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Las formas de entretenimiento del mundo han cambiado con el tiempo. Hoy podemos pasar el tiempo navegando en internet, viendo netflix o deportes, compartiendo memes y chateando con los audífonos puestos con nuestra música favorita. Pero a inicios del siglo XIX, específicamente en julio de 1809, ver caminar a un peatón por un reto planteado, era algo que no había que perderse en Londres y también en EE.UU.
Resulta que en las afueras de Londres, miles de personas estaban pendientes del capitán Robert Barclay, quien iba a recorrer sus dos últimas millas, tras 41 días de caminar 1.000 millas. Había apostado 1.000 guineas a que podía caminar 1 milla cada hora, durante 1.000 horas consecutivas.
Era un miércoles 12 y este peatón estaba por convertirse en un ídolo de la afición, quien reconocía su esfuerzo en una época en la que no existía transporte propio. Básicamente todos eran peatones, pero hacer una proeza como la de Barclay no era de todos los días. Pero al hacer tan bien algo tan común, alimentaba la fantasía de los espectadores de que algún día así como el Capitán Barclay podrían ser ellos.
Es que el llamado «pedestrianism» era uno de los deportes más populares. Los peatones caminaban de una ciudad a otra, o sino cumplían retos en pistas. La gente apostaba por ellos. Los peatones solían tomar una botella de champaña durante las competencias, pues se la creía estimulante.
Aquella tarde el capitán Robert Barclay estaba por cumplir algo que consideraban imposible, pues quién podría estar mil horas consecutivas caminando. Sin embargo Barclay halló una forma de descansar, pues a menos que caminar la milla le tomase toda la hora, sí tenía derecho a detenerse y descansar. Pero terminar una milla y descansar un momento para de nuevo descansar y luego volver a empezar iba a resultar demasiado agotador y estresante. Por eso eligió caminar una milla en la parte final de la hora y sin detenerse mayormente, caminar la otra milla en la parte inicial de la siguiente hora, con lo cual conseguía descansar durante más tiempo (cerca de 90 minutos). Y prepararse para el esfuerzo de las dos siguientes millas.
El poder del dinero no era razón menor para dar todo el esfuerzo que cabía dentro de este peatón inglés, pues si lograba cumplir la meta se ganaría las mil guineas que eran nada más y nada menos que el monto que conseguiría con un salario promedio durante 20 años. Así es, un trabajador normal le tomaba todo un año conseguir 50 guineas. Con esto se vuelve a comprobar que las figuras del deporte y el espectáculo siempre serán las mejores pagadas del mundo.
Y como se rumoraba que había gente que había apostado contra él, se decía que su recompensa por la carrera alcanzaría las 16 mil guineas, es decir lo equivalente al salario acumulado de 320 años de trabajo de un trabajador promedio. Haz el cálculo con los salarios mínimos actuales para que veas la relevancia de la competencia.
Pero los montos que se disputaban entre la nobleza era aun mayor, se dice que alrededor de 100 mil libras estaban en juego por esta proeza del peatón Barclay, es decir unos 50 millones de dólares.
¿Lo consiguió?
El capitán debía completar las 1.000 horas (o mil millas) antes de las 4 p.m. de ese 12 de julio. Ese día se lo veía muy relajado.
Durante algunos días de la competencia se había sentido muy mal, con dolor en todo el cuerpo, náuseas e incluso dolor de muela. Había llegado a dormirse cuando caminaba y por momentos sus más allegados debieron golpearlo para que reaccione y no se quede en el camino.
El fin de los peatones estrellas
En 1885 llegó la bicicleta a popularizarse y con ella las competencias de peatones fueron terminando. Las competencias de marcha atlética son una reminiscencia de aquellos tiempos en que ser peatón te podía hacer rico y famoso.
en el bosque de la ciudad de Newmarket, a 105 kilómetros norte de Londres, una vibrante multitud se congregaba para ver a un hombre caminar 2 millas.
Fuente: BBC