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«Ni en nuestras peores pesadillas podíamos imaginar algo así», señaló el presidente de Lufthansa, Carsten Spohr. El copiloto del Airbus A230 de GermanWings, Andreas Lubitz, ha sido señalado por el fiscal francés Brice Robin, como alguien que tenía «la voluntad de destruir el avión». Sí, que una vez que se quedó solo en la cabina, trancó la puerta y operó la nave para dejarla caer. No atendió a los llamados de la torre de control ni del comandante. Llevó a una nave con 150 personas hacia la muerte en lugar de hacia Alemania, que habría sido lo normal. ¿Quería suicidarse? ¿Quería destruir personas e indirectamente a las familias de sus víctimas -las cuales probablemente no conocía-? Un enorme y sobrecogedor ´por qué´ ha quedado volando tras la rueda de prensa del fiscal.
(actualización) El copiloto tenía problemas de la vista y temía quedar ciego, reveló el fiscal este 11 de junio, incluso algunos médicos que lo vieron pensaban que no estaba en condiciones de volar pero no lo reportaron a la aerolínea debido a las leyes alemanas sobre la confidencialidad de los pacientes.
Aunque el mundo está lamentablemente habituado a casos de personas hiriendo o matando a otras por motivos inauditos, este hecho no deja de ser perturbador porque es un caso donde a los pasajeros -los del Airbus A230 y de cualquier aerolínea- les corresponde confiar ciegamente en que su tripulación los llevará, sin zozobra alguna, a su destino. El miedo por los vuelos suele suceder por malas condiciones climáticas, fallos mecánicos y, por último, alguna clase de terrorismo lejano o locura de los pilotos. La tendencia natural de las personas es confiar en las otras, de otro modo sería convivir con una paranoia agobiante. Aunque usted diga que no confía ni en su sombra, trate de recordar alguna vez que se la pasó pensando en que su chofer o piloto de turno los quería conducir a la muerte. Verá que no ocurre tan frecuentemente. No debiera ocurrir. Pero las decisiones del alemán Lubitz deja evidenciado que no hay nada absoluto.
Qué dijo la caja negra
«En los ocho últimos minutos el aparato bajó de 8.000 a 2.000 metros de altitud. Accionó el botón de pérdida de altitud por una voluntad que desconocemos, pero que interpretamos como una voluntad intencionada de destruir el avión», relata el fiscal Brice Robin.
Andreas Lubitz estrelló el avión teniendo 28 años de edad, había estudiado en la escuela de vuelo de Lufthansa, donde había interrumpido su formación por algunos meses, por crisis nerviosa o síntomas de depresión. Trabajaba para GermanWings desde septiembre de 2013 y acumulaba 630 horas de vuelo (el comandante del avión tenía más de 6.000).
«La acción sobre este seleccionador (el que hace descender a la aeronave) solo puede ser de forma voluntaria. Se oyen varias llamadas del comandante que pide entrar en la cabina, pero no recibe respuesta por parte del copiloto. Golpea la puerta pero no recibe respuesta. Se oye un ruido de respiración humana hasta el final, lo que indica que el copiloto estaba vivo», apuntó el fiscal francés.
Pasajeros solo se habría dado cuenta en los últimos instantes
Los pasajeros no se dieron cuenta sino en los últimos momentos, según la grabación de la caja negra. El avión se desintegró sobre los alpes franceses.
«Antes del impacto final se oye un primer impacto en algún tipo de terraplén. El avión se desliza por una cuesta antes de chocar con una montaña. No se ha recibido ningún tipo de mensaje de emergencia que se envíe. Y no ha habido ninguna respuesta a las llamadas de los controladores aéreos», concluye el fiscal.
De acuerdo a Klaus Radke, director del club local del vuelo en el que Lubitz su primera licencia de vuelo hace años, Lubitz era un tipo de lo más normal. «Lo conocí, o debería decir volví a conocerlo, como un joven muy agradable, divertido y educado», dijo a la agencia Reuters.
Lubitz alteró el piloto automático a 38.000 pies, altura en la cual Lufthansa permite salir de cabina. Ante esto, autoridades canadienses y también Niki Lauda, expiloto de Fórmula 1 y fundador de las compañías aéreas Laudair y Niki, han solicitado prohibir que un piloto se quede solo en la cabina de los aviones durante todo el vuelo.
¿Cuáles son las evaluaciones psicológicas?
Los pilotos son sometidos a un protocolo de evaluación psicológica. De acuerdo a abc.es, Air France por ejemplo sigue los siguientes pasos:
1. Contrataciones dependen de que no haya contraindicaciones de los pilotos, o impedimentos carácter físico o psicológico para hacer su trabajo.
2. Examen médico anual.
3. Cuatro sesiones de simulador de vuelo en situación de estrés, al año.
4. Entrevistas anuales con dirección de operaciones aéreas de Air France, donde se exponen posibles problemas psicológicos o personales.
Fuente y Foto: ABC.es, Ministerio del Interior de Francia y La Nación.