Compartir
Eduardo Galeano forma parte de aquellos intelectuales que logró ser compartido y citado por multitudes. Quizá no todos llegaron a conocer las profundidades del pensamiento latinoamericano que él narró en sus ensayos y escritos, pero sus palabras no quedaron desapercibidas. Si hay un ser que se puede decir que llevaba a Latinoamérica en sus venas, fue él. Hoy muere a los 74 años. En el 2007 ya había vencido a un cáncer del pulmón, pero este retornó.
¿Quién fue este uruguayo? Pues uno socialista, defensor del fútbol desde siempre y comprendiéndolo como un fenómeno social y también político -con lo cual se desmarca de muchos intelectuales reacios a dicho deporte-, periodista, perseguido por las dictaduras de los 70’s -no podía ser de otro modo- y un escritor de talento. Llegó a desdeñar su libro más conocido Las Venas Abiertas de América Latina, porque con autocrítica mencionó que «no tenía los suficientes conocimientos de economía ni de política» en ese entonces -fue publicado en 1971-. Sin embargo tan vital resultó ese libro que algunos de sus detractores ideológicos como Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, derechistas consumados, escribieron una antítesis a su libro llamada El manual del perfecto idiota latinoamericano, siendo la Venas Abiertas el impulso para sostener y crear nuevas hipótesis de izquierda. No deja de ser simbólico que Hugo Chávez haya escogido ese libro para regalarle a Barack Obama en uno de sus encuentros.
«La historia de América Latina es la historia del despojo de los recursos naturales». Eduardo Galeano.
Pero Galeano fue realmente mucho más que ese libro insignia que él mismo señaló como una «etapa superada», fue más que nada una persona (y personaje además) a quien recurrir para entender a nuestro continente de una manera más cálida pero no trivial; compasivamente pero sin miedo.
Todo lo anterior me sucede mucho en su segundo tomo de Las Memorias de Fuego. Las Caras y las Máscaras. Lo leí a los doce años y fue determinante para sembrar en mí el deseo de conocer los trasfondos de la historia que recibía en la escuela. Un libro que te saltaba de un país a otro en cuestión de una página, con personajes que otros tacharían de secundarios, Galeano les daba su realce junto a los más conocidos, porque así son las vidas, están echan por muchos personas. Una de las veces qué más me conmoví y rabié frente a un libro debe haber sido en el recorrido de escenas sobre Tupac Amaru, su persecución, juicio y ejecución, las cuales obligan a presenciar a su hijo Fernando en el texto Sagrada Lluvia 1781 Cuzco:
Ya no ve nada, ya no oye nada Fernando, el que hace nueve años nació de Micaela. No ve que ahora traen a su padre, a Túpac Amaru, y lo atan a las cinchas de cuatro caballos, de pies y de manos, cara al cielo. Los jinetes clavan las espuelas hacia los cuatro puntos cardinales, pero Túpac Amaru no se parte. Lo tienen en el aire, parece una araña; las espuelas desgarran los vientres de los caballos, que se alzan en dos patas y embisten con todas sus fuerzas, pero Túpac Amaru no se parte.
En otro texto, te hablaba de Benjamin Franklin (en Si él hubiera nacido mujer 1777 Paris) y te hablaba en realidad de su hermana Jane y la realidad de los obstáculos que deben enfrentar las mujeres para alcanzar reconocimiento: «De los dieciséis hermanos de Benjamín Franklin, Jane es la que más se le parece en talento y fuerza de voluntad (…) Su caso carecerá de interés para los historiadores».
Al visibilizar esos detalles, destinados a menospreciarse por otras fuentes, Galeano nos impregnó la solidaridad con los pueblos y con las personas, la búsqueda de nuestras raíces, que son mucho más abiertas de lo que nos han querido hacer creer los jugadores del poder.
«A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder». Eduardo Galeano
Como lector, estoy seguro de que así como me afectó aquel libro, miles de personas deber tener entre sus lecturas un texto de Eduardo Galeano, ayudando a palpitar el corazón y aireando la conciencia.
Le recomendamos esta reseña de Mishell Neira sobre El Fútbol a Sol y Sombra ? solo haga clic aquí
Fotos: Commons Wikimedia y Jimelovski Platano Macho, Mariela De Marchi Moyano y DonostiaKuktura vía CC