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Las historias sobre niños ferales, aquellos que crecen salvajes y sin la supervisión de otros humanos, suelen atrapar a quienes las escuchan. No son nuevas, han existido desde tiempos remotos. ¿Recuerdan el mito sobre la fundación de Roma? En ella se establece que Rómulo y Remo, dos hermanos que crearían la ciudad, fueron amamantados por una loba. Incluso Zeus, el padre de los dioses griegos, fue criado por una cabra.
Los niños ferales del mundo real
Las historias de los niños salvajes que crecen fuera de los discursos de la sociedad suelen ponernos en el filo de nuestros asientos en el cine y en la literatura como Mowgli o Tarzan. Sin embargo, los casos que muestran a niños reales ante la problemática de insertarse o reinsertarse en la civilización nos dan más pistas sobre nosotros mismos. Los finales felices pocas veces se alcanzan en la realidad. Los problemas para relacionarse con otros son palpables, pero van más allá de eso.
Estos pequeños han sido motivo de investigación y curiosidad a lo largo de toda la historia donde se muestra también la complejidad del estudio y análisis de sus especiales circunstancias. ¿Por qué? Sus experiencias nos dejan crear nuevas teorías sociológicas sobre el papel de la educación y la etología humana.
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1. Vania Yudin
Vivía con su madre en un apartamento lleno de pájaros. Su progenitora no le tomaba en cuenta y no le hablaba, por lo que el niño desconocía el habla. Lo que sí aprendió fue a hacer los sonidos que hacían los animales con los que convivía. Vania expresaba sus sentimientos agitando los brazos, como lo hacen los pájaros con las alas. A la edad de 7 años y fue descubierto por los servicios sociales y trasladado a una institución que se encargó de su rehabilitación.
2. Marcos Rodríguez Pantoja
Marcos tenía 7 años cuando tras una vida de malos tratos, por parte de su padre y madrastra, fue vendido o entregado a un terrateniente que lo entregó a un cabrero. El niño vivió con el cabrero en una cueva y tras la muerte de este adulto se quedó solo en la naturaleza. Fue encontrado 11 años después, en 1965, por la Guardia Civil española. Tuvo que ser reeducado en cuanto al uso del habla, ropa y caminar erguido. Habitualmente es invitado a dar charlas sobre su extraordinaria experiencias.
3. John Ssabunnya
Uno de los casos de niños ferales mejor estudiado y con mejores resultados. Nacio en Uganda en los años 80. Se cree que cuando tenía 3 años huyó de su casa o fue abandonado. En la selva se unió a una colonia de monos africanos que le ofrecieron comida. Pronto John siguió a los monos y con el tiempo comenzó a copiar sus gestos, sonidos y manerismos. También aprendió a trepar en los árboles hábilmente. En 1991, una joven llamada Milly Sebbavio vio al niño recogiendo alimentos y, junto con la gente del pueblo, fue «rescatado». Posteriormente, fue adoptado por Paul Wasswa y su esposa. John aprendió a caminar, a hablar, y a incorporar hábitos humanos a su vida. También se unió al coro Pearl Of Africa Children’s Choir, del orfanato en el que Wasswa en trabajaba.
4. Oxana Malaya
Fue encontrada viviendo con perros en Ucrania en 1991. Tenía 8 años y llevaba 6 viviendo con ellos. Sus padres eran alcohólicos y una noche la dejaron fuera, y se fue con los peros a buscar calor. Al encontrarla, se comportaba como un perro, andaba a 4 patas y solo sabía decir sí y no. Con terapia intensiva Oxana aprendió a hablar y comportarse como una niña de 5 años. Ahora tiene 30 y vive en una clínica de Odesa, trabajando en el hospital de animales bajo supervisión.
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Foto principal: Disney.
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