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Hay quienes lo planean todo, desde la hora exacta a la que se levantan, el momento en que tomarán el bus y lo que comerán el fin de semana. Otros en cambio, van por la vida improvisando. Esto también sucede en el arte, hablamos específicamente del teatro. El tradicional, lleva actos, escenas y diálogos precisamente estructurados; mientras que existe una rama que se abre totalmente al juego: el teatro de improvisación, también conocido como improvisación teatral; aunque en términos coloquiales es llamado impro o improv (en inglés).
Este género o subgénero -según cuán purista quieras ser- se basa en una historia que se va construyendo con la participación del público. La improvisación teatral es lúdica, pero sobre todo cercana al espectador; pues deja de ser un mero observador. El público propone y el actor debe ver qué le hace para que eso funcione.
Qué es la improvisación teatral y qué se requiere para realizarla
Fabricio Mantilla (Ecuador), Paco Barcia (España) y Diego Quiroz (Colombia) están en el sótano de una casa. El público ha escrito palabras y frases en unos papeles antes que el show comience. «El Meneito» (como la canción) es lo que dice el primer papel. No puedo evitar sentirme un tanto emocionada, porque es la frase que yo he escrito. Y a partir de ahí -no sé cómo- en Cuba, un joven está a punto de ser apresado por ver un reality show. La historia es un tropezón constante de situaciones inimaginables que desembocan en risas y más risas. Así es una noche con Mínimo Impro, quienes nos conversan un poco sobre qué se requiere para hacer improvisación teatral.
Aunque podría considerarse un género teatral contemporáneo, Paco, quien lleva 18 años en el teatro, nos cuenta que la improvisación es más antigua de lo que parece: «Se utilizaba como una técnica actoral, de preparación». Explica que fue Keith Johnstone quien comienza a utilizar este entrenamiento actoral en una práctica más compleja, así el impro inició con lo que se conoce como «Teatro deportivo«. Se hacían competencias de improvisación, con reglas específicas y con un espacio determinado, como si fuera un acontecimiento deportivo.
Luego esto fue evolucionando y otros nombres fueron apareciendo, como Del Close, al igual que otros espacios, como The Second City, que es una escuela de la que han salido actores que han trabajado en Saturday Night Live. Y así, la improvisación teatral se fue convirtiendo en un «subgénero teatral o género teatral -depende a quién le preguntes-«. Y es que hay gente que desestima esta práctica y no la ve como un género en sí.
Paco cree que lo hacen por un tema académico, porque tienen el prejuicio de que carece de rigor, porque no es tradicional; pero «yo lo considero teatro porque básicamente es subirse a un escenario, es fingir una ficción, es transportar a la gente a otras realidades posibles, paralelas y en cuanto a eso, es teatro».
Además, este género sí tiene su rigor. «La impro también es exigente, pero en el aspecto técnico es mucho más lúdico. Está afianzado y está totalmente regodeado por el juego», explica Fabricio. Me cuentan que existe un formato, mas no un hilo conductor o una trama base, cuando se realiza improvisación. El formato se puede dar a partir de juegos, pero «cómo se forma, cuál es el hilo conductor: el compañero y el público. Entregamos algo que no es nada, entregamos el vacío y en base a una pequeña propuesta del compañero, del público, ahí se va construyendo la historia; y en base a la respuesta y a la escucha del otro compañero, con eso poco a poco se va construyendo una especie de castillo en el aire», dice Paco.
[easy-tweet tweet=»La impro tiene su disciplina, pero es distinta (…) es un poco más caótica» user=»fabrimantilla»]
En cada obra se definen ciertos aspectos como los momentos en los que rompen la pared para hablar con el público, la estética: vestuario y escenografía, momentos de entradas y salidas, la presentación, los juegos, entre otros. «Hay un contexto, hay una especie de caparazón, pero la historia no existe realmente», reafirma Paco. Y gracias a esto «las historias son totalmente nuevas e irrepetibles, cada vez», acota Fabricio.
«Entregamos algo que no es nada, entregamos el vacío» – Paco Barcia
Ser improvisador hasta en el día a día
Diego llegó al teatro y a la improvisación sin realmente pensarlo. Siempre le gustó este arte, pero prefirió un oficio más convencional. En alguna ocasión, hace más de cinco años -el tiempo que lleva haciendo impro-, mientras presenciaba una obra de improvisación, se ofreció como voluntario para hacer los efectos de sonido y la experiencia lo hizo decidirse. «A partir de ese momento yo dije: ‘yo quiero hacer esto'», confiesa.
Fabricio explica que es decirle ‘sí’ a todo, pues en cada obra algo nuevo aparece y debes utilizarlo. Aunque decir ‘sí’ parezca fácil, «el cuerpo, la mente, el inconsciente te traiciona y terminas diciendo que no más veces de las que tú piensas», cuenta. No obstante, la práctica se convierte también en estilo de vida. «Las reglas de la impro yo las utilizo en mi vida, inclusive. (…) Convirtió en mi vida el ‘sí’ en una puerta a cualquier cosa».
Además de decir ‘sí’, ¿qué se requiere para hacer impro? Paco responde: «Ganas de jugar». Es como cuando de niños jugábamos a ser vaqueros o a la escuelita: «Yo soy el cowboy, tú eres el indio y tú eres el caballo… Es lo mismo, es jugar a fingir, es retomar esa inocencia del teatro, esa pureza y reírse mucho». Sin embargo para ser un buen improvisador debes estar muy bien informado, «cuantos más referentes tengas, la interacción con el público es mejor», explica. Esto también ayuda al momento de reaccionar, ya que facilita la capacidad de respuesta y permite jugar con la ironía, mordacidad y sarcasmo.
Sobre Mínimo Impro
En Guayaquil (Ecuador), hace tres años Fabricio y Paco se conocen y comienzan a presentarse en bares. «La impro es súper digerible (…) la frescura de la espontaneidad le da un toque asequible», dice Fabricio. Por ello comenzaron utilizaban espacios en los que no se requería la convocatoria de la gente, sino que la gente ya estaba ahí.
Su primera presentación se llamó «Mínimo», ya que era lo básico que necesitaban para montar un obra era ellos dos «y no teníamos nada más que eso». Poco a poco han ido creciendo en utilería, en presentaciones y en actores, pues Diego ya lleva un año con ellos.
En este relativamente corto trayecto han logrado salir del país. Se presentaron en varias ciudades de España, con la obra «Ding, dong: una visita improvisada», una co-producción con Pirómano Teatro. Y, si te interesa ver más de ellos, Calima es su próximo show y puedes encontrarlos en Facebook, Twitter e Instagram.