Te miras al espejo y ves que algunas prendas ya no te quedan como antes. Engordaste. Tu cuerpo te lo dice no permitiéndote abrochar tu pantalón, el último botón de la camisa o exhibiendo los clásicos flotadores de grasa a los lados.Ante esta situación tienes dos opciones: o bajas de peso para volver a estar como antes, o te compras ropa de talla más grande. Lo primero sería lo ideal, lo segundo, aceptar que estás “creciendo” para los costados.