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En Holanda hay una crisis muy particular: En los últimos años 19 cárceles han cerrado y el proceso de cierre continúa para el 2017. Hay quienes señalan que esta crisis penitenciaria es negativa.
¿Pero qué paso? Hace una década, Holanda tenía una de las tasas de encarcelamiento más altas de Europa, en la actualidad posee una de las más bajas: 57 personas por cada 100.000 habitantes.
Las mejoras en la estrategia de rehabilitación no es la única razón de la fuerte disminución de la población penal holandesa -de 14.468 en 2005 a 8.245 años pasado- una caída del 43%.
Para que el resto de países sea capaz de seguir éste ejemplo debe de seguir el mismo modelo de rehabilitación para quienes cometan delitos. Así como la guerra continua contra las drogas y tratar el tema como un problema de salud pública
¿Qué hizo Holanda?
Ocurre que en el 2005 se mejoró el sistema de detección en el aeropuerto Schiphol de Ámsterdam, allí se pudo capturar a muchas personas que hacían tránsito como ‘mulas’ de cocaína. De allí el elevado número de detenciones aquel año. Sin embargo, ahora las prioridades de la policía holandesa son distintas, están más enfocados a capturar personas involucradas en trata de personas o terrorismo. Además según comenta a BBC, Pauline Schuyt, profesora de Derecho Penal de Leiden, los jueces holandeses suelen utilizar alternativas a la prisión, como periodos de servicio a la comunidad, multas o el marcado electrónico de los que violan la ley.
La cárcel es para los individuos demasiado peligrosos para que estén en libertad, o para aquellas personas vulnerables que han cometido delitos y necesitan la ayuda disponible en el interior.
Precisamente el programa de rehabilitación que se realiza en las cárceles holandesas también parece estar funcionando. Como explica Jan Roelof van der Spoel, vicegobernador de la prisión de alta seguridad en el noreste de los Países Bajos llamada Norgerhaven, «en el servicio holandés nos fijamos en el individuo», explica Van der Spoel. Poor ejemplo, si alguien tiene un problema de drogas, se trata su adicción; si son agresivos se les brinda una terapia para controlar la ira. Cuando son problemas de dinero, se les direcciona sobre como manejar su deuda.
Tratamos de eliminar lo que los llevó a delinquir. El recluso o la reclusa debe estar dispuesto a cambiar, pero nuestro método ha sido muy eficaz.
– Jan Roelof van der Spoel, vicegobernador de la prisión de alta seguridad Norgerhaven
Hay prisiones como las Norgerhaven y Esserheem que tienen mucho espacio abierto, hay cuatro canchas de fútbol, árboles de roble, mesas de picnic y redes para jugar voleibol, pues consideran que el aire fresco reduce los niveles de estrés, tanto en reclusos como en el personal. Los reclusos pueden ir sin compañía a la biblioteca, a la clínica o al comedor.
Hay concesiones que podrían sonar alarmantes, por ejemplo, los presos que están aprendiendo a cocinar (para tener alguna habilidad que les permita reintegrarse a la sociedad) se les permite prestar cuchillos pequeños.
Sin embargo, se ha visto que entre los delincuentes reincidentes luego de un programa de rehabilitación a medida y condenas de dos años, menos del 10% vuelven a la prisión. Mientras que en Inglaterra y Gales, y en Estados Unidos, aproximadamente la mitad de los que cumplen condenas cortas reincide en los siguientes dos años. Y la cifra suele ser más alta entre los adultos jóvenes.
¿Cuál es la crisis penitenciaria entonces?
Aunque los delitos registrados muestran una reducción de 25% en los últimos ocho años, antiguos funcionarios penitenciarios como Madeleine Van Toorenburg señalan que las bajas tasas de reclusión son porque se han clausurado estaciones de policía y eso dificulta denunciar crímenes. Van Toorenburg fue directora de una cárcel y es portavoz de justicia criminal del partido de oposición Llamada Demócrata Cristiana. Señala que los recortes presupuestarios, abruman a la policía por su mayor carga de trabajo.
De acuerdo a Frans Carbo, el representante de los funcionarios de prisiones de la unión FNV, muchos de sus miembros están «enojados y un poco deprimidos» por la situación. Temen perder sus trabajos y los jóvenes ya no quieren hacer su servicio en las prisiones porque lo consideran carente de futuro.
De allí que desde septiembre del 2015, autoridades hayan llegado a una solución sui géneris, en aras de proteger el empleo de los guardias penitenciarios: la importación de los internos extranjeros procedentes de Noruega y Bélgica.
¿Esta crisis penitenciaria de Holanda les parece negativa o positiva?