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El Día de la Mujer y la Paz Internacional se conmemora el 8 de marzo. Oficializado por la ONU desde 1977, tiene en realidad una gran variedad de fechas de la historia en las cuales el punto común han sido mujeres en búsqueda de la reivindicación de sus derechos.
Así que olvídense un momento de las flores y los deliciosos bombones. La historia es menos dulce, pero no por ello menos importante de brindar y darle un sentido diferente al día de la mujer.
El hecho más popularizado del origen del Día de la Mujer alude a un incendio en una fábrica textil de 1857 en New York, donde las mujeres organizaban una huelga para que se reduzca la jornada laboral de 10 horas. Al parecer al dueño no le gustó esa actitud de las ‘revoltosas’ y prefirió prenderle fuego antes que ceder ante unas mujeres decididas. Murieron las 129 manifestantes.
Hay versiones de que tal suceso es más bien un mito, pero más allá de eso, representa la lucha extra que practicamente a diario le toca afrontar a las mujeres de distintas partes del mundo.
Así, una fecha donde ya se habló de un día de la mujer es el que las mujeres socialistas de EE.UU. celebraron desde 1908 hasta 1913 en el último domingo de febrero. También hubo jornadas de reflexión sobre el sufragio femenino y contra la esclavitud sexual que derivaron en el Woman´s Day (día de la mujer) del 8 de mayo. El hecho de que sean manifestaciones de mujeres socialistas hizo que la fecha auspiciada por ellas no tenga tanto empuje en una sociedad conservadora.
Hay una sucesión de hitos, como el 19 de marzo de 1911, en que tanto Dinamarca, Austria, Alemania, Suiza celebraron ya un día de la mujer. Las demandas iban en cambio por el derecho a voto, la igualdad de oportunidades para ejercer cargos públicos y el derecho al trabajo.
¿Qué quieren las mujeres?
Que sean varios hitos y distintas problemáticas a resolver solo habla de que hay muchas causas feministas dentro de los movimientos de mujeres y que no es un solo lugar donde sus derechos fueron y son subestimados. En Ecuador podemos recordar a activistas como Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, entre otras.
Y así podemos nombrar luchas por igualdad de salarios, derecho decidir sobre el propio cuerpo, manifestaciones por la libre sexualidad, lucha contra la violencia física y psicología, tenemos corrientes como el cyberfeminismo y ecofeminismo … y por supuesto mujeres que no se sienten representadas por grupos específicos ni comparten algunas consignas pero que dentro de su ambiente no permiten que el hecho de ser mujer sea visto como un atenuante y más si hay mujeres, que por la forma en que han sido criadas, alientan el machismo (aun si en su interior no lo comparten, pues también existe el peligro o incomodidad de ser estigmatizadas si reclaman).
Entonces, el 8 de marzo al final no es tampoco solo para recordar a mujeres emblemáticas, sino para visibilizar a aquella enorme población (que de hecho es mayoritaria en el planeta) que sigue teniendo dificultades para recibir un trato equitativo, por el mero hecho de tener un sexo distinto -llamado débil por alguna extraña e injusta razón- así como ser poseedoras de una actitud por lo general menos dominante y más conciliadora para afrontar el mundo, que los hombres. No creemos en estereotipos, pero son actitudes que de tan repetidas se convirtieron en la norma a enseñar culturalmente. De ahí que la consabida flor y los reconocimientos públicos a raudales en pro de la mujer, más allá de ser una bonita amabilidad, son vacíos si no se tiene claro que la reivindicación de derechos no es un favor sino una realidad a conseguir para el bien de la humanidad, o sea de hombres y mujeres juntos, más allá de sus creencias o luchas.