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Por: Roberto Barquet C.
«Tuve éxito diciendo lo que todos los demás piensan».
La frase más conocida de Joan Rivers, quizás la más acertada. Muchos piensan que lo único que hacía era hablar locuras en un escenario, sacar unas cuantas risas y regresar a su mundo… pero la historia no terminaba allí. Joan era mucho más que una simple comediante, era un ser humano increíble. No, no la conocí pero crecí con sus shows y entrevistas, con su historia y conociendo todo lo que hacía por los demás.
Fiel contribuyente de la Fundación God’s love we deliver, la cual entrega comida a personas que están muy enfermas como para comprar o cocinar, y que además viven solas. Para Joan era más que simplemente girar un cheque. Todos los años -desde que la veía en televisión, y mucho antes del Día de Acción de Gracias- iba casa por casa a repartir almuerzos y cenas para cientos de personas. No solo dejaba la comida, pasaba un tiempo con ellos para facilitarles la noche y, lo más importante, hacerlos reír, muchos no sabían que era Joan.
Es difícil tener que escribir todo en pasado porque, aunque suene ridículo para algunos y un poco vacío para otros, todos los días ella estaba en mi televisor, sus libros autografiados en mi escritorio y sus frases en mi cabeza alegrándome cada vez que lo necesitara: “No les digan a sus hijos que tuvieron un parto fácil o no los respetarán. Por años solía despertar a mi hija y gritarle, Melissa me rompiste en pedazos. Ahora vete a dormir”. Cómo no reírme con lo más inapropiado y a la vez lo más realista.
Todas las personas que me conocen saben cuánto me gustaba Joan y cómo repetía sus frases para hacer reír a los demás. Disfrutar de sus ocurrencias y sus programas era algo del día a día (aún lo hago). Y aunque la mayoría piense que solo era una vieja loca adicta a las operaciones, su personalidad y forma de ser eran otras.
Joan Rivers, amante del cine y el stand up, fue la primera mujer en conducir un programa nocturno en los años 60 y la primera mujer en hablar del aborto y menstruación durante sus rutinas de comedia. Puso a las mujeres en el mapa; creó la frase “Quién te vistió”; creó el negocio de la alfombra roja; puso a los diseñadores y a la moda internacional en otro nivel; creó el pago por uso de diseños exclusivos; e hizo de la alfombra roja un negocio y un evento.
Joan era amiga de todas las personas de las que se burlaba en sus shows. Personas como Barbra Streissand, Nancy Reagan, Michelle Obama y hasta el Príncipe Carlos y su esposa Camila. Vale recalcar que estas disfrutaban de sus ocurrencias, humor y amor por la vida, porque como ella decía:
«Disfruto de la vida cuando las cosas están pasando, no me importa si son cosas buenas o malas. Eso significa que estas vivo».
Aunque el suicidio de su esposo en la década de los 80 y la enemistad con su mentor, Johnny Carson, la marcaron para siempre; jamás desistió de sus sueños de hacer reír al mundo y de sobrellevar las dificultades con risa y bromas.
Aunque era famosa por ser fiel amante de los lujos, nunca dejó que eso la definiera. Siempre fue espiritualmente humilde y entregada a sus seguidores, lo que acrecentaba mi admiración hacia ella.
Aunque no tuve la oportunidad de ir a uno de sus shows (en mi lista de deseos), recibí su libro autografiado días antes de su fallecimiento (que como muchos piensan no fue un procedimiento quirúrgico, sino una endoscopía simple que por negligencia médica resultó en su muerte). Y lo más importante para mí en relación a ella fue enviar un mail al correo electrónico de su página web lamentando lo que pasó (sí, así de obsesivo) y recibir un agradecimiento firmado por su asistente (quien salía en su show) y su hija Melissa…
Sé que está con Edgar, su esposo, haciendo reír a miles de ángeles o diablos, y sé que muchos tratarán de disminuir su humanidad, pero también sé que “todo el mundo se molesta por las cosas equivocadas”.