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La vista del río y su particular brisa siempre han sido un plus inmejorable al momento de tocar en vivo en Guayaquil. Y el Funka Fest no iba a ser la excepción. Al otro costado, la impresionante estructura de vidrio y hierro daban un marco estético que el vocalista de Babasónicos (la principal banda del cartel) no quiso dejar sin resaltar al menos un par de veces.
El sonido, algo fundamental en un concierto, funcionó bien. Quizá para quienes estuvieron en el centro más cercano del escenario el sábado se pudo sentir algo sobresaturado el bajo, pero en los otros sectores se apreció nítido. Algunas bandas destacaron por sus visuales, que acompañaban conceptualmente sus presentaciones. De paso, la luna asomó en esplendor; así que todo estaba dispuesto para que las bandas dejen el alma.
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El tiempo que los artistas tenían en escena estaba suficientemente claro en un reloj lateral, lo que les permitió dosificarse. No fue un cartel tan amplio, lo cual tenía sentido habiendo solo dos tardes con sus noches y un solo escenario para tocar.
Funka Fest, reseña musical
¿Qué tal si empezamos con los más esperados? Fueron Babasónicos, que tienen plena vigencia tras 25 años de carrera y bastantes adeptos en Guayaquil. No tocaban en la ciudad desde el 2003 y el carismático vocalista Dárgelos dejó bien clara su intención de volver acá para promocionar su 12vo. álbum, Impuesto de Fe.
Las 17 canciones no se bastaron para complacer a sus fans de todas las épocas, había quienes pedían Letra Chica, Malón, Risas, Ideas, Fan de Scorpio, Montañas de Agua, Viva Satana, Como un flash, Irresponsables… Pero entonces, quedarse en lo que no fue, sería algo parecido a no haber ido y tendría bien merecido que estén «mirando a tu novia y qué, no tengo nada que decirte, ella me gusta y yo a ella también».
Es que el concierto prendió pronto con Los Calientes, luego la mencionada Y Qué; como buenos Desfachatados abordaron sin mucho miramiento Microdancing, donde todos los concurrentes alborotaron sus pasos de bailes y luego como un ‘poseso Muñeco de Haití’. No había modo de evadirse de este concierto. Canción tras canción, empezaba la ansiedad del público para escuchar dos de sus favoritas: Yegua y Putita, que tienen un don para fascinar a la afición, que se identifica o fantasea con ambas rolas.
https://twitter.com/criticardo/status/747147337814933504
El viernes -quizá- Plastilina Mosh, los otros estelares del Funka Fest, no era tan recordado porque no tienen mucho tiempo de reencontrarse, y era un público milenial en su mayoría; pero la actitud no se pierde y con cerveza en mano, el funkeo, pop y rapeo de los mexicanos se impone. Algunos solo esperaban que toquen la archiconocida Mr. P-Mosh (espero que lo hayas deletreado en inglés) para irse; pero había más en Plastilina Mosh, ya que llevan intacto ese espíritu noventero del rock en español que hicieron tan especial esa época. Dieron un buen show.
Luego estuvo otro punto a destacar: el público, aquel a que siempre parecen decirle que el rock es underground (o pero aun, hipster) en Guayaquil, que si no es tropical y bailable hasta abajo no se llenará el escenario. Lo que no saben es que nuestro público guayaquileño también sabe de bailar y de ponerle onda al rock y sus fusiones.
De más está decir que es difícil no moverse con el ritmo de los Swing Originals Monks, quienes posiblemente dieron su concierto más emotivo en esta ciudad. Su genial frontman, Mr. Bumbass, parecía sorprendido de tremenda acogida; lo cual es raro porque ellos siempre han logrado que su público estalle en Guayaquil. Pero viendo la foto que siempre toman al final de sus concierto, se comprende el por qué lucían tan emocionados:
Así se vieron ayer en el @FunkaFest
Foto: @kevingusnar pic.twitter.com/oA2u1r1KuV— Swing Original Monks (@swingoriginal) June 25, 2016
Por su parte, la calidad de la voz de Juana, la vocalista, es impresionante. Se supera cada vez más. En esta ocasión no hubo tanto pogo como en anteriores presentaciones, pero no fue necesario. El brincoteo de la gente se llevaba por dentro y sobre la propia baldosa a todo vapor.
Podríamos quedarnos hablando del resto de bandas, que merecido se lo tienen, pero la crónica debe terminar, no sin antes mencionar que Jazz The Roots estuvo genial y quien los haya escuchado reventar ese saxo tenor y asimilarlo con tremenda batería y el bajo, saben que están para seguir entre los estelares de cualquier nuevo festival. La puesta en escena de Guanaco Mc también fue interesante. Un montaje de danza/teatro ocupó su primera parte del concierto, donde la bailarina Sofía Barriga destacó en su representación de las penas, el luto, la música ecuatoriana y también la rocolera.
« Encuentra aquí los detalles de cada día de conciertos en el Funka Fest »
El Funka Fest es el nuevo intento de que el rock vuelva a tomar su lugar en Guayaquil. Y como toda apuesta, tendrá su recompensa o no. Sin embargo, este festival hizo muchas cosas correctas: causó expectativa en redes con suficiente antelación, ofreció precios razonables de preventa, incorporó un entorno artístico que complementó con suficiente peso al show musical.
Podría decirse que Funka Fest golpea aquel mito debatible de que los rockeros lo quieren todo gratis. Los empresarios o activistas del rock en Guayaquil hasta ahora han preferido evitar riesgos y los conciertos a mayor escala suelen ser aislados o con una producción de sonido que no siempre compensa. Todo esto hace sentir que organizarlos resultan algo costosos o difícil para todas las partes. Pero audiencia para las distintas vertientes del rock hay; está ávida de seguir en este camino y se debe aprender a fomentarla y perseverar en una cultura de conciertos. Quizá no siempre en un marco similar, pero sí con semejante profesionalismo.
O como bien dijo Dárgelos: «Algo está pasando en Guayaquil (…) en otros lados no se ve tanta gente joven que le guste el rock, busquen en Youtube, yo no digo esto en todos los conciertos». Esperemos que no lo haya dicho para complacer a su público, sin embargo la respuesta la tienen los rockeros de la ciudad.