Compartir
Investigaciones recientes están difundiendo la hipótesis de que el gusto a la lectura o malos genes no sean las razones de tu miopía como se creía.
Existen muchos factores ambientales de la vida moderna pueden tener una influencia en el asunto. Y con unas pocas medidas preventivas, podría evitarse que muchos niños sufran de miopía, condición que ha plagado a una generación.
La miopía es una especie de epidemia: entre un 30% y 40% de la población de Europa y Estados Unidos necesita anteojos. Y esa cifra alcanza el 90% en algunos países de Asia.
Cómo evitar la miopía
Si estaba en los genes, ¿por qué no desapareció con nuestros ancestros cuando realizaban sus actividades de cacería? Si el «gen de la miopía» existiera, esto supondría que resistió milenios a pesar de sus desventajas.
Dale clic a: ¿El sobrepeso es hereditario?
«La miopía es una enfermedad indusrial», dice Ian Flitcroft, del Children’s University Hospital de Dublin, en Irlanda. Y es que, a pesar de un posible papel de la genética en el desarrollo de la miopía, fue sólo después de que se diera un cambio en el entorno cuando el problema comenzó a emerger.
Parte de ese cambio pudo haberse debido a la educación y la alfabetización, una de las explicaciones más comunes sobre la aparición de la miopía. Aunque, los estudios epidemiológicos sugieren que los efectos de la lectura sobre la vista son mucho menores de lo que se cree; incluso, una investigación en Estados Unidos, demostró que no existe ninguna correlación. «Sin embargo, no deberíamos descartar del todo los efectos de la lectura», advierte Nina Jacobsen, del Glostrup University Hospital de Copenhague, en Dinamarca.
Los nuevas teorías sugieren que es el tiempo que hemos permanecido bajo techo, en casa -no tanto la lectura en sí- lo que tiene peso en el deterioro de la vista. Estudio tras estudio, desde Europa, pasando por Australia y hasta Asia, se ha hallado que la gente que pasa más tiempo al aire libre es mucho menos propensa a desarrollar miopía que aquellos que permacen la mayor parte del día entre cuatro paredes.
Toma luz natural
Una de las explicaciones más populares es que la luz del sol nutre en cierta forma los ojos.
Un estudio realizado en Australia sugiere que quienes pasan menos tiempo al sol son más propensos a usar gafas para la miopía.
La luz solar puede ser 1.000 veces más intensa que la artificial. En este estudio realizado con niños jugando al aire libre, cuanto más disfrutaron del sol, menos propensos fueron a necesitar lentes. Quizás es porque la luz solar estimula la producción de vitamina D, que es responsable de un sistema inmunológico y cerebro sano, y también podría regular la salud ocular.
Una idea más aceptada es que el sol provoca la liberación de dopamina, un neurotransmisor que actúa en los ganglios basales del cerebro. La miopía es causada por un crecimiento excesivo del globo ocular, lo que hace más difícil enfocar una imagen en la retina. Y la dopamina parece ayudar precisamente en esto.
Cuestión de color
Lo de la buena vista también podría ser una cuestión de color: Las longitudes de onda verdes y azules se concentran en la parte delantera de la retina, mientras que la luz roja alcanza la parte posterior.
Como la iluminación de los interiores tiende a ser más rojiza que los rayos de sol, el desajuste podría confundir los mecanismos de control del globo ocular. «Esto le dice al ojo que no está enfocando bien y que, por tanto, debe crecer y compensar el desajuste de alguna manera», dice Chi Luu, de la Universidad de Melbourne, en Australia.
Por su parte, Flitcroft cree que el problema radica en el desorden de objetos que nublan nuestro campo visual. Cuando fijas tu mirada en un objeto, siempre habrá un desenfoque que pondrá a prueba los mecanismos de retroalimentación del ojo. En los exteriores, sin embargo, las cosas tienden a estar a una mayor distancia, proporcionando una imagen más clara que ayuda a regular el desarrollo del ojo.
Nuevos tratamientos
Con suerte, estas ideas no sólo tendrán importancia académica, sino que guiarán hacia nuevos tratamientos. Luu, por ejemplo, pretende llevar a cabo un ensayo en el que se aplique luz azul sobre niños miopes. Con ello el investigador espera no sólo frenar el deterioro de la vista, sino revertirlo.
Flitcroft señala que existen ensayos prometedores con lentes de contacto que pueden reducir el desenfoque de la visión periférica.
En cuanto a la creencia de que el uso de lentes empeora la visión, debería ser descartada en aras de la evidencia. «Una de las preocupaciones más comunes es que los lentes empeoran el problema, pero la respuesta a eso es que no», dice Flitcroft. «Si (con los anteojos) estás asegurando que tus hijos vean bien, estás haciendo lo correcto».
Para aquellos que quieran tomar medidas ahora, la mayoría de los investigadores coincide en que animar a los niños a jugar en el exterior podría ser una buena opción. En ese sentido, un ensayo llevado a cabo en escuelas en Taiwán ha dado unos resultados positivos moderados.
FUENTE: BBC FUTURE