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Aprender a tomar vino no tiene ciencia, porque siempre lo principal es sentirlo. Así que relajémonos, que de eso se trata, y deja que este maravilloso líquido nos envuelva y obre su poder. Pronto te descubrirás sonriendo, conversando de las cosas que más te gustan y apreciando de otra forma cuanto te rodea. Es lo que hicimos quienes asistimos a la Velada del Vino en Guayaquil, organizada por la Cofradía del Vino, y lo que hará todo buen fan del vino en cualquier ciudad del mundo.
¡Salud! Vamos a aprender a tomar vino
¿Pero entonces sí hay reglas?, te estarás preguntando… y la respuesta sigue siendo: ¡No las hay!
Aunque seguramente haz visto una serie de rituales relacionadas al vino que pareciera contradecirnos, sin embargo todo aquello es la forma que han descubierto los conocedores de esta bebida, para llegar a sentirlo mejor y en toda su plenitud. Te dijimos que lo que hay que hacer es sentirlo, ¿no?
Allí es decisión tuya, querer tomarte el tiempo para realizar algunas maniobras y gestos que te ayudarán a abrir tus sentidos a la experiencia de beberlo.
1. Observa tu elixir
Te han servido la copa, que tal si en lugar de beberla de una, la admiras. ¿Por qué? Yo te diría que es como mirar los ojos de la persona que vas a besar alguna vez. Observas su claridad, aprecias su color, y aunque pareciera ser el mismo que otro… te quedas viendo y observas brillos, opacidades, tonalidades, que con la práctica sabrás llamar con propiedad, por ahora solo mira esa hermosa copa de vino que te espera en unos segundos.
Puedes moverlo ligeramente y notar como su cuerpo se balancea y resbala por las paredes internas de la copa, a veces rápido, en otras con una lentitud sensual.
2. Aprecia su aroma
Dices ahora sí a tomar… puedes ser, pero tu vino tiene aromas y vale, en serio lo vale, el gozo de acercar tu copa al rostro de tal forma que tu nariz casi invada el centro de la copa y deje que lleguen hacia él los aromas únicos que posee tu vino. Sin agitarlo, quizá sientas olores frutales o herbales, algo muy ligero. No te dejes guiar de lo que diga el resto, aunque siempre es interesante preguntar: ¿qué sentiste tú?
Ahora estás respirando el vino y de pronto asoma un recuerdo de chocolate, ciruelas, madera, en fin aromas más profundos y escondidos que se han develado en apenas pocos segundos.
3. Ahora sí tengo que probarlo
No te vamos a decir que no, prueba tu vino como desees… pero qué tal si primero das un sorbo. Solo uno. Tú sabrás qué sentiste, y entonces te invitamos a sentirlo con cada parte de tu boca. La lengua captará lo dulce. Bebe un poco más, reténlo un poco ahora, en la mitad de la experiencia afrontarás su acidez, cuando llegue a lo profundo del paladar notarás tu actitud ante lo amargo, y en cualquiera de esas etapas, donde halles el sabor que a ti te cautiva, confirmarás si de aquel vino, anhelas un sorbo más, una copa más, una botella más… una vida más.
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El resto de sentidos se activan solos de ahora en adelante. Y si el vino es lo tuyo, créeme, como quien te mira a los ojos y te habla desde la mente y el corazón despiertos a la vez, te digo que en ese momento estarás feliz y no por el vino, sino porque estás sintiendo que todo está aquí y ahora.