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Amo las historias en todos sus formatos: en conversaciones que inician con un “yo me acuerdo una vez…” y que al terminar abren una puerta sin regreso al mundo real; en libros que devoro hoja tras hoja mientras el personaje principal batalla en un mundo que lucha por cambiar; y en la televisión, en medio de comerciales y películas. Amo las historias porque estamos rodeados por ellas.
El otro día, una amiga me prestó ‘The Storytelling Animal – How stories make us human’ (El animal creador de historias – Cómo las historias nos hacen humanos) de Jonathan Gottschall. El storytelling es el arte de contar historias. Millones de marcas en el mundo lo usan para compartir desde otra perspectiva sus valores y atraer así a más públicos. Lo usan para darle una personalidad a sus marcas, para que las sintamos más personas y menos papel. Lo cogí, empecé a leerlo y caí.
Gottschall es un autor que, además de revisar un montón de libros, escribe desde su realidad inmediatamente cercana. Escribe de sus hijas, de las pesadillas que lo preocupan, de cómo se ve a sí mismo mientras escribe el libro, y de las historias que ha leído y vivido. Y eso es lindo porque al leer el libro lo leo también a él. Desde el primer capítulo, «The Witchery of Story«, (La brujería de las historias) emprendemos una travesía en el mar de las historias y Gottschall nos lleva con él hasta las profundidades.
Storytelling ¿Por qué nos encantan las historias?
Porque nos gusta la magia. Podemos negarlo y decir que no hay nada más allá de lo que ven nuestros ojos, pero creemos secretamente que la magia mueve el mundo, que si pedimos un deseo a las 11:11 se va a cumplir, que Guayas y Quil se enamoraron y le pusieron a su hijo Guayaquil, que las hadas madrinas existen y que San Pedro mueve los muebles cuando hay tormenta y eso explica el sonido de los truenos. Para Gottschall, el ser humano es un animal hecho de historias. Respiramos, comemos, lloramos, soñamos y vivimos entre historias.
Steven Pinker en su libro ‘How mind works’ (Cómo funciona la mente) explica que las historias nos dotan de un archivo mental de dilemas, que algún día quizás enfrentemos, y nos dan posibles soluciones para salir de ellos. Es decir, las historias son ensayos para la vida real. Gottschall expone varias teorías al respecto. No seré spoiler así que mencionaré solo algunas:
– Las historias, y por ende la ficción, sirven para aprender intelectualmente sin tener que experimentar lo que se lee de primera mano.
Puedo conocer el amor verdadero sin tener que clavarme una daga en el corazón y morir.
– Las historias son una especie de goma social que une a la gente alrededor de valores en común.
Las personas más populares e interesantes suelen ser las que tienen más historias que contar.
– Las historias sirven para practicar las habilidades claves de la vida en sociedad.
Por ellas aprendemos qué decir, qué hacer y qué esperar de la vida.
¿Cómo funcionan?
Cuando el cerebro consume ficción, las neuronas se activan de la misma forma como si estuviésemos actualmente experimentando lo que nuestro cerebro ve. Si vemos una película de terror, sentiremos miedo. Para comprobarlo, un equipo de neurocientíficos dirigidos por Mbemba Jabbi realizó una investigación conectando a personas a un escáner para ver qué zonas del cerebro se activaban según lo que veían en la pantalla. El resultado: activamos las mismas representaciones corporales del sujeto al que vemos. Si él siente asco, nosotros sentiremos asco. ¡El cerebro es genial y muy empático!
La verdad es que no podemos dejar de consumir y crear historias. Las historias están ahí, en la mente de todos, subiendo y bajando entre circuitos mentales y sueños. Y está también Gottschall diciendo que esa fascinación por las historias es la que nos acerca y nos hace más humanos, nos motiva a enfrentarnos a dragones alados y a jefes terribles, y nos mantiene vivos.