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Con total seguridad describimos a Jim Morrison en sus conciertos, como un agujero negro en la galaxia que tragaba a su audiencia y los trasladaba de dimensión. El escenario era el lugar predilecto del vocalista de The Doors, para practicar mejor su poesía, lugar donde construyó su mito: el alucinado, el alucinante. Jim Morrison en vivo semejaba un aprendiz de shamán, y consolidó la ilusión del estado de trance como parte fundamental del rock. Jim Morrison en vivo era una fuerza de la naturaleza…
“Muéstrate a ti mismo ante tu más profundo miedo; después de eso, el miedo ya no tiene poder y eres libre”. Jim Morrison
The Doors, el grupo que te hace sentir colgado así no tengas ninguna sustancia alucinógena dentro del cuerpo. Su época, finales de los sesenta e inicios de los setenta fue muy intensa y experimental, fue una ruptura de época en muchos sentidos y la explosión del rock como música juvenil tuvo mucho que ver. La fama de Morrison de estar muy metido en drogas y alcohol que se reforzó con la película de Oliver Stone en 1991, probablemente no le haga justicia, incluso sus compañeros de The Doors desdeñaron esa imagen exagerada, que en todo caso ayudó a revivir un referente genial a las generaciones noventeras y posteriores. Es que en el mundo, millones de personas han tomado drogas y alcohol, pero realmente muy pocos han creado desde la exploración de los sentidos obras tan entrañables como las de Jim Morrison.
Jim Morrison es el hombre que transgrede con sus movimientos o con la inmovilidad de su cuerpo, que provoca en sus admiradores, hombres y mujeres, deseos de contonearse como serpientes, inmersos en sensualidad y paciencia para acechar un clímax musical prometido en cada canción.
Jim Morrison no está vivo, murió el 3 de julio de 1971 en Paris y pertenece al club de los 27, aquel que hace pocos años integró Amy Winehouse con mucho mérito. Se acompañan de Kurt Cobain, Brian Jones, Jimi Hendrix y Janis Joplin, todos músicos fabulosos que fallecieron a esa mítica edad. Cabe recordar que Jim Morrison era el vocalista y frontman de The Doors, pero tenía claro que eran una banda con Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore.
«En The Doors éramos cuatro partes iguales. Jim (Morrison) no podía tocar un instrumento; no podía tocar nada pero en su cabeza tenía melodías. Yo, además de ser el baterista, tenía muchas ideas sobre los arreglos en los que debían construirse las canciones. Por eso, Jim siempre nos dijo: ‘Dividamos el dinero entre cuatro, los créditos entre cuatro’. John Densmore, baterista de The Doors a La Nación.
Jim Morrison es el Rey Lagarto y no se diga más, porque preferimos seguir escuchando su poesía sónica.
“Si mi poesía intenta algo, es liberar a la gente de sus límites para ver y sentir”. Jim Morrison