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Estaba buscando un regalo para una amiga, pero al final decidí quedarme con el libro que encontré para ella. Y como una de mis metas de lectura era comenzar a leer no ficción y salir un poco de mi zona de confort, El chico sobre la caja de madera me iba perfecto.
Sabía que la lectura no iba a ser tan densa pues este libro lo encontré en un supermercado, pero no imaginé que la historia sí iba a serlo. Debí suponerlo pues los libros de sobrevivientes del Holocausto llegan a la médula. Leon Leyson fue el más joven sobreviviente de la Lista de Schindler y no se atrevió a hablar públicamente de su doloroso pasado hasta después de ver la película de 1993 que conmemora este documento y fue dirigida por Steven Spielberg.
«Mi propia vida cambió también con el estreno de la película de Spielberg. Hasta entonces había guardado silencio acerca de mi pasado. Cuando la película despertó un interés tan grande, reconsideré mi actitud», describe Leyson. Así, él decidió dejar sobre papel su historia.
El chico sobre la caja de madera es un libro testimonial e histórico; aunque podría parecer irreal por las terroríficas imágenes que describe. Nace de las memorias de Leib Lejzon, nombre que le fue dado a Leon Leyson al nacer. Es relatado de manera cronológica, con más detalles de los que esperas de los recuerdos de un niño pequeño. Además tiene un lenguaje sencillo y hasta educativo, pues es dirigido a un público adolescente. No obstante, esto no debería ser una limitante para que un adulto lo lea.
La vida de El chico sobre la caja de madera
Antes de comenzar a hablar de la Segunda Guerra Mundial, Leyson pone sobre un gran marco su vida antes de la guerra: nació en la rural Polonia, era el menor de cinco hermanos, su padre era un herrero y su madre ama de casa. Llevaba una vida convencional de campo. Sin embargo, poco a poco se vislumbra la realidad discriminatoria en la que vivían los judíos antes de la Segunda Guerra Mundial.
Poco a poco Leyson va alimentando El chico sobre la caja de madera con información histórica y -claro- con su historia personal. No escatima en los detalles y tampoco en evocar lo que él sentía y pensaba. Por como está relatado, parecería que este libro fue una especie de terapia para Leyson. «Ninguno de nosotros sabía qué hacer con el enorme peso de los recuerdos», describe.
Es también un tributo a Oskar Schindler, pues lo nombra su héroe. Aunque la historia entre Leyson y Schindler no tuvo muchos diálogos ni detalles jugosos, hay algo en el prólogo (y a lo largo del libro) que te hace pensar que su relación sí fue muy cercana:
-¡Ya sé quien eres! -dijo con un destello en sus ojos-. Eres el pequeño Leyson.
Esta fue la frase con la que Schindler saludó a Leon cuando se volvieron a ver en 1965 después de la tragedia. Habían pasado dos décadas y Leyson ya no era un adolescente desnutrido sobre una caja de madera en la fábrica del nazi que le salvó la vida. Y aún así lo recordaba. Estos detalles hacen de la historia una totalmente conmovedora.
Este libro, además de darte a conocer de manera muy ilustrativa la Segunda Guerra Mundial, es una terapia no solo para el autor sino para la historia mundial. ¿De qué sirve conocer los hechos sin realmente comprenderlos? Cuando llegué al final del libro pensé «Me hubiera gustado leer esto, en vez de aprenderme fechas que luego olvidé». Aparte de El Diario de Ana Frank no hay muchas obras que en los colegios ofrezcan para dar a conocer ese pedazo negro de la historia, de manera más digerible y vivencial.
Creo que después de leer El chico sobre la caja de madera la Segunda Guerra Mundial ya no será un hecho distante.
Mira a Leon Leyson contar más de su vida en estos videos del Museo del Holocausto.