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¿Es capaz la genética de jugarte bromas pesadas? Cerca de 1820, surgió la teoría científica de la telegonia según la cual la progenie de una hembra y un macho podía adquirir caracteres de otro macho que se hubiera apareado con la hembra anteriormente. La idea puede asustar a algunos y a otros hacerles decir interiormente: ¡yo lo sabía! Pero dicha teoría fue considerada obsoleta por los científicos de la genética hace mucho tiempo, no obstante revivió en pasados años. Resulta que haciendo pruebas en una mosca de la especie Telostylinus angusticollis, el tamaño de las crías de esa especie, depende más de la primera pareja macho de la hembra que del progenitor.
Curiosamente un científico muy reconocido, el biólogo molecular español Ginés Morata Pérez, comprobó que el hombre y la mosca comparten la misma base genética. Ocurre con la mosca ‘Drosophila melanogaster’ y también con el gusano ‘Caenorhabditis elegans’.
Segun la revista Nature, el genoma que heredamos de nuestros padres moldea la mayoría de aspectos de nuestras vidas, pero además tenemos un epigenoma, el cual lleva información química que determina si los genes se expresan o silencian y que se establece durante el desarrollo; y que además podría ser alterado por nuestros hábitos de vida y por agentes externos como contaminación ambiental y otros. Así, habría la posibilidad de que muchas dolencias que consideramos genéticas puedan ser modificadas y reguladas para bien, siendo optimistas, pues también hay que recordar que vivimos en una mundo con muchos agentes externos nocivos y ajenos a nuestro control.
¿Pero entonces descartamos la telegonia?
Todo lo anterior para volver a la Telegonia, la cual parece improbable, pero asimismo falta mucho para que logremos comprender con precisión la era del genoma. De allí que aun se preste atención a la investigación llamada Revisitando la telegonía, realizada por investigadores de la Universidad del Norte de Gales. Y precisamente porque aun estamos lejos de dominar el genoma, hay quienes se niegan a descartar que algo similar a lo que pasó con la mosca, pueda ocurrir en mamíferos o el ser humano.
«Descubre cómo un hermano gemelo resultó ser el padre de su hijo»
¿Pero y si fuese así, por qué sería?
Ok, vamos a darle la vuelta a la idea. Según los científicos, que un hijo se pareciera a la primera pareja, podría deberse a una posible absorción por parte de la hembra de las moléculas del semen del primer macho. En el caso en mención, los profesores de la Universidad de Gales, produjeron moscas de diferentes tamaños a través de una alimentación más o menos nutritiva, y luego fueron cruzados con hembras que aún no habían madurado. Aquellas que mantuvieron su primera relación con un macho de gran tamaño dieron luz a descendientes de mayor envergadura, pese a que el progenitor real fue una mosca pequeña.
“Hasta hace poco se habría pensado como algo imposible porque se pensaba que el genoma del ADN sólo se pasaba a las futuras generaciones por el macho”, dice el John Parrington, profesor de la Universidad de Oxford.
“Varios mecanismos no genéticos de herencia hacen posible que los factores medioambientales puedan influir en las características de un niño”.
– Científica Angela Crean.
La columnista Daisy Buchanan, de The Guardian hace una comparación algo simple pero que ayuda a entender como funciona el epigenoma. Señala que si, por ejemplo, una mujer en algún momento salió con un hombre adinerado durante mucho tiempo, es factible que durante ese tiempo y a partir del mismo su forma física y su dieta haya sido mejor que si hubiese salido con alguien sin recursos, de tal forma que aunque si luego tuviese descendencia de otra persona, igual su hijo se vería beneficiado de la riqueza de la antigua pareja. Sí, pareciera una forma de contar una historia de peras con manzanas, pero permite abrir la mente ante un mundo tan desconocido aun por la ciencia. Incluso Aristóteles en su tiempo mencionaba algo sobre que un hombre puede dejar una marca en el cuerpo de su compañera y así influir en la descendencia de otro macho. Son tiempos antiguos, ciertamente.
Queda claro que la forma de reproducción de los humanos es muy diferente a la de los insectos, pero si hay un eje primitivo común ¿es acaso posible que el título de esta nota no sea descabezado?