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Para Jarabe de Palo, liderado por Pau Donés, un músico y artista es alguien que logra emocionar a quien lo escuche, con solo agarrar una guitarra u ofrecer su voz con una canción. Cuando en 1996 la canción de La Flaca los hizo famosos alrededor del mundo, quizá no se esperaban que 20 años después su colección de cantos a la vida, de dar lo mejor de uno mismo cada día, seguirían recorriendo el mundo con tanta acogida.
Es que el recibimiento del público guayaquileño de Jarabe de Palo fue intenso como la presentación, con un formato más íntimo gracias a los Jarabe box, la localidad que permitía a la gente presenciarlo desde el escenario. Armados con un piano de cola, percusión latina, violoncello y contrabajo, la música se deslizó con suavidad por los oídos.
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Lo que construyeron Jarabe de Palo y sus fans
La música es para tocar y para escuchar, quien lo interpreta y quien lo goza forman una comunión protagónica muy especial, por eso esta vez quisimos que la reseña sean las palabras de dos mujeres guayaquileñas, Andrea Ocaña y Carlita Cedeño, quienes nunca dudan en asistir a un concierto cuando saben que este se transformará en aquel acercamiento máximo hacia las emociones.
Cuando a la vida se la toca sin miedo
Me causó una particular sorpresa y se me arrugó el corazón durante todo el concierto, por el caracter íntimo que este tuvo, pues Pau no solo celebrar su cumpleaños con Guayaquil sino que decidió celebrar a la vida con Guayaquil y ese canto a la vida se vio reflejado en la pulcritud de las tonadas que lo acompañaron toda la velada. Los instrumentos fueron ejecutados con una delicadeza que maravilló a todos los asistentes, quienes respondían y recibían con aplausos aquellas interpretaciones individuales majestuosas, sobre todo del violoncello que me impactó personalmente.
Pau además se dio el lujo de exponer una voz no tocada por la enfermedad, no tocada por el miedo ni por el quebranto de la fe. Porque precisamente en Humo habla de que no tiene miedo ni fe; esta canción insignia la escribió hace dos años y hoy la toma como un logro en esa relación de amor que tiene con la vida, y así lo evidencia con una actitud que sí que tiene fe, sí que disfruta de la vida, porque esta es hoy, es ahora. Y la noche del concierto el despliegue de la energía fue tal que es imposible no reconocerle a Pau el triunfo sobre la enfermedad, a pesar de los miedos.
Con aquellas palabras sintió el concierto Andrea Ocaña, mientras que Carlita Cedeño desde el Jarabe Box, vivió este par de horas de la siguiente manera:
La parte que me conmovió totalmente fue cuando Pau comenzó hablar de sus fracasos en el amor y luego dijo “toda la vida escribiendo canciones de amor y ninguna precisamente a uno de mis grandes amores: la vida”. Y diciendo eso comenzó a entonar la canción Humo y hacerla parte de todos. Vi lágrimas, sonrisas y personas entonando la canción con mucha motivación; sin duda una de las canciones más valientes que tiene.
Es una nueva etapa donde la música sigue siendo lo principal, pero están funcionando de otra manera que va mucho más allá de tener buena música, quieren dejar un mensaje de vida, una historia de optimismo, perseverancia, esperanza en donde lo único que importa es el ahora y el vivir a plenitud. No pudieron faltar las canciones “clásicas” como La Flaca, Agua, Grita, Depende, El lado oscuro. No faltó ninguna. Pau es un artista completo, trató de interactuar con todos alrededor suyo, el hecho de que haya sido su cumpleaños #51 marca el evento de Guayaquil como algo único y especial. Es que cantarle el feliz cumpleaños junto a su banda se me quedó marcado y estoy segura de que muchos queríamos que el deseo que pida Pau sea que pueda seguir con muchos más años de vida para hacer música y compartirla. Es de esos cantantes a los que quieres agradecerle siempre, porque Jarabe de Palo mostró que la vida no se mide en minutos, se vive en momentos; se vive en el ahora.
Es difícil que el resto de fans no hayamos coincidido con ellas, es que fue un concierto que fue más allá de lo musical y sin pretensiones de ser visto como autoyuda ni motivación, sino de ser espontáneo. Si bien las luces apuntan a Pau, Jarabe de Palo no recetaría tan bien a los oídos sin Andrea Amador a cargo del violoncelo, Jaime Burgos el piano de cola y teclados, Jordi Vericat al contrabajo. Amador hasta se dio el gusto de bailar entre la gente cuando sonó Bonito.
Burgos en cambio impresionaba con su pelo rojo fuerte y la fuerza de su pulsación, pues al piano y los teclados le tocó llenar de intimidad a cada rincón del escenario. Por su parte un barbado Vericat tuvo la misión de mantener enlazada la música con su contrabajo, que sonaba salido de las noches de jazz del viejo Harlem, pero con un modelo muy moderno.
El concierto de Jarabe de Palo en Guayaquil dejó un efecto memorable.
Fotos: José Vicente Noboa T.