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Cuando se habla de cuentos de hadas se piensa en historias de princesas, príncipes, eventos inverosímiles. Los cuentos de hadas son historias que han sido relacionadas – desde siempre – con los niños y su educación. Esto conlleva a que tengan «mala fama» entre los adultos. Sin embargo, los últimos 20 años se han ido ganando espacio por ser entretenimiento masivo.
Cuentos de hadas para niños y adultos
La profesora de la Universidad de Cornell, Alison Lurie escribe sobre los cuentos de hadas en su libro Niños y niñas eternamente: Los clásicos infantiles desde Cenicienta hasta Harry Potter – un libro que recoge varios ensayos, en uno de ellos habla de porqué nos gustan los cuentos de hadas e indaga en literatura infantil y juvenil (LIJ).
Lurie muestra que los cuentos de hadas y la LIJ pueden contener un significado profundo de unas obras aparentemente sencillas. Ella sostiene que dentro del mundo de fantasía existe un entramado mucho más complejo de lo que se percibe a simple vista: estas historias contienen y sostienen una visión del mundo en la que los niños participan de manera personal. Ella también dice, en su libro No se lo digas a los mayores, que los niños ven en la LIJ como un escape frente a la realidad y la usan como una forma de subversión frente a los adultos.
Otro autor que habla de los cuentos de hadas es J.R.R. Tolkien. En su ensayo de 1939 intentó explicar qué son los cuentos de hadas, para qué sirven y cuál es su origen. El autor habla de la diversidad que tienen estos relatos.
El Mundo de los cuentos es profundo y eminente, lleno de muchas cosas (…) una belleza encantadora y peligros siempre al acecho; la alegría y el dolor allí son afilados como espadas. Un hombre puede tenerse por dichoso de haber vagado por ese Mundo, pero su misma riqueza y bizarría traban la lengua al viajero que quiere describirlo.
A diferencia de lo que la mayoría cree, los cuentos de hadas no se caracterizan porque en ellos hayan hadas, princesas, animales que hablan, seres inexistentes y fantásticos sino porque estos tiene su esencia “en la satisfacción de algunos deseos humanos primordiales» como sondear la profundidad del espacio y del tiempo o comunicarse con otros seres vivientes.
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Los cuentos de hadas no nos hablan de la realidad o de la posibilidad, sino de la deseabilidad: el deseo de un mundo para este mundo. “Si despiertan el deseo, satisfaciéndolo y a veces estimulándolo de modo insoportable, habrán alcanzado su objetivo”.
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Los autores pueden buscar las historias para reflejar su conflictivo mundo interior, pero ¿qué llama al lector? Lo primero sería decir que, como cualquier otra obra literaria, lo que llama al público es la posibilidad de la experimentación de emociones y situaciones de manera segura.
“En primer lugar, si están escritos [los cuentos de hadas] con arte, el primordial valor de los cuentos será sencillamente aquel que, en cuanto literatura, comparten con otras formas literarias. Pero los cuentos ofrecen además, con modo y en cantidad peculiares, otras cosas: Fantasía, Restauración, Evasión y Consuelo: cosas todas que normalmente necesitan menos los niños que los adultos”, dice Tolkien
¿Por qué los adultos necesitan más estas historias que los niños? Los niños ya viven en un mundo fantástico, al leer estas historias ellos reafirman que viven en un mundo distinto al adulto, una persona de más edad y que ha perdido su capacidad de asombro las necesita por las cuatro etapas que describe Tolkien.
1. Fantasía
“La capacidad de conferir a creaciones ideales» requiere algo más que solo imaginación. Lo fantástico necesita configurar imágenes consistentes, verosímiles. Esta categoría suele «aburrir» a los adultos que la consideran una mera distracción. A ellos el autor les responde: «La Fantasía no anula o destruye la razón y el deseo de verdad científica. Al contrario: cuanto más aguda y clara sea la razón, mejores fantasías producirá».
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2. Restauración
La vida humana puede necesitar cierta evasión del tedio, de lo dado, de la rutina. Tolkien le da a esta evasión un sentido constructivo, edificante, de la persona: un redescubrimiento (o terapia). Así bajo una nueva perspectiva se puede percibir el mundo con mayor claridad. La Fantasía se muestra como instrumento catártico.
3. Evasión
Tolkien compara la evasión con el mundo real que queda fuera del alcance de una persona privada de libertad. “El mundo externo no resulta ser menos real por el hecho de que el prisionero no pueda verlo”, dice en su ensayo. Así, cuando se leen este tipo de historias fantásticas lo que el lector hace es evadir las tensiones diarias y regresa a su estado más puro.
4. Consuelo
El efecto final de una lectura de cuentos de hadas. El lector ha pasado por las otras etapas y ha logrado relajarse, encontrado -tal vez- una nueva forma de verlos y está listo para poder solucionarlos.