joven director italiano ya cuenta con un Oscar por el drama La grande bellezza como Mejor Película Extranjera en 2014. También ha dirigido dos películas en Hollywood (This must be the place y la nominada al Oscar, Youth). También ha buscado trascender en la televisión y no le ha ido mal en su primera vez, pues luego del episodio piloto de The Young Pope (El joven Papa), se le sumaron nueve más y ya cuenta con renovación para una segunda temporada por parte de sus prestigiosos financistas: HBO, Sky Atlantic y Canal +.
Quienes ya tuvimos la oportunidad de acceder a la primera temporada de El Joven Papa estamos fascinados, no por nada críticos especializados lo llaman el “House of Cards del Vaticano” o más bien “House of Cardinals”. En Francia, Alemania, Italia, Austria y Reino Unido la serie cuenta con enorme aceptación y se proyecta como la gran favorita de los festivales internacionales. En América la serie no se verá hasta enero de 2017, así que por el momento pueden deleitarse con un tráiler de casi 2 minutos que alborota la controversia.
https://youtu.be/TAoQhlF-6Yw
En estos 7 puntos resumiremos por qué valdrá la pena verla:
7. Belleza estética
Cada plano, fotografía, movimiento de cámara y escenario es un deleite visual. Las escenas en exteriores fueron grabadas entre Venecia, Roma, Sudáfrica y el resto en los estudios Cinecittá. Las similitudes con históricos lugares como la Plaza de San Pedro, el despacho papal, la Capilla Sixtina o el palacio de Castel Gandolfo son tan exactas, que se podría llegar pensar que el mismísimo papa Francisco prestó estos sitios para la filmación, lo cual no agrada mucho al Vaticano. Además el vestuario es impecable, especialmente el que usa el protagonista, quien luce “papable” en todo el sentido de la palabra.
6. Reparto internacional de primera
La serie está apadrinada principalmente por HBO, pero posee todas las características de una producción europea y nos atrevemos a clasificarla como tal. Pese a contar con tres veteranos actores de Hollywood como Jude Law, Diane Keaton y James Cromwell, por momentos el elenco internacional despunta más.
Hago mención especial a dos interpretaciones: Javier Cámara, conocido por sus colaboraciones con Pedro Almodóvar y recientemente incorporado a Netflix como parte de Narcos. En The Young Pope es el cardenal Bernardo Gutiérrez, uno de los pocos aliados del irreverente papa. Sus silencios, cómplices miradas y profundas conversaciones no pasan desapercibidas.
De la misma manera Silvio Orlando en su primer rol en inglés con un marcado acento italiano, ofrece una actuación magistral como el cardenal Angelo Voiello, una especie de antihéroe. Como secretario de Estado deberá mostrar lealtad absoluta, pero también tratará de destruir al joven Papa.
5. Conspiración
The Young Pope no está exenta de la conspiración, de la toma de bandos y trifulcas entre cardenales y el tratamiento de asuntos en los que el amor a Dios no es precisamente la prioridad.
El factor sorpresa está presente y es interesante ver cómo todos muchos fenómenos y temáticas sociales (como el aborto, matrimonio gay, política, el narcotráfico, celibato, etc) logran afectar para bien o para mal las vidas de los personajes.
4. Sentido del humor, escenas explícitas y música moderna
La serie no es irrespetuosa, pero tampoco apta para fanáticos religiosos. El director demuestra un fino sentido del humor en todo momento, acompañando el intro de la serie y ciertas escenas con música electrónica, rock, hip-hop y pop, algo que parecería desencajado en un drama religioso, pero que resulta extrañamente agradable.
“Si el papa Francisco viera la serie creo que podría comprobar lo serios y rigurosos que hemos intentado ser a la hora de retratar la vida del clero, con sus luces y sus sombras. Ni más ni menos”.
– Paolo Sorrentino, director.
Sorrentino también vuelve a exponer también su gusto por el fútbol, por ejemplo el cardenal Voiello venera como a santo al delantero del Juventus F.C., Gonzalo Higuaín. Además no ha escatimado en dosis de nudismo y contenido sexual.
3. Excentricidad
La serie inicia con el nombramiento del papa Pio XIII, quien con 47 años es el más joven de la historia y el primero nacido en Estados Unidos. Su designación es sorpresiva y poco se sabe sobre su carrera eclesiástica, más allá de haber sido un arzobispo de Nueva York de muy bajo perfil.
Conforme avanza la serie descubrimos que su designación fue resultado de un acuerdo entre ciertos miembros del Colegio Cardenalicio para tener un “papa manipulable”. Obviamente se equivocaron.
“No tengo ningún pecado que confesar. Soy una contradicción. Soy Dios”
– The Young Pope.
2. ¿Juventud y conservadurismo?
La llegada de Pio XIII al Vaticano genera conflictos desde el inicio, en especial con los cardenales. Si pensaron que la juventud equivale a libertinaje y puertas abiertas, se equivocaron nuevamente. El nuevo obispo de Roma pretende enrumbar a la iglesia por principios más conservadores. Además sostiene que el único factor que hizo grande a la Iglesia Católica a través de los años es el miedo. ¡Ya se imaginarán qué ocurrirá después!
1. Jude Law
Para el protagonista quizá esta sea la interpretación de su vida. El británico Jude Law define a su personaje como “un monstruo ególatra al que nadie puede controlar”. Basta con decir que no sabe hablar italiano y obliga a los cardenales y personal de la Santa Sede a comunicarse únicamente en inglés, fuma sin parar, desayuna caviar con Coca-Cola, pide a otros sacerdotes romper su secreto de confesión e informarle todo.
También decide ocultarse del ojo público y mantenerse en el anonimato, al no realizar la bendición Urbi et orbi, ofrecer misas en la Plaza de San Pedro, menos aún tener contacto con la prensa o permitir que se le tome fotografías, ni siquiera cuando lo visitan líderes políticos, al estilo de Luis Miguel, Bansky, Elena Ferrante, Thomas Pynchon y Daft Punk; por estos últimos el papa dice sentir admiración.