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La vida y la muerte están separadas por una línea muy fina, pero muchas veces lo olvidamos. Aunque vivimos pensando que morir está distante -en especial si estamos jóvenes y saludables- realmente no hay garantía de que eso ocurra en cualquier momento. Y aunque no está en nuestro ánimo ponernos lúgubres y sombríos, el siguiente listado de las muertes más absurdas, nos dejará pensando en nuestras existencia.
Muertes más absurdas de la historia
Rellenando una gallina con nieve
Francis Bacon debe de ser uno de los seres humanos más pensantes de la historia, de allí que suene muy extraño que su muerte haya llegado por rellenar una gallina con nieve de las montañas. Así es, el filósofo, escritor, abogado y político murió a los 65 años luego de que una gripe se le transformase en pulmonía, luego de pasar la tarde en la montaña viendo como reaccionaba la carne del pollo en bajas temperaturas, pues quería hallar nuevas formas para conservar alimentos.
Un melón, dos melones, tres…
Históricamente los monarcas suelen tener actitudes excéntricas o excesos. En el caso de Maximiliano de Austria, se dice que mandó a construir un ataúd que fuese llevado donde sea que él fuese por si le acaecía la muerte. Bueno, esta ocurrió en 1519, a sus 59 años. Aunque hay cronistas que dicen que fue por una gripe mal curada, se ha extendido el mito de que el archiduque murió por una indigestión excesiva de melones.
No hay que morderse la lengua
Y eso lo sabe bien Allan Pinkerton, el famoso dueño de la agencia americana de detectives que lleva su nombre. Una mordida de su propia lengua, tras caerse en la calle, degeneró en una gangrena y murió.
Sobrevive a caída en el Niágara, no a una cáscara de naranja
Esta es la historia del temerario Bobby Leach, quien siempre estuvo orgulloso de ser la segunda persona en sobrevivir a una caída en las poderosas cataratas del Niágara. Él agarró un barril y se lanzó dentro del mismo. Estuvo algún tiempo en el hospital, sanó y contaba sus historia en circos, vodeviles y más lugares.
Un día caminaba muy seguro de sí mismo por una calle de Nueva Zelanda, cuando una cáscara de naranja se cruzó en su camino. Fue suficiente para resbalar, romperse la pierna, que se le infecte, se le gangrene hasta que finalmente murió dos meses después.
Un abogado siempre tiene la razón
¿Conocen a un abogado? Fíjense en el más cercano y sabrán a que me refiero: les apasiona tanto tener la razón. Y hay algunos que lo llevan a un extremo. Permitanme contarles sobre dos abnegados hijos de la Jurisprudencia.
Su nombre Garry Hoy, un exitoso abogado de Toronto. En una reunión con otros abogados, quería demostrar que el ventanal era irrompible. Se lanzó contra la ventana una vez. Probablemente causó un gran efecto, porque lo hizo por segunda vez… y sí, al parecer la ventana no se rompió pero sí se salió de su sitio y cayó junto a él, por 24 pisos del Dominion Bank Tower.
Clement Vallandigham también fue un abogado exitoso, además intervino en la política. Tenía tanta fe a sus argumentos que una vez en un juicio, quiso demostrar que la víctima del hombre al que defendía pudo haberse disparado por accidente. Entonces hizo una demostración con el arma en cuestión y… se disparó sin querer.
Por supuesto el acusado fue absuelto. Clement murió.
La fábula del águila y la tortuga
Quizá Esopo se pudo haber inspirado en la historia de Esquilo, aunque no sabemos qué moraleja pudo haber sacado de la muerte del celebre dramaturgo griego. Es que falleció cuando una tortuga le cayó en la cabeza, se había desprendido de las garras de una águila que la había cazado.
Bufanda fatal
Isadora Duncan fue una de las más talentosas bailarina del mundo, se le dice la creadora de la danza moderna. Lamentablemente su muerte fue aun más dramática que sus interpretaciones, pues se fracturó las vértebras cervicales, cuando su echarpe (especie de bufanda) se enganchó entre las ruedas del coche, donde había subido y cuando arrancó… ocurrió el desastre.
Pon las barbas en remojo
El austríaco Hans Steininger tuvo en su tiempo la barba más larga del mundo. Y todo marchaba bien hasta que un incendio en su ciudad lo hizo correr a toda velocidad, pero ante el apremio olvidó enrollar su barba, la pisó, cayó y se rompió el cuello.
¡Anda al baño ya!
Dicen que es malo aguantarse ir al baño si se tiene ganas de orinar. Pues no es cuento. Eso precisamente le ocurrió al astrónomo Tycho quien en medio de una banquete tuvo que aguantarse las ganas de ir al baño por temor a que lo consideren una gran ofensa. Se aguantó tanto que su vejiga desarrolló una infección que lo llevó a la muerte.
Peor fue el caso de Jennifer Strange, quien murió por una insuficiencia de la vejiga, producto de una hiperhidratación. Un absurdo concurso llamado llamado “Aguanta el pis por una Wii” (“Hold your wee for a Wii”) de una radio, consistía en beber mucha agua y quien aguantase más ir al baño se llevaba el premio. La radio fue llevada a juicio. Jennifer durante el concurso dijo que le dolía la cabeza, pero que estaba dispuesta a seguir participando. Una radioyente llamó para advertir que eso podía ser muy peligroso, pero los locutores bromearon. Incluso Jennifer dijo que no tenía ganas de orinar y que su panza le recordaba a cuando estuvo embarazada. Siguió un poco más, hasta que se rindió. Al final no ganó y se fue a casa con entradas a un concierto, como premio consuelo. 5 horas después murió. Había bebido más de 7,5 litros en un corto espacio de tiempo.
No comas cucarachas
Ni que pensara hacerlo, quizás pensaste ante nuestro consejo, pero es que hay quienes sí lo hacen. Edward Archibold estuvo muy contento de ganar el concurso de comer cucarachas, pero no contó que se atragantaría luego de ganar.
Sin duda han sido algunas de las muertes más absurdas, algunas por accidente, otras por negligencia y una que otra realmente muy difíciles de entender de por qué el mundo es así. No, no se vale morir de amor.