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El desastre de Chernobyl es recordado como el peor de su tipo en la historia. El trágico suceso comenzó poco después de la 1:00 del 26 de abril de 1986, en la planta de energía nuclear de Chernobyl en Ucrania, cuando uno de sus reactores, el #4, sufrió un catastrófico colapso mientras se probaba el enfriador de emergencia.
Según algunas estimaciones, el reactor sobrepasó alrededor de diez veces su potencia normal de funcionamiento. Esto causó que la vasija del reactor se rompiera e iniciara un incendio que duró 10 días y envió grandes cantidades de partículas radioactivas a la atmósfera. Como consecuencia 116.000 personas fueron evacuadas de forma permanente de los 4.200 kilómetros cuadrados de la bautizada como zona de exclusión.
30 años después del desastre de Chernobyl
Este año se cumplen tres décadas del mayor desastre nuclear que se ha experimentado y que dejó consecuencias en grandes áreas geográficas de Europa, que incluyen Ucrania, Bielorrusia y Rusia.
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Dentro de la zona de exclusión no hay humanos, pero el número de animales se ha multiplicado y algunas especies que ya no se veían en esos lugares como linces, bisontes, águilas reales, osos pardos, ciervos, caballos Przhvalski y otros han regresado al sitio. La revista Current Biology señala que, en la actualidad, esta zona prohibida parece más una reserva natural que un área contaminada por la radiación. Jim Smith, investigador de Universidad de Portsmouth (Reino Unido) y coautor del estudio sobre los animales de Chernobyl explica sobre la biodiversidad de la zona.
“No queremos decir que sea buena para los animales, pero la fauna es mucho más diversa y abundante ahora, si se compara con la de antes del accidente”, dijo Smith.
La zona prohibida para la vida humana tiene ahora un radio de 30 kilómetros. Todos los pueblos en ese radio están custodiados por militares armados con rifles AK-47. La mayoría son pueblos fantasmas, como Pripyat, parados en el tiempo, entre el 27 o el 28 de abril de 1983. Sin embargo, todavía quedan unas 300 personas que residen allí porque se negaron a abandonar sus hogares o porque trabajan en la antigua planta (en cuyas inmediaciones no vive nadie). Solo pueden estar en el sitio unas cuantas semanas al año. Ellos han sido los testigos durante estas tres décadas de cómo Chernobyl se convirtió en el verdadero fin del mundo.
La zona muerta resulta atrayente para fotógrafos y periodistas, que suelen conseguir permisos especiales para permanecer ahí por un corto periodo de tiempo (usando trajes especiales).