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En el año 1996, unos genios japoneses lanzaron un pequeño dispositivo que tenía una pantalla y varios botones. La era de los Tamagotchi había empezado, pequeñas mascotas virtuales que necesitaban todo lo que una mascota real necesita, amor, comida, descanso, etc. De niño no podía imaginar mi vida sin una de estas mascotas virtuales y una navidad mi sueño se cumplió.
Los Tamagotchi fueron una creación de Akihiro Yokoi, de una empresa llamada WiZ y Aki Maita de la reconocida compañía Bandai. Los pequeños juguetes venían con un pequeño huevo digital, el cual tenías que cuidar con mucha dedicación para que nazca. Al principio, tener una mascota virtual se sentía como en el futuro, cuidar de un pequeño ser, el cual simulaba tener algo de inteligencia artificial.
Si tuvieron uno de estos, sabrán que los Tamagotchi no respetan horario de sueño. Algunas veces me hallé despierto a medianoche porque el dispositivo sonaba, indicando que la criatura tenía hambre y si no le hacía caso, la criatura amanecería el siguiente día enferma y débil.
El verdadero problema empezó cuando decidí llevar mi mascota virtual a la escuela. El tamagotchi exigía mucha atención, la cual no podía dársela pues la escuela sabiamente prohibió este tipo de dispositivos porque, naturalmente, le quitaban concentración a los alumnos.
Desgraciadamente mi tiempo con esta mascota virtual acabó muy pronto, pues me la robaron el primer día que la lleve a la escuela. Pero su recuerdo en mi seguirá vivo, recordando las malas noches, los juegos sin sentido y mi déficit de atención.