Compartir
Desde muy pequeña supe que la paranoia iba a ser mi tatuaje mental -sin previo consentimiento-, y es que con ella he logrado inmiscuirme en lo más absurdo o acertado de mis especulaciones, que en su mayoría, me previenen favorablemente.
Ahora bien, voy a martillarles la cabeza con una de mis paranoias más frecuentes: “El Plan Maestro”.
Si bien es cierto, la sociedad se constituye a sí misma por dos elementos básicos: la infraestructura, y superestructura social. Partiendo de esto es prioritario saber que la infraestructura constituye la base real de todo el sistema productivo, que a su vez se apoya por la superestructura, la cual refiere de los cambios ideológicos de la sociedad principalmente fundamentados en la ciencia, el arte, y cómo obviarlo, la religión.
Con este “minúsculo” antecedente podríamos decir que el marco social (y sus contextos diferenciados) se construye basándose en estos dos elementos recién mencionados, que, si lo analizamos muy profundamente (y “paranoicamente” también) están segmentados de acuerdo a sus fundamentos (en el caso de la ciencia), sus dogmas (en el caso de la religión), y sus expresiones estéticas (en el caso del arte).
La religión, como superestructura de la sociedad, ha constituido una de las expresiones más violentas destinadas a la dominación de la cultura de los pueblos. En el occidente citemos el caso de la Inquisición, y hablemos muy brevemente de la relación entre la iglesia católica y la imprenta de Gutenberg. Recordemos que durante la antigüedad y la Edad Media toda la filosofía y los conocimientos se encontraban únicamente en las bibliotecas de los conventos. El idioma de la cultura y la ciencia era el latín (al igual que la biblia) de esta manera sólo los que recibían educación –patricios primero y nobles después- tenían acceso a estos. En todo caso ellos eran quienes tenían el poder de la información… no les hubiera venido nada mal nuestra Ley de Comunicación.
Con la imprenta se rompe este monopolio de la información en lo que respecta a reproducción de textos y por primera vez existe la figura del “autor”. Esto evidentemente generó que los súbditos, poco a poco, empiecen a ser ciudadanos.
Ahora bien, el arte, bajo mi muy escueto punto de vista, cumple una visión socializada de lo que se establezca directamente en los dos apartados restantes (ciencia y religión), es más bien una alienación permitida a conveniencia de las clases dominantes. Es también la demarcación concreta de los cambios de época y el registro subjetivo de los distintos aconteceres sociales, por ende, cumple una función netamente de aliciente.
Un claro ejemplo de esto es lo que pasó en Chile en la década de los 70 en donde el artista pasó a ser un “trabajador de la cultura” para crear un arte que pueda identificar al pueblo, “en el cual todos seamos partícipes, que no sea sólo la forma de entenderse de una elite sino que llegue a todos, sea compartida por todos y sea a la vez expresión íntima de nuestro ser histórico y nacional” (Aguiló – 1983). Por ende ya no se busca ser un reflejo de la sociedad, sino una representación de ella.
Con ello devienen una serie de cuestionamientos porque los signos y referentes que se utilizan para expresar una idea a través del arte no se quedan en lo puramente comunicativo, sino en la búsqueda de la identificación.
… Y con la ciencia, bueno, ese es un tema mucho más complicado, todas las tipificaciones y lo que se constituye como bueno y/o malo (teniendo en cuenta que cuando decimos “ciencia” es relacionado a las “ciencias sociales”) viene desde muy tempranito. Si mal no recuerdo, fue Platón quien habló de la teoría de la “Idea del Bien”, y muchísimo después fue Kant quien establece la teoría de la moral, así como la ética formal y demás, delimitando contextual y socialmente lo que se define como correcto e incorrecto.
Esto nos da una breve pista de que la universalización de teorías y conceptos a-contextuales se han formado bajo una idea estandarizada poco concerniente a las particularidades de los distintos marcos sociales existentes, a veces, en un mismo país. Es muy difícil pensar que los derechos y las formas de concebirlos, deban cumplirse de una manera homogénea, siendo nosotros tan diversos y diferentes.
Eso es parte del Plan Maestro, hacernos títeres de un comportamiento fundamentado en lo histórico, filosófico y representativo ¿Cómo contradecir conductas socialmente aceptadas, estéticamente elaboradas, analíticamente comprobadas y religiosamente permitidas?
Supongo que es como dices tú, “las leyes fueron creadas por la clase dominante, para defender sus propios intereses”, obviamente legitimados en la ciencia, el arte y la religión.
Foto: Dark Transparency vía CC