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Científicos señalan que preludio de sexta extinción masiva de vida silvestre en la Tierra ya ha comenzado. Y como parte de la misma la amenaza apunta hacia las especies de plantas y animales que son la base de nuestros suministros de alimentos.
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Sí, quizá te preguntes, ¿es que ya antes ha habido extinciones masivas de la vida en la Tierra? Pues afirmativo terrícola, vamos hacia la sexta. La última fue hace 66 millones de años, cuando los dinosaurios desaparecieron para siempre tras la caída de un meteorito gigante en la península de Yucatán, México. Así que si pensabas que el mundo está raro, o que tus creencias respecto a la proximidad del día del juicio final están siendo reafirmadas, pues toda esa escena apocalíptica, más allá del contexto espiritual, efectivamente habría arrancado con la destrucción de la naturaleza que el propio ser humano ha perpetrado. Pero acudamos a la ciencia para conocer qué es lo que pasa.
¿Cuál es la amenaza más dolorosa de la sexta extinción masiva?
Según Ann Tutwiler, directora general de Bioversity International, un grupo de investigación «las enormes proporciones de las especies vegetales y animales que constituyen la base de nuestro suministro de alimentos están tan amenazadas [como la vida silvestre] y casi no reciben atención». Y añade, en una entrevista con The Guardian, que esta agrobiodiversidad que se está dejando perder puede ayudar a resolver o mitigar muchos desafíos que el mundo enfrenta. Tiene un papel crítico pero pasado por alto en ayudarnos a mejorar la nutrición global, reducir nuestro impacto en el medio ambiente y adaptarnos al cambio climático».
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Es que si no lo sabías, en la actualidad tres cuartas partes de los alimentos del mundo provienen de sólo 12 cultivos y cinco especies de animales. Esa dependencia a tan pocas cepas de alimentos los hace muy vulnerables a las enfermedades y plagas que pueden atravesar amplias zonas de monocultivos. A lo cual se suma que el cambio climático está reduciendo los rendimientos de los cultivos.
Esto no es nuevo, pero forma parte del mismo proceso autodestructivo, pues desde 1970, se ha registrado una disminución general de 58% en el número de peces, mamíferos, aves y reptiles alrededor del mundo. Además que los humedales, lagos y ríos han reducido su población de sus especies en un 81% desde entonces (4% promedio al año), de acuerdo con el informe bianual de WWF, Living Planet Index.
¿Cuál es la solución?
Repitamos de nuevo: Agrobiodiversidad. Esa es una palabra importante en un mundo enfocado en las tecnologías del entretenimiento (y para ser justos, también en muchos otros avances prácticos). Pero el agro no ha sido puesto como prioridad y eso puede costarnos la extinción como especie. Hay decenas de miles de especies silvestres o rara vez cultivadas que podrían proporcionar una gama ricamente variada de alimentos nutritivos, resistentes a las enfermedades y tolerantes del entorno cambiante.
La inquietud reside en que el foco de la prevención de la extinción hasta la fecha ha sido sobre los animales salvajes – pues la mitad de los cuales se han perdido en los últimos 40 años – pero un informe de Bioversity International revela que las mismas presiones están poniendo en peligro el suministro de alimentos de la humanidad, con al menos 1.000 especies cultivadas ya en peligro.
Otro item que va relacionado con el tema es que «no estamos ganando la batalla contra la obesidad y la desnutrición», dice Tutwiler. «Las dietas pobres son en gran parte porque tenemos dietas muy unificadas basadas en un estrecho conjunto de productos básicos y no estamos consumiendo suficiente diversidad».
Por ejemplo, hay plantas como el gac, una fruta roja ardiente de Vietnam, y el plátano Asupina de color naranja. Ambos tienen niveles extremadamente altos de beta-caroteno que el cuerpo se convierte en vitamina A y podría ayudar a los muchos millones de personas que sufren de deficiencia de esa vitamina. O sino la quinua, que se ha vuelto popular en algunas naciones ricas, pero sólo unas pocas de las miles de variedades nativas de América del Sur se cultivan.
«Mira por qué comer sano puede salvar al planeta»
El informe muestra cómo el apoyo ha permitido a los agricultores del Perú cultivar una variedad resistente y nutritiva que los protegerá de futuras enfermedades o condiciones meteorológicas extremas. Y no son casos aislados, en 2017 en Etiopía, investigadores encontraron dos variedades de trigo duro que producen excelentes rendimientos incluso en áreas secas. «La biodiversidad alimentaria está llena de superalimentos, pero quizás aún más importante es el hecho de que estos alimentos también están fácilmente disponibles y adaptados a las condiciones locales de la agricultura», apunta Tutwiler.
Mientras más utilicemos la agrobiodiversidad, mejor se conservará
Encontrar una amplia gama de alimentos es la clave y como bien dice Pierfrancesco Sacco, representante permanente de Italia ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, «a diferencia de la conservación de los pandas o rinocerontes, cuanto más se utiliza la agrobiodiversidad y cuanto más se come, mejor se conserva».
No es que no importen otras especies, al contrario, ojalá sigan los esfuerzos por salvarlas, el tema aquí es que también urge solventar uno de los problemas medulares de la sexta extinción masiva, como sería la falta de alimentos de calidad. De allí que Sacco reflexiona sobre la coincidencia de que Japón, Corea e Italia sean los países con menos índices de obesidad, de acuerdo a un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y son precisamente aquellos tres países quienes tienen una larga tradición de aplicar mayor biodiversidad en su alimentación, además de tener cadenas cortas de suministro de alimentos, es decir que la relación directa entre productor y consumidor es más común y practicada que en otros países, sin tantos intermediarios.
Fuente: The Guardian