Tienes el dinero para comprar los pasajes al lugar que siempre soñaste visitar. También tienes vacaciones, por ende el tiempo suficiente para disfrutar al máximo. Pero hay algo que te paraliza, porque además de lo ya mencionado, también tienes miedo a volar. Pensar en subirte en un avión ya te hace sudar las manos, te falta la respiración, te sientes desfallecer.