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Se habla de cientos de muertos, mujeres violadas y bebés lanzados a fogatas. Qué pasa en Birmania, que 13 Premios Nobel rechazan la situación y también criticaron duramente a la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi y actual líder de dicho país por su poca reacción ante la represión militar que está sufriendo una minoría en su país. ¿Acaso se aproxima otro genocidio como en Ruanda?
En una carta firmada por 13 ganadores del Premio Nobel, se denuncia que lo que está sucediendo en Birmania es «una tragedia humana que puede calificarse de limpieza étnica y crímenes contra la humanidad». ¿Limpieza étnica contra quiénes? Pues contra los rohingyas, que son un grupo étnico musulmán del norte del Estado de Rakáin (antiguamente Arakán), en Birmania occidental. Son una minoría en un país de mayoría budista. Recientemente salió a relucir un video donde militares birmanos humillaban a rohingyas.
La carta está dirigida al presidente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, haciendo un llamado desesperado al organismo para que actúe y se evite el genocidio que se estaría fraguando. Es que no solo ha habido humillaciones, sino que se habla de la muerte de cientos de rohingyas y el desplazamiento de más de 30.000 personas. La matanza sería en represalia por ataques recibidos por militantes rohingyas y estaría perpetrada por ejército birmano.
De ahí que personalidades de nivel mundial como el arzobispo Desmond Tutu, Muhammad Yunus, Malala Yousafzai, José Ramos Horta y Oscar Arias denuncien situaciones bárbaras como casas incendiadas, mujeres violadas y niños asesinados. Además de que se prohíba el ingreso de ayuda humanitaria. Y se muestra aun más sorprendidos porque una Nobel de la Paz, como Aung Sang Suu Kyi, quien estuvo décadas con arresto domiciliario en su lucha por la democratización de su país, ahora gobierne Birmania y cometa los mismos errores de regímenes de facto.
Dicho gobierno se ha defendido señalando que no ha encontrado evidencia de genocidio. En el informe interino de la comisión que destinó para este caso, se desestimó las acusaciones de genocidio, argumentando que todavía hay musulmanes rohingya viviendo en Rakáin y que los templos religiosos islámicos no han sido destruidos. Además que indican que hay «evidencia insuficiente» de que alguien hubiese sido violada por las fuerzas de seguridad.
Cabe señalar que el partido de Suu Kyi ganó las elecciones de noviembre permitidas por los militares, pero por una prohibición legal no puede ocupar la presidencia. Su cargo es canciller y asesora de Estado, aunque se considera que es la líder de Birmania y que sus decisiones son las que están prevaleciendo. No obstante, según la Constitución -redactada por los militares- la fuerzas armadas siguen reteniendo el control de los ministerios del Interior, Defensa y Control de Fronteras.
«Lanzar bebés a fogatas»
Así como suena de horrible es lo que estaría pasando, según la carta de los Premios Nobel, que comparan la situación a lo ya ocurrido en Ruanda en 1994, donde murieron 850 mil personas, especialmente de la etnia tutsi.
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Hay declaraciones de víctimas muy duras, recabadas por Amnistía Internacional, por ejemplo esta de una madre que perdió a sus hijos en Birmania: «Entraron a mi casa y obligaron a mis hijos a salir. Ataron sus manos y luego los golpearon brutalmente, los militares los patearon en el pecho. Yo misma lo vi, lloraba y un militar me apuntó un arma. Les rogué que pararan de golpearlos. La golpiza duró cerca de treinta minutos y luego se los llevaron».
«Una cosa habría sido hacer una redada para buscar sospechosos, arrestarlos y llevarlos a juicio. Otra muy diferente es disparar desde helicópteros a miles de civiles, violar mujeres y lanzar bebés a fogatas». Carta de los Premio Nobel a la ONU.
¿Qué más tiene que pasar en el mundo para que comprendamos que es mejor vivir en paz?
Foto principal: AFP PHOTO / Christophe Archambault