Compartir
La entrada fue por una puerta lateral pequeña. Un pasillo con velas a los lados te mostraba el camino hacia un inmenso patio con vista a una laguna. En la urbanización Isla Sol (vía a Samborondón) se festejó, al estilo de una fiesta popular, la cuarta edición de Guayabera Pop Up, restaurante nómada. Sí, nómada, pues va caminando por Guayaquil y sus alrededores buscando el mejor lugar para una experiencia gastronómica diferente.
Los restaurantes pop-up no tienen locación fija y van cambiando de espacios e incluso de menú. Este es el caso de Guayabera Pop Up, un proyecto del chef Andrés Torres y sus colegas Christian Murrieta y Eduardo Gavilanes. No van solos, caminan junto a Luis Cerón, encargado de sala; Christian Sánchez y Nathania Guerra quienes manejan las redes sociales y diseño gráfico; y Felipe Torres como productor audiovisual.
Mira el último video de Guayabera Pop Up
Pero, ¿de dónde nace la idea? Andrés estuvo en España donde pudo experimentar otros pop-ups. Él quiso recrear estas experiencias a su lugar de residencia: Guayaquil. Además, uno de sus más grandes sueños ha sido tener un restaurante; sin embargo, a pesar de todos estos preparativos, asegura que uno en formato ‘nómada’ es menos costoso que uno con dirección fija.
Todo comenzó con un «Oye, tu patio parece restaurante, préstamelo», entre Torres y un amigo suyo en diciembre del año pasado. Pero, el concepto no podía quedarse en un pop-up cualquiera y le fueron metiendo sabor local. Al escuchar Guayabera Pop Up tal vez te preguntes «‘¿Y esos manes qué hacen? ¿Tocan salsa o algo así?’ No, no, no… Cocinamos, cocinamos muy rico», asegura Andrés. El nombre «surgió de la mezcla de que la guayabera (prenda de vestir masculina) no va a pasar de moda nunca en Guayaquil, como el comer (…) Guayabera es elegancia, pero a la vez es frescura«, explica.
Los pop-ups de Guayabera tienen un costo entre entre $25 y $35. Esto puede variar según el número de platos, ingredientes y producción. Y es que cada detalle está cuidado, pues además de darte buenos platos, buscan crear una experiencia diferente a la hora de comer: cada menú es un evento muy especial.
«La guayabera no va a pasar de moda nunca en Guayaquil, como el comer», Andrés Torres, Chef principal de Guayabera Pop Up.
El efecto Guayabera
Guayabera Pop Up pone el tema, los comensales la expectativa.
La noche del 1 de mayo pasado, unas 7 mesas estaban puestas en el patio de Luis Cerón, encargado de Sala. Intrigados, curiosos y hasta un poco temerosos fueron llegando los comensales. Cerca de 40 personas llenaron este restaurante nómada. Tras el pasillo iluminado con velas, nos recibió el menú tipo tiquetera con platos y piqueos como Funky Snack, El Criminal, Bomba Tropical, El Veggie Rocks, Smoky & Juicy Poutine y Funkea Conmigo. Nadie conocía el menú hasta ese momento; además, el nombre y descripción de cada plato lo hizo aún más interesante.
Antes de llegar a las mesas, otro corredor con ilustraciones de Luciana Dueñas nos acompañaba. Le siguieron banderines, flores de colores y música que iban acorde a la temática de la noche: Funk Tropical. Y es que el equipo de Guayabera Pop Up se esfuerza en crear un ambiente específico para cada pop-up y crear el «Efecto Guayabera», dice Luis.
«Nos ha costado recorrer Guayaquil y encontrar todas las cosas de decoración (…) Si te pones un poco loco», las tiendas no les son suficientes y deben crear sus propios props (utilería) con materiales reciclados e ingenio, explica Andrés. Se encargan de todos los detalles, desde la música hasta la iluminación para generar una experiencia sin igual, explica el Chef principal.
Esta no es la única sorpresa: tampoco sabrás con quién vas a comer. Compartir la mesa es algo que hacemos con amigos y familiares, pero en Guayabera Pop Up lo haces con extraños. El término es «Share Table» (compartir mesa), pero la idea es crear conexiones, explican los organizadores. Vayan solos o acompañados, compartirán la mesa con alguien más.
«Puedes empezar con silencios incómodos (…), puede que no. O que empieces a ver reacciones de las personas cuando empiecen a comer», explica Andrés, lo que da pie a que se generen comentarios sobre la mesa que a la larga sean amenas conversaciones. El share table de mi mesa fue algo muy parecido… Cuando llegó a la mesa «El Criminal», un plato cuya descripción decía «Montou hecho en casa, hombro de cerdo braseado, pak choi salteado, pera encurtida en fruta de la pasión, todo bañado en bbq guayaba-tamarindo» y su sabor se traducía a «delicioso»; la onomatopeya que rompió el hielo fue un alargado «mmmm» de aprobación.
Luego de «El Criminal» todos estuvieron a la espera. Unos se aguantaban las ganas por el Smoky & Juicy Poutine, un plato de papas fritas en grasa de pato y otras delicias; mientras que yo esperé a «El Veggie Rocks» que definitivamente roqueó mi paladar. Cada elemento tenía un sabor muy bien trabajado que daba para que comérselo lento: mashua en texturas, puré de coliflor, sofrito con frijoles y garbanzos, entre otros acompañantes.
Esto hizo que la pregunta de la noche sea «¿Qué tal te pareció?» y provocó que todos sean especialistas en gastronomía. Cada uno conversó de su plato, además de que se iban abriendo otras diálogos sobre la mesa.
La onomatopeya que rompió el hielo fue un alargado «mmmm» de aprobación
Según Luis y Andrés han tenido feedback interesante del share table, pues en las mesas de Guayabera Pop Up convergen personas con todo tipo de profesiones, intereses y gustos. Andrés recalca que este tipo de interacción tiene la misma esencia que otros lugares de entretenimiento, pues cuando vas a al teatro o al cine no sabes quién te toca al lado, explica.
La diferencia del share table es que se generan conexiones gracias a esa costumbre de ‘hacer sobremesa’. Sobre esa plataforma de cuatro patas «es donde pasan los negocios, las conversaciones familiares, el romance, todo… Todo puede pasar en una mesa, de hecho», explica el Chef.
Tal vez la expectativa al no saber qué íbamos a comer hizo que nuestras papilas gustativas se vuelvan más susceptibles a los sabores que el restaurante propuso… o simplemente fue la idea de romper -casi obligadamente- el hielo frente a extraños que provocó que la experiencia Guayabera Pop Up sí tenga un efecto único.
Fotos: Sofía Bermúdez